De túneles, cucharas biónicas y violentas requisas

Hilda Presman (Coordinadora de la Red de Derechos Humanos)

Por ahí nos da por pensar seriamente en las posibilidades de cavar un túnel con una cuchara de sopa y que nadie se dé cuenta, hasta estar en la calle. Ahí en esa misma calle donde se ven cañerías de instalaciones sanitarias nuevecitas nuevecitas, inconclusas por falta de presupuesto.

En términos de hipótesis, de esas que en matemáticas se estudian diciendo “ si y solo si”, tal vez el discurso de la cuchara se acreditara si esa excavación – ¿sanitaria? – hubiera sido realizada – desde afuera – tiempo atrás por personal autorizado, y ante la falta de recursos se hubiera cerrado el pozo así nomás, apisonando la tierra…

Detrás de las paredes, viejas, asentadas en barro y contra toda norma de seguridad, habitan personas en celdas que median con ese muro, que escuchan ruidos, que saben que la obra quedó a medias… En los murallones del viejo castillo de fines del 1800, costosas cámaras de seguridad, que pagamos todos los ciudadanos, y en las calles, celosos custodios….( de sus celulares, de sus mensajitos, que no oyen ruidos ni movimientos extraños,,, hasta que pum….salen cuatro sujetos y corren hacia la avenida y son noticia por su fuga….. ¡con una cuchara de sopa!

Después hay que salir a afrontar estos hechos, y pinta la violencia… el “descubrir” lo que todos saben que está, por qué está, y quien permite que esté, exhibir los trofeos. Justificar el trato vejatorio, la desnudez morbosa ante la tropa, los perros, el personal policial femenino, del PAR (Policía de Alto Riesgo) que se burla y humilla, la ruptura de libros y materiales de estudio, de los escasos recuerdos de familia….y así… hasta la próxima “desprolijidad”, negligencia, torpeza o abuso, que repetirá el ciclo… una y otra vez…

Esos presos recapturados y quienes tiraron agua caliente a sus celadores fueron encerrados en calabozos con el pasaplatos cerrado y soldado, sin ventilación, sin agua, sin comida, defecando y orinando en bolsitas y botellas plásticas. Con cada cambio de guardia recibían más golpes. Tras visibilizar esta situación a través de legisladores y organismos de derechos humanos que la notificaron a autoridades penitenciarias y judiciales, cesó el maltrato, humillante y vejatorio.

Será que requisas, vejaciones y golpes taparan la vergüenza de las cucharas….?

Será necesario romper libros, fotos y recuerdos de familia para evitar evasiones…?

Hilda Presman- Red de DDHH Corrientes. Octubre 2014