Casta política que hace negocios con sangre de pobres: ¡Que se vayan todos!

Oscar Castelnovo

Como se sabe, en esta cárcel funciona el Centro Universitario Devoto donde cientos de detenidos cursaron sus carreras y obtuvieron su título universitario. A su vez, entre los presos que asisten al CUD solo se da un siete por ciento de reincidencia, mientras que los otros espacios del encierro supera el 50 por ciento.
Forma parte del A,B,C que un preso o una cautiva, necesitan fortalecer sus vínculos afectivos lo cual se realiza, esencialmente, a través de las visitas. Si a duras penas, un familiar puede viajar desde, supongamos, Lugano, Soldati o La Mantanza a Villa Devoto, lo que le lleva gran parte del día y de su ingresos, ¿cómo hará ahora para recorrer los 50 kilómetros hasta Marcos Paz con mayores gastos e insumo de tiempo? De hecho, muchos no podrán hacerlo y recibirán así esta extensión de la condena, prohibida en los pactos internacionales, sin haber cometido delito alguno.
Por otra parte, si los abogados de oficio -la mayoría funge como ayudantes del fiscal – concurren mal, tarde y nunca a Devoto, adonde se llega en 15/20 minutos desde el punto más lejano de la Caba en automóvil, ¿cuántas veces verán a sus defendidos en Marcos Paz?
A las vez, todos los detenidos que trabajan para distintas empresas perderán su empleo y no tendrán la posibilidad de adquirir alimentos, medicación ni elementos de higiene, toda vez que los agentes del Servicio Penitenciario Federal se apropian de los mismos, sin vergüenzas.

Por su parte, las inmobiliarias ya se restregan las manos con regocijo porque el valor de las propiedades acrecentará las cuentas bancarias en viles lucas gringas, con el favor de la plutocracia.
Asimismo, los palazos, el uso de las picanas, los empalamientos, el plaf-plaf, el pata-pata, los fraguados “suicidios” o las masacres por incendio y monóxido, que provocan alaridos desafinados en los pobres sin educación melódica y al mismo tiempo agreden los oídos del vecindario, ahora solo los escuchará el viento que surca los descampados de Marcos Paz.
¿Cuánto tiempo falta para gran parte de esta sociedad disvaliosa se convierta en pueblo rebelde que enfrente cada injusticia como si atravesara su propio cuerpo y su misma alma?¿Cuanto falta para que salgamos a las calles a gritar otra vez: ¡Que se vayan todos!?