Centro de tortura y exterminio

Adriana Revol

Consta de dos módulos
El módulo 1 para condenados y procesados, y contaba con un régimen diferenciado de mediana “contención”, el cual muy recientemente han trasformado en pabellón de máxima seguridad.
El módulo 2 es para personas condenadas.
Cada módulo tiene doce pabellones, con aproximadamente cincuenta a sesenta personas por pabellón, en el módulo uno hay más población.
Por pabellón hay ocho celdas, de seis metros de largo por tres y medio de ancho.
Cada celda del módulo 2 tiene doce nichos de cemento, y cada pabellón cuenta con un patio interno.

A los pabellones de “contención” o de máxima seguridad ahora, o a los calabozos, van a parar los más rebeldes, los que se atreven a reclamar sus derechos.
En esta mazmorra escasea hasta el agua, y donde más falta es en los buzones, que tienen agua pocas horas al día, cuando se acaba, no les queda otra que tomar agua de el inodoro, la comida es pésima, salen alrededor de diez minutos a hablar por teléfono, hay personas sin colchón, si hacen huelga de hambre no reciben control médico. Varios de los ninguneados han estado más de siete meses sufriendo estas torturas, y si se quejan, el servicio penitenciario, siempre puede tener algo peor para ellos: Las cadenas (camas de sujeción), atados de pies y manos, donde los suelen dejar varios días.

El encierro en el encierro
El nuevo pabellón de máxima seguridad, del módulo uno, tiene un régimen sumamente represivo, cambiaron el nombre pero no los métodos.
Allí las personas están encerradas en las celdas todo el día, salen quince minutos solo para hablar por teléfono o para bañarse, tienen que elegir.
Hay visitas que después de tanto viaje, solo pueden ver sus seres queridos treinta minutos, y por lo general en el locutorio, vidrio de por medio. Se vuelven con la mayoría de las cosas que llevaron, como cigarrillos, yerba, etc. solo ingresan algunos comestibles y elementos de higiene. No pueden ni tomar mates, ya que el único utensilio que les permiten tener es un vaso y cubiertos de plástico. No está permitido ni un envase plástico como para tener agua para cuando se corta, por esa razón tienen que recurrir al agua del inodoro.

Todos coinciden en que el espacio para la visita privada es un verdadero asco, los colchones están inmundos, los baños sumamente sucios, y las cucarachas son una eminencia.
El salón de visitas está muy deteriorado y no se queda atrás con su mugre. Los enchufes funcionan muy mal, los calentadores de agua los llevan los presos, como también llevan los ventiladores, ya que allí hace un calor infernal.

En esta prisión no todos tienen acceso a estudiar, porque el servicio penitenciario ve la educación como un premio y no como un derecho. Menos del 30% terminó el secundario, y escasean los talleres extra muros. Pocos son los que se atreven a seguir una carrera universitaria, ya que para eso deben ser trasladados a Córdoba cada vez que tienen una clase o que tienen que rendir, y soportar viajar encadenados en el camión, por tantas horas, es un verdadero sacrificio.

Trabajo esclavo y salud enferma
El trabajo (esclavo) no es fácil de conseguir, hay muchos que no tienen el privilegio de ser explotados.
Para poder salir en libertad, por más que ya hayan cumplido su condena, es necesario tener el puntaje suficiente para poder pasar de fase, por esa razón la mayoría trata de hacer alguna tarea aunque sea gratis, o casi gratis, porque ganar cien o doscientos pesos mensuales es una burla, es un insulto mensual al cual el servicio penitenciario le llama salario.

La salud, la salud está enferma. Hay dos médicos para una población de mil doscientos personas, hay que sacar turnos con tiempo, y logran la consulta, pero mejor que no necesite estudios o medicamentos porque allí se complica. La alimentación que reciben, no colabora para nada con su salud.
Hay personas insulinodependiente que no se les permite tener el aparato para medir la glucosa(una sola persona lo tiene autorizado), que no reciben la dieta correspondiente, pasan hasta seis meses sin control.
Tuvieron varios días a un hombre con tuberculosis en la enfermería, que sería lo correcto de no ser que los techos se llueven con aguas servidas del piso de arriba, y las paredes tienen muchísima humedad.
Luego el estado dirá que murió de causa natural.

Los reclamos y presentaciones, como apelaciones a las sanciones, Hábeas Corpus o Recursos de Amparo, casi siempre quedan en el camino, a pesar de que se les obliga a realizar cuatro copias.

¿Defensor? oficial
Un porcentaje muy alto no conoce a su defensor oficial, otros tiene la fortuna de verlos una o dos veces. Lo que significa que recurrir a sus abogados para que les haga un trámite, es una utopía. Parece que lo de abogados “defensores” le va quedando muy grande.
El abandono y el olvido se van haciendo carne.

Mientras más lejos, menos ojos miran, y en realidad solo a algunos les interesa mirar, y los autorizados a mirar, la mayoría están ciegos. La Defensoría General de la Nación, no interviene en las cárceles provinciales, y en Córdoba no existen cárceles federales. La Procuración Penitenciaria de la Nación puede intervenir solo si hay reclusos con causa federal. No existen organizaciones, con poder de decisión, que se interesen por las condiciones en que viven estos seres humanos. Nadie ignora que sucede en estos espacios, ni abogados, ni administradores, ni psicólogos, ni médicos, ni curas, ect. Mucho menos lo ignora el poder judicial, ellos garantizan que se puedan llevar adelante este plan de tortura y exterminio.