Hugo era un hombre inteligente, formado, seguro en sus posiciones, inflexible muchas veces, tenaz en las direcciones que tomaba. Fue igual en su desempeño como fiscal federal: recto, responsable, sincero, frontal. Con ese carácter y esa integridad enfrentó las políticas de impunidad de las leyes de punto final y obediencia debida y los indultos, cuestionando no sólo las políticas de los otros poderes sino también a la propia corporación judicial. Como fiscal extendió los límites de lo posible, demostrando que cuando hay decisión, capacidad y voluntad la justicia puede ser justa y estar al lado de los más débiles. De ello pueden dar fe las decenas de víctimas que lo tuvieron cerca. Así, desde los principios de la justicia universal, alentó en tiempos de impunidad los juicios en España, aportando pruebas y testimonio.
Hugo iba a las cárceles, tanto en su rol de fiscal como en su carácter de referente de los derechos humanos. Sentía el dolor de los demás como propio, se indignaba, y solicitaba la indignación de los otros, como gesto primario para impulsar esa sociedad más justa por la que es necesario pelear. Pero no sólo era compasión, también desplegaba su capacidad al opinar, criticar y proponer políticas de estado, intervenciones judiciales, presentaciones públicas. Era hábil como comunicador, para cuestionar el sentido común y las orientaciones punitivistas y represivas como modos de regulación de la vida social.
Hugo iba a las escuelas, a las universidades, a promover la discusión, a acompañar en el territorio a las organizaciones. Hugo iba a los juicios a acompañar a los familiares y a las víctimas, tanto de los delitos de lesa humanidad como de la tortura y la violencia institucional de hoy. Hugo descubrió archivos de la represión y promovió su resguardo, como el fondo de la Prefectura Naval hallado en Bahía Blanca, inestimable en cuanto prueba judicial e histórica, que hoy custodia la Comisión.
Como miembro de la CPM defendió a ultranza la autonomía y autarquía de nuestro organismo, como condición indispensable para la lucha por los derechos humanos y la memoria. A pesar de que se había alejado momentáneamente de las tareas cotidianas, nos seguía acompañando como consultor académico.
Hoy nos toca despedirlo sin superar aún el golpe de su repentina y traumática pérdida. Teníamos mucho para hacer juntos: ideas, proyectos, ganas. Nos aferramos con esperanza a que él estará presente en nuestra institución, siempre, en las marcas que su andar dejó, en las enseñanzas que se preocupó por legar, en las direcciones que nos señaló, en cada momento que compartimos. Algunos muy duros, donde su paso firme fue definitorio.
Nos hará falta. Ahora y siempre.
En nuestro inmenso dolor, acompañamos a su familia, en el desgarro de su pérdida y de Santiago, su amado nieto.