«El arte es uno de los mecanismos más poderosos para perforar a la cultura represora»

La obra
“Trinchera Cultural es una inspiración, un deseo con fuerte motivación. El lugar gusta mucho y tiene la ventaja de que es un continuo restaurante y sala teatral. Es un momento difícil, para armar trincheras de piedra, como decía José Martí, que prefería las trincheras de ideas. Esto es Trinchera Cultura, Arte en Resistencia. Pensamos que el arte es uno de los mecanismos más poderosos para perforar a la cultura represora”, aseguró Grande. “Hemos hecho ya cuatro reuniones y continuaremos todo este año. Tanto Hilda y Freud y otra que yo dirijo y escribí que es Psicoanalizando por un Sueño, que va el 1 de julio, son los espectáculos fijos de este año. Todo esto en referencia al público, a los compañeros y compañeras que vayan. Uno puede desear mucho y quedarse con las ganas. Estamos trabajando mucho y es una propuesta bastante interesante. Hilda y Freud es una mirada de Freud inédita y original”, consideró.
Grande, como es usual, bromeó con su interpretación: “Hago de Freud, me propusieron hacer de Hilda pero rechacé el personaje porque me parecía difícil componerlo a pesar de los tiempos que corren. Florencia Farías, psicoanalista, me lo propuso y me atrajo la propuesta”.

¿La vida real?
“Quizás lo que vivimos sea ficción. La idea de un presidente, un gobierno, la democracia, el bien común, la representación, las elecciones ¿Por qué no pensar eso? ¿Por qué no pensar que desde 1853 estamos en una ficción? Hablamos de diputados, senadores, presidentes, ministros y en realidad es una organización mafiosa que tomó el control del Estado. Se lo pasan: ‘este período es tuyo, este es mío’”, consideró sobre los vínculos hacia adentro de la clase política. “Es una ficción que pagan los desocupados, los jubilados, los trabajadores de Pepsico y tantos otros. Sabemos perfectamente lo que es el conflicto social, no es otra que lo que dijo Cavallo, el costo social del ajuste. La famosa frase es lo que quedó. No nos olvidemos de que por más diatribas del kirchnerismo de hoy, fue copartícipe del menemismo de ayer. Si vemos los frentes y alianzas que se han hecho, son ficcionales. La ficción como separada de la realidad es algo que habría que cuestionar”, interpeló. “Ya García Márquez inventó el realismo mágico. Creo que si a un presidente constitucional por tener fueros no cumple su condena es estar antes de la Asamblea del año XIII, que abolió los privilegios por títulos de nobleza. Son nobles: archiduques, condes, biscondes. Es una casta. Traficás armas, tenés fueros. Robás una lata de cerveza y vas en cana. Hay que interpelar fuertemente la idea de democracia que tenemos, que es encriptada”, definió Grande, tomando como ejemplo la confirmación de la condena al ex presidente Menem. Para el psicoanalista, “confundimos lo democrático con lo constitucional. En una discusión que tuve decía que los guerrilleros eran los únicos constitucionales porque la constitución prevé levantarse en armas. El no constitucional era Onganía y todos los que le siguieron, pero lo tenemos confundido. Es la teoría de los dos demonios”, sentenció. “Creo que estamos en un momento ficcional y, más allá de que Menem sea condenado, eso no tiene efectos. Nadie quiere aprender nada de eso. A nadie le interesa saber si un presidente es el capo mafia… repensemos todo otra vez. Repensemos el tema de los partidos políticos, del voto obligatorio, del plebiscito no vinculante, de los diputados, repensemos todo. Hagámoslo. Gente hay”, insistió con su propuesta.

¿Por dónde pasa lo importante?
“Las expresiones de resistencia, en la medida de nuestras fuerzas que no son muchas y nuestros recursos que no son tantos, valen la pena. Hay que denunciar y enunciar sistemáticamente. Cada vez que estoy, que puedo, que tengo ocasión de escribir, trato de decir todo esto. La militancia lo sabe, pero lo primero que habría que decapitar es el sistema de representación. En la Ciudad de Buenos Aires, las comunas no tienen poder propio. Demoler el Estado. Volver a plantearlo. Como árbitro, como conciliador de clases. Hay temas muy fuertes. Con las torturas y asesinatos reaccionamos con fuerza, pero reaccionamos. No reaccionemos, accionemos”, planteó Grande sobre posibles salidas. “En algún momento Víctor De Gennaro había planteado lo de la Constituyente Social y era una buena idea realmente. Buscar una nueva constitución, una nueva legalidad, una nueva legitimidad en casi todos los temas. Nos endeudan por 100 años y acá estamos. No hay mecanismos para parar eso y lo más grave es que, creo que a la mayoría le importa, pero no hemos sabido crear canales para expresar todo eso de alguna manera”, reflexionó sobre las dificultades para expresar desacuerdos o broncas. “Cómo salir de la queja y pasar al combate. También nos han enseñado que es malo combatir ¿Por qué no hacemos una jornada para discutir si el voto tiene que ser obligatorio? El voto obligatorio es ficcional. Al ser el voto obligatorio le da al elegido una representación ficcional”, analizó. Según Grande, “si el voto no fuera obligatorio, eso restaría legitimidad, daría una legitimidad facciosa. El poder es imposible de quitar, y va más allá de las elecciones. Si la sociedad votara una revolución socialista, no crean que se concretaría. Te bajan al candidato, impugnan las elecciones o dicen que fue fraude”, sostuvo.
El psicoanalista recurrió a un ejemplo mundial: “Pensemos en lo que pasó en Estados Unidos, ¿no es ficcional que acusen a Donald Trump de haber negociado con el servicio secreto ruso para ganarle a Hillary Clinton? Hay ficciones que tienen menos credibilidad que otras, creo que esta de un presidente que nos gobierna debería tener muy poca credibilidad. Todavía se habla de porcentajes, es más matemática que política”.
En este sentido, Grande insistió en que, más allá de las posiciones en primera instancia, “por lo menos deberíamos discutirlo, recordemos que Eduardo Pimentel se atrevió a discutir que el Servicio Militar no debía ser obligatorio (fue el creador del FOSMO). El mismo Menem tuvo que suspender la ley del Servicio Militar obligatorio. La obligatoriedad es al servicio del poder. No de que exista, sino de legitimarlo por los mismos que lo sufren. Yo voto a mis verdugos. Eso se tiene que acabar ¿Por qué estoy obligado a votar? ¿Por qué? Pensémoslo desde la perspectiva del poder. El poder quiere que sea obligatorio”, aseveró.