El drama de un taxista que denuncia a la Bonaerense por abuso de poder
Por Juan Diego Britos/ Tiempo Argentino
Jorge González Nievas se ahoga. Sostiene la foto de sus tres hijas con la mano derecha y llora. El silencio invade la pequeña habitación mal pintada de la Unidad 24 de Florencio Varela donde el morocho de 48 años paga culpas ajenas. Jorge lo perdió todo: la libertad, su familia, el trabajo. Desde hace tres años que no besa a su madre. Está solo, lejos de la humilde casa de Merlo donde vivió hasta ser condenado a 25 años de prisión, acusado de haber sido el autor material de un homicidio ocurrido en una salidera bancaria. Antes de convertirse en un expediente olvidado en el escritorio de un juez, Jorge era taxista; su vida transcurría entre la histeria del tráfico porteño y la tranquilidad de las cenas familiares. Pero esa rutina comenzó a desvanecerse el 24 de mayo de 2006, cuando una banda de delincuentes asesinó en Libertad, Merlo, a Analía Aguerre para robarle los once mil pesos que había retirado de un banco de Morón. Ese crimen cambiaría la vida de Jorge para siempre.
LA HISTORIA. Meses antes de ser detenido, a Jorge le balearon el taxi en la puerta de su casa. Nueve disparos nacidos del resentimiento de un marido engañado. Ocurre que el taxista se acostaba con la esposa de un vecino policía y la noticia había llegado a oídos del oficial, que no soportó la humillación y juró venganza. “Si no termina muerto, termina preso”, le dijo el policía a su mujer, que finalmente se fugó del hogar cansada de los maltratos.
El policía era amigo de Alberto Oscar Casco, jefe de calle de la comisaría de Castelar Norte y el mismo que participaba de la investigación del crimen de Aguerre. Desde el primer día, Casco se involucró personalmente en la detención de Jorge, que permaneció preso 35 días luego de ser señalado por un albañil en una fotografía que los agentes se habían encargado de mostrarle varias veces hasta convencerlo. Pero el juez Alfredo Meade anuló esa declaración por la violación de las normas procesales y liberó al taxista, que volvió a su casa y a su trabajo. Durante siete meses, Jorge trató de ser un hombre normal. No pensó en escapar y volvió a caer pese a que el reconocimiento en rueda de personas fue negativo y que durante los allanamientos en su casa los policías no hallaron el arma homicida.
En la oscuridad del calabozo de la comisaría Jorge recordó el origen de la fotografía que le estaba dando tantos dolores de cabeza. Tiempo antes de ser acusado por el crimen de Aguerre, el taxista había mantenido una discusión con un fiscal de Morón. En medio de la pelea, dos hombres se abalanzaron sobre el taxi de Jorge, que sacó un cuchillo para defenderse y terminó acusado por amenazas y uso de armas. Jorge jura que allí fue fotografiado por la policía, que luego usó esa imagen para direccionar en su contra la investigación por el homicidio.
Pero esto no es todo: se enteró en la comisaría de que el agente Casco habría recibido una casa para desvincular a otro imputado en el expediente. Un compañero de encierro le confesó que Walter Balcaza le habría entregado una vivienda a la mujer de Casco a través del falso abogado Silvio Cascella, cómplice de la cúpula de la comisaría, que por entonces manejaba el comisario Carlos Genel, actualmente detenido.
Jorge se esperanzó con el hallazgo y su esposa lo denunció ante el fiscal Fernando Bellido, hoy juez de la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías de Morón. Pero nada cambió: Alejandro Jons, fiscal de su causa, no escuchó ni uno de sus reclamos y elevó el expediente a juicio. Jons es otra de las piezas clave en el entramado de esta historia. En los tribunales de Morón muchos lo distinguen como “un fiscal con manifiesta vocación a confiar en conductas policiales sospechosas”.
El 31 de mayo de 2010, el TOC Nº 1 de Morón condenó a Jorge a 25 años de prisión. También fueron condenados Balcaza y seis personas más, a quienes se les comprobaron otros hechos similares en la zona norte del Conurbano. Todos tenían antecedentes por robo. Todos menos Jorge, que todavía jura inocencia.
“Están diciendo –dice el taxista– que maté a una persona, pero yo no soy asesino ni delincuente. Si me suicido, ellos cierran el caso y muero culpable.”
Ahora la causa está siendo analizado por Innocence Project, la ONG que investiga causas “armadas”. En Argentina la organización es liderada por el cineasta Enrique Piñeyro, director de la película The rati horror show, que desgranó la cadena de complicidades policiales y judiciales que llevaron a Fernando Carrera a pagar por crímenes que no había cometido. Como la de Carrera, la causa que involucra a Jorge tiene muchos puntos oscuros.
Mientras tanto, este hombre se refugia en Dios y confía en que alguien escuche su dolor. “No quiero que me liberen porque sí: espero la oportunidad de un nuevo juicio para demostrar mi inocencia”, pide el taxista, que guarda las imágenes de su pasado en una bolsa de nylon transparente y se despide con la garganta tomada por los recuerdos y la angustia.
El falso abogado y el comisario
En junio de 2011, el TOC Nº 3 de Morón condenó al oficial Alberto Oscar Casco a diez años de cárcel por quedarse con la casa de Walter Balcaza y por extorsionar a comerciantes. Según el fallo, Casco cobraba periódicamente dinero de la discoteca Studio Bar, del Hotel Ruta 7, de la panadería La Española, de un local de comidas rápidas, y de los bares Arena y Algún Lado. Casco respondía directamente al comisario Carlos Genel, ex titular de la comisaría Castelar Norte y hoy detenido por haber atacado la casa de la madre de Fernando Bellido, juez de Morón.
Genel quedó registrado por las cámaras de seguridad de la casa de la madre del camarista, en Hurlingham, cuando bajó de su coche, pateó las rejas y arrojó adoquines a la vivienda.
Por su parte, el falso abogado Silvio Cascella, nexo de la cúpula de la comisaría con los delincuentes a los que despojaban de bienes materiales para desvincularlos de causas penales, recibió seis años de prisión por tentativa de extorsión, tráfico de influencias, encubrimiento, falsificación de instrumento público y estafas reiteradas.
Oficio: Peluquero
Dice que para poder sobrevivir en la cárcel aprendió a cortar el cabello a cambio de cigarrillos. Ahora está en un pabellón evangelista. El vencimiento de la pena tiene fecha: Jorge recuperaría la libertad en febrero de 2027. Faltan más de 12 años.