En el mismo lodo todos revolcaos

Oscar Castelnovo

Así, el brutal femicidio de Micaela García, cuyo calvario fue usado, manoseado y manipulado por los, dizque, representantes del pueblo, medios de comunicación y mercenarios que se autodenominan periodistas, no sirvió para reflexionar sobre políticas públicas que eviten los femicidios, sino para aumentarlos. ¿Qué sería de los ingresos que reciben las empresas periodísticas por pauta publicitaria sin el rating que proporciona cada hecho violento difundido una y otra vez, cada femicidio tratado con el máximo morbo posible? Por caso, luego de que la joven Wanda Taddei muriera incendiada por su pareja, un centenar de mujeres sucumbieron de la misma manera. El mecanismo reproductor del pésimo tratamiento mediático que no cesa en su ambición de lucro salta a ojos vista.
Cómo se sabe, Micaela García era militante del Movimiento Evita, cabe destacar la actitud de Araceli Ferreyra, diputada de esa organización, quien no se prestó al oportunismo. También rechazaron el proyecto Pablo López, Soledad Sosa, Juan Carlos Giordano, Nathalia González, del Frente de Izquierda; Alcira Argumedo (Proyecto Sur); Julio Raffo (Diálogo y Trabajo) y Jorge Taboada (Chubut Somos Todos).
Por su parte, el líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, cuyo gran merito en la vida política es haber heredado el apellido y la fortuna que su padre, votó a favor. Asimismo, Ricardo Alfonsín, quien brindó el gran aporte a la ciencia política por vía genética, dado el parecido físico con su progenitor, también apoyó el engendro que, en realidad, fue creado por el radical-fascista Luis Petri y en su provincia, Mendoza, causó estragos desde su aprobación en 2012.
Esta es la casta política que será responsable del dolor del pueblo cuya extensión centuplicaron a corto plazo para no perder votos por derecha ni estar ausentes a la hora que se repartan los negocios que se vienen con las cárceles privadas, porque no les es suficientes con lo recaudado con las estatales. La actitud de estos, dizque, representantes del pueblo, revive a la década infame, aunque no hubo solo una en la Argentina. La presente, como las otras, repugna por los sufrimientos del pueblo que es la base esencial de la próspera calaña política que hoy timonea el despojo con total impunidad.