«Éramos los que teníamos que ir a morir»

Gabriela Barro Gil

En un salón del Club Atlético La Paternal, Carlos y Mario, héroes clase ’62 y ’61, respectivamente, narraron sobre el proceso de desmalvinización que comenzó con Alfonsín y argumentaron la necesidad de malvinizar hoy. Durante el acto realizado el sábado 2 en el Polideportivo Malvinas del Club Argentinos Juniors, el reconocimiento y honor hacia los ex combatientes emocionó cuando Alejandro, El Cuervo de La Paternal, les entregó “los chocolates que nunca les llegaron”, simbolizando con ellos un mimo pendiente, el mimo de la calle recibiendo a los jóvenes conscriptos con respeto y afecto. Ellos no combatieron para la dictadura, lo hicieron por la soberanía nacional. “La guerra existió, nosotros estuvimos allí”, el estaqueamiento, las torturas, la falta de comida, “lamentablemente te acostumbrás a todo. Pero ese no fue el problema, el problema fue el retorno”, afirmó Carlos, quien el 4 de junio del ’82 cumplía 20 años en pleno combate.

Carlos: -En marzo del ’81 ingresé al servicio militar obligatorio. Al año, cuando estábamos esperando la baja para irnos en abril, nos acuartelan porque había un aviso de “frenar” a las organizaciones que se juntarían aquel 30 de marzo pidiendo la democracia. Nos preparaban como para pegar en el estomago a la gente que quisiera avanzar; ejercicios del momento. Por suerte no tuvimos que salir. En aquellos momentos anuncian la recuperación de las Islas Malvinas, llamada Operación Rosario. Continuamos acuartelados, y un martes 13 salimos de Patricios en dos grupos. Una compañía fue a Malvinas. Salimos a las 5pm del Regimiento; a las 9pm partió el avión de El Palomar, aproximadamente; a las 12pm llegamos a Río Gallegos y a la 1am estábamos en las Islas. Dormimos a la intemperie, pusimos las capas plásticas en grupos de a diez y allí nos acostamos con las mantas mirando el cielo. A las las 7am, creo, estábamos levantados y comenzó la odisea, el desorden, no sabían dónde ponernos. Empezamos dentro del Regimiento 25 – donde estaba Seineldín-, que estaba dentro del Aeropuerto. Después pasamos al Regimiento Mecanizado C, de Mercedes como Gendarmería. Esto trajo problemas para el correo que recibíamos porque al principio nuestras familias enviaban las cartas al 25.

Mario tenía 21 años, los conscriptos que fueron con él eran clase ’63, es decir, 19 años de edad, recién se incorporaban a la conscripción, con un mes de instrucción. “La Fuerza Aérea incorpora en enero, los de clase ’62 se habían ido todos. En cambio, en el Ejército entraban en marzo, por eso fueron ’62 y ’63. Los únicos que estaban preparados todo el año era la Marina, porque incorporaban cada dos meses”, explicó

-¿Todo esto que contás era producto de la desorganización?
Mario: -Como estuvo desorganizado no, cómo se organizó. Porque cambiaron todos los planes cuando Galtieri dijo “que vengan los ingleses”. Porque los ingleses venían. Desde que empezó, sólo iba a estar el 25. Éste estaba dividido en el Aeropuerto, en Ganso Verde, Darwin, y en San Carlos. A comienzos de abril, empezaron a mandar de apuro a las tropas, las que se pensaban mandar del Sur no pudieron hacerlo porque Chile apostó tropas en la frontera. Por esta razón, son enviados los regimientos de la Mesopotamia, el 4, el 5, y el 12.

Yo estaba en Ganso Verde, base aérea Cóndor, nuestra zona era la 12. Había que llenar gente, y en el momento sacaban de una compañía y pasaban a otra y de esta última, se sacaba para otro lado. Además, era principio de año, lo que implica cambio de mando, por ello muchos jefes de compañía eran nuevos, no se conocían entre sí suboficiales, ni oficiales, ni a los soldados. Se fueron haciendo las cosas según como se iban presentado. Faltaron armas. Los barcos cañoneaban de 20 a 30 kilómetros y había un solo cañón de 155, el último lo mandan el 13 de junio. Nuestros proyectiles caían al agua.

-¿Cómo era el sentimiento respecto de las Malvinas?
Carlos y Mario: -Atravesamos distintas formas de nacionalismo. En aquel momento era el nacionalismo de la dictadura. A partir del ’83, la educación plantea que hay que desmalvinizar, pero antes de ello, lo que aprendimos era que las Malvinas son Argentinas, entonces nuestra sensación fue que íbamos a recuperar algo nuestro y había que defenderlo. ¿Cómo nos íbamos a negar? Lo que no sabíamos o no lo esperábamos era que íbamos realmente a una guerra.

ESTADO DE SITUACIÓN
Las compañías se conforman con un 25% de personal de cuadro y un 75% de conscriptos. Durante el período de instrucción obligatoria, Carlos agregó que fueron preparados para el desfile más que nada, no estaban preparados para una guerra, lo fueron aprendiendo a medida que acontecían las cosas. Quienes sí lo estaban fueron quienes se iban del frente de batalla.

Mario: -El problema no fue la preparación de los soldados, si no si lo estaban los jefes. Los jefes nos repartían, y luego se iban al pueblo a buscar órdenes. Mezclo cosas acá y allá, por ejemplo, en Ciudad tenemos el subsidio para conscriptos y civiles, un oficial se dirige a la Legislatura para reclamar el mismo subsidio ante el argumento de que las balas y las bombas no discriminan. Pero le contesté que “las balas y las bombas no distinguen las tiras, pero las tiras distinguen dónde está”. Porque el teniente coronel jefe del 12 estaba en el cacerío donde los ingleses no tiraban, y el general, jefe de toda la zona, se quedó en Puerto Argentino. Las unidades que combatieron es porque los jefes se quedaron al frente. Cuando no sabés, ves lo que hace el que sabe. Si el que sabe no está, ¿qué podés hacer?

-¿Qué es vivir una guerra?
Mario: -A veces no se puede contar, ¿viste como son las pelis de Vietnam?, que el que está hace tiempo va viene, se afeita. Lamentablemente uno se va a acostumbrado a todo, tenía más miedo antes del 1º de mayo porque nunca había escuchado tiros. Salíamos de la carpa con miedo, pero después te vas acostumbrando a las bombas, dormís.

Carlos: -Cuando empiezan las acciones bélicas el 1º de mayo, los primeros bombardeos de los barcos, se gritaba la alerta roja y al principio nos escondíamos, luego se nos hizo costumbre, ¿a ver para dónde caen? Recuerdo que jugaba al ajedrez con un compañero, sentados en la tierra, y ya ni nos corríamos, seguíamos jugando. El problema de la guerra es cuando volvés.

EL RETORNO

Carlos: -Se te hace tan piel esa forma de vida. Además de que nunca sabés cuándo volvés, tampoco sabés si volvés. El día que se anuncia el fin de las hostilidades lloramos todos, pero no sé bien por qué, si porque terminó, si porque perdimos, si porque volvemos a casa, no sé… Nuestro gran deseo era comer un sánguche de milanesa y una 7up, mientras pensábamos que con la vuelta a casa nos iban a ayudar, conseguiríamos trabajo, seríamos recibidos como héroes. Pero nada de eso sucedió. Volvimos más enfermos de lo imaginado, por eso tuvimos más de 400 suicidios. Desde la guerra hasta ahora ya van más de 2000 muertes por diversas causas. Además, cuando recién terminó la dictadura ya no había que hablar de Malvinas. Y ahora ni siquiera existimos para ningún gobierno.

Mario: -El 14 de junio de 1982 terminan las hostilidades, y ya en ese momento, antes de Alfonsín en el ’83, sentí la “desmalvinización” cuando venía para Buenos Aires luego de haber caído prisionero. Aquí el clima era de preocupación por el Mundial, no por lo que pasaba en las Islas, ya se habían olvidado, nadie nos apoyó, los únicos que perdimos fuimos nosotros. Todos fueron a despedirnos cuando partimos, al volver nadie nos recibió. Nos escondieron en los cuarteles, mi hermano me buscó por todos lados. Y aún no volvimos.

Carlos: -Los ingleses nos dejaron en Puerto Madryn, nos dieron de comer, nos hicieron lavar, les sacaron las tiras a los oficiales, nos saludaron y nos dieron un atado de cigarrillos. Al llegar, nos tuvieron escondidos. Dábamos tanta pena, tan arruinados, descompuestos, pie de trinchera, fiebre, así nos tuvieron encerrados 3, 4, 5 días. Nos daban de comer, para mostrar otra imagen, la mugre no nos salía, afuera de Campo de Mayo – en mi caso- a las familias no les decían quienes estábamos allí. Al final de esos días, llamaron a nuestros padres para buscarnos, antes de salir, con una pistola en la mesa, nos hicieron firmar un papel que no nos quejábamos de nada, que no hablaríamos con la prensa, etcétera. Éramos los que teníamos que ir a morir. En la guerra hubo estaqueamientos y torturas, aunque no todos los oficiales fueron responsables de ello, todos sabían lo que estaba pasando y nadie nos defendió.

-¿Cuáles son las prioridades hoy, después de 34 años?
Carlos: -Reclamamos un censo completo y actualización, así como reforzar el plan de salud y cumplir con la convocatoria obligatoria de Junta Médica que tenemos por Ley, una ley con vigencia pero sin reglamentar. Muchos no la conocen, y hubo gente que no sabía que hay pensiones. La contención y atención psiquiátrica no funcionan. Hoy en día, el menor tiene 54 años, hoy ya somos padres o abuelos. Las prioridades te las doy en sueños que algunos no se cumplirán: hay quienes les falta casa, otros con hijos discapacitados, otros sin trabajo para los hijos, y sienten una gran injusticia, un olvido. Para que uno se vaya en paz: “Di a la Patria, la Patria me devolvió”. Todo lo que logramos fue por la lucha del mismo veterano de guerra. Vamos a hablar a escuelas, explicamos lo que es Malvinas, no la realidad cruenta de la guerra, sino con el objetivo de malvinizar. ¿Qué significa malvinizar? Se trata de darle un sentido desde nuestra visión y sentimiento como pueblo, significa visibilizar una reivindicación histórica que la dictadura ha bastardeado en su sentido; y otros, los políticos, intentan sumergir en el olvido. No podemos permitir, ni lo uno, ni lo otro. Esa es nuestra lucha.

Todos los miércoles, los veteranos ex combatientes se reúnen en el Club Atlético La Paternal. Una cena los convoca, a veces van dos, a veces van diez, pero siempre están comunicados y realizan distintos encuentros de varios días en otros puntos del país, con muy poco apoyo de cualquier gobierno local o nacional. Mientras tanto, “estamos esperando esa vuelta. Ningún gobierno organizó un reconocimiento en la calle junto con la gente. Nosotros no fuimos invitados al desfile del Bicentenario, siendo los únicos que hemos combatido por la soberanía. Los que se metieron lo hicieron de prepo y le metieron una bandera con los 649 caídos delante de Aníbal Fernández”, recordó Mario.

(Fuente: Todo Paternal)

(gbarrog@hotmail.com)