Graciela Draguicevich es un Sentimiento, no puede parar

(Por Oscar Castelnovo /APL) A los 16 años, en los 60’, con sus compañeras de colegio imprimieron y repartieron un volante de texto singular que firmaron como (ERP-PRT), referían sin dudas al Partido Revolucionario de los Trabajadores, organización desde donde se alzaban los fusiles del Ejército Revolucionario del Pueblo. Aunque, si bien eran simpatizantes de la “orga”, no lo habían consultado con Dirección alguna. El volante reclamaba que a la chicas del colegio les dejaran usar medias tres cuartos y basta de medias largas que impedían ver parte de sus piernas. Una reivindicación más que justa, seguramente apoyada por todos los hombres y mujeres de los pueblos en lucha por su liberación. Mucho tiempo más tarde, luego de integrarse de lleno a la militancia, a la lucha armada, pasar años en cárceles y campos de concentración como el Banco y el Vesubio, la vida la pondría al frente de la Mutual Sentimiento de Chacharita, que acaba de cumplir 18 años de realizaciones en áreas tan diversas como encomiables. Graciela Draguicevich – de ella se trata- dialogó extensamente sobre su vida, los logros, las derrotas, los desafíos y, claro está, sobre Mutual que preside.

-¿Qué pasó cuándo el PRT-ERP vio el volante?
-Un día nos vienen a buscar unos muchachos: “Ah, qué lindo ésto, ¿lo hicieron ustedes?”.”Sí, con un grupo acá en la escuela”. “Bueno, pero ustedes están firmando, etc, etc, etc”. Y ahí empezó el contacto. Nos relacionamos con los compañeros a través de un ateneo que tenía una biblioteca. Nuestras labor pasaban fundamentalmente por relacionarnos con el barrio y demás. Después ya entramos en una orgánica y allí ya tuvimos otro tipo de tareas. Avanzaba el año 74, que ya se anunciaba bastante jodido. Luego el año 75 ya fue la debacle total, estaban las tres A (Alianza Anticomunista Argentina) en la calle, con enfrentamientos directos. Fue muy rápido todo.

-¿Participaste en la lucha armada?**
Por supuesto. En mayor o menor grado todos participábamos. Había gente que estaba en el ERP directamente y otros que estaba en el Partido pero todo el mundo estaba armado, con sus entrenamientos militares y demás. Era una organización armada.

-¿Cuándo te detienen?
-En marzo de 1975, hasta el 81.

-¿Qué hecho intenso de la cárcel recordás ahora? – Cuando incendian el Pabellón 7° de los presos sociales, frente al nuestro. Allí mueren quemados más de cien detenidos. Ese fue un momento muy duro porque además no sabíamos si venían también por nosotras, porque nos habían dejado abiertas las puertas de las celdas – cosa que nunca sucedía – y habían cortado el agua. Dos señales que, cuando se está incendiando un pabellón enfrente al tuyo, no son buenas. Un momento muy delicado. Pensamos que en algún momento hubo alguna contraorden, pero que en principio también venían por nosotras. Algo sucedió en el medio, el caso es que en un momento frenaron. Dentro de los milicos había dos alas, ambas sumamente represivas, pero una era más de barricada digamos, que sostenía que nosotros no teníamos que estar vivos, que todos los que estábamos presos –en realidad éramos rehenes en ese momento- debíamos morir porque no había forma de resocializarnos. Y en realidad con parte de nosotros tenían razón.

-¿Cuándo te diste cuenta de que habían sido derrotados?
-Hasta dos meses antes de salir mi papá estaba vivo. Él era militante y entonces todo el tiempo me traía novedades. Por supuesto supe de la derrota. Nos habían derrotado como organización pero no habían vencido a los ideales. Yo seguía sosteniendo que había muchas formas de resistir, que fue lo que hice cuando salí. Que no necesariamente tenía que ser la lucha armada. Que nos habían hecho pelota en ese plano y había que inventar nuevas formas. Había un grupo de compañeras que planteaban que ante la derrota teníamos que acostumbrarnos a ser solo amas de casa. Yo nunca voy a ser solo un ama de casa. Voy a seguir peleando.

-¿Alguna vez pensaste que quienes sobrevivieron lo hicieron para algo? ¿Para qué sentís que sobreviviste?
-Me tocó sobrevivir, llevar la mochila de todos los muertos que tenemos porque es una mochila que se lleva siempre. Pero también transformar eso en continuar nuestra lucha por otros medios, por los medios que uno pueda. Acá nosotros dijimos desde el principio que somos sobrevivientes de la dictadura militar y, como tales, armamos todo este tipo de cosas para que la gente sepa que se puede vivir de manera autónoma sin depender de las multinacionales. Para nosotros, estos 18 años han sido de lucha, organización y combate contra el egoísmo, contra el individualismo, contra la transa.. Nunca podría haber sido un ama de casa común, porque la forma de vida que te propone el sistema es absolutamente contraria a lo que nosotros vivimos. Nosotros vivimos toda una época que fue maravillosa porque directamente era relacionarse con los compañeros de una manera muy diferente a la que uno se relaciona con otra persona. Combatir en las calles junto a compañeras y compañeros pensando todo el tiempo en la vida de uno y en las vidas de los compañeros, la solidaridad que se gesta en eso, no hay con qué darle. Si tuviera que hacer de nuevo esa experiencia la haría sin dudar porque fue maravillosa, fue sentir, en ese momento de alza, de acompañamiento de masas, que hay otra manera de relacionarse en esta vida que es totalmente distinta a la que nos proponen, que hay una manera positiva, profunda y buena de relacionarse. A partir de ese modo de relación, nosotros establecimos también en las cárceles prácticas en que nuestras compañeras reemplazaban de alguna manera a las familias. Éramos una gran familia ahí adentro y no teníamos posibilidades de negarnos a alguna compañera que no nos gustara porque estábamos encerradas de a cuatro todo el día en cada celda. Eso fue un ejercicio muy importante, poder ver a la otra con otros ojos. Construimos con otros parámetros relaciones más profundas y con otro tipo de vínculos. Entonces, cuando salimos nos costó un montón relacionarnos, porque de muy chicos veníamos con la impronta de ese estilo de relaciones solidarias, combatiendo el individualismo. Fue durísimo cuando salimos. No nos salía relacionarnos de cualquier manera, tratábamos de juntarnos entre nosotros y ver cómo hacíamos, porque las normas del afuera eran y son totalmente distintas a lo que nosotras practicábamos adentro.

-¿Cómo surgió la idea de la Mutual?
En un grupo inicial de revolucionarios donde estaban también dos compañeros que ya fallecieron, el Bemba y el Oso, hacía rato que veníamos llamando a reuniones de ex presos, de liberados, de sobrevivientes. En realidad, para no decir que éramos un rejunte de lo que habían sido las organizaciones armadas, para no ser tan virulentos porque había mucha gente que había quedado medio paranoica y con razón. Entonces decíamos que eran reuniones de ex-presos. Nos juntábamos en las sedes de organismos de DDHH en los cuales varios de nosotros militamos muchos años, nueve en mi caso en la Comisión de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas en la calle Riobamba. Allí trabajamos construyendo las leyes de Reparación Histórica, sacando primero y principal los últimos presos y presas que quedaban aún adentro, que al final – en el gobierno de Alfonsín- eran catorce pero cuando yo salí, antes de Malvinas, eran casi trescientas mujeres y hombres. No teníamos un peso. El Osito vivía en Canadá, con el Bemba trabajamos un tiempo en empresas privadas y con la guita que pudimos ahorrar empezamos a armar la Mutual, que en principio la armamos como una red de contención propia que tenía dos patas: una, una organización política que se iba a llamar SOL (solidarios ante la opresión y por la libertad) y la social, que la forma jurídica que le buscamos fue la de una mutual, pero que era una red de contención, pórque teníamos compañeras y compañeros en muy malas condiciones de vida.

-¿Por qué el nombre “Sentimiento”?
Eso fue muy gracioso. Nosotros buscábamos algo relacionado con SOL, por solidario, pero estaba todo tomado. En el INAE, que es donde se habilita una mutual, uno va y reserva un nombre. Pero todos los nombres con esa partecita SOL adelante estaban ya todos ocupados, y como la burocracia de allí hace que vos presentes un papel en mesa de entradas, que te contestan al tiempo que ese nombre ya está tomado y así otra vez presentar otro papel, llevábamos varios meses con eso. Nos cansamos. Y un día le dijimos a una de las chicas de mesa de entradas que buscara ella un nombre. Buscó con la ese de SOL y encontró Sentimiento. En ese momento nadie tenía celulares como ahora para consultar en el acto a la distancia. Así que le dije que bueno, que le pusiera nomás Sentimiento. Y así quedó. A esa altura ya el nombre no nos importaba, queríamos que surgiera la organización. Al tiempito quedó formada ya la Mutual, luego pedimos una entrevista con el presidente de la Nación que era el turco Menem y que en ese momento se la pasaba diciendo todo el tiempo que él había sido preso político (faltaban dos o tres meses para que se fuera), y le dijimos y que habíamos sido presos políticos y que habíamos armado la Mutual y necesitábamos un lugar. Pusimos eso en una carta para no tener que comernos un sapo de publicidad con él, entrevista y que no nos dieran nada. Si nos decían que sí a una entrevista era entonces porque aceptaban el pedido. A los veinte días nos contestó que sí, nos recibió junto con Corach y Kohan unos cuarenta minutos y nos dieron este edificio, por lo cual este lugar nunca fue tomado, siempre fue legal, lo que pasa es que siempre trataron de sacárnoslo. Nos sacaban, lo recuperábamos y así, igual que El Galpón.

-¿Y por qué pensás que se los dio?
El turco era muy astuto. Cuando nosotros entramos él ya sabía vida, obra y milagros de cada uno. Nosotros íbamos con el DNI en la mano y nadie lo miraba, ya tenían recontra estudiado el prontuario de cada uno. Cuando entramos lo primero que le dije era que no éramos peronistas. Él me dice: Ya sé, Gracielita, ya sé. Entonces creo que fue una jugada, un tiro por elevación, porque si se le presenta gente de “la zurda” como decían ellos, a pedirle algo, que tuviera el atrevimiento de pedir una audiencia con él cuando era un cuco, porque cuando salimos de ahí muchos nos cuestionaron porque nos habíamos atrevido a hablar con Menem. Pero Menem era el presidente de la Nación. Ahí había que hacer el pedido estuviera quien estuviera. Además pienso que hubiera pagado un costo político si nos lo negaba.

-En tantos momentos que compartiste con tus compañeras en cana ¿hablaban, discutían cómo hacer las cosas a futuro?
-Sí, claro. Había distintos niveles de charlas, algunas se sostenían con un mate de por medio, en fin. Si hubo algo que nos mantuvo a todas cuerdas y sanas fue que todo el tiempo había trabajo para hacer. Estudiábamos, hacíamos gimnasia, alguna tareas manuales o varias cosas juntas, porque una leía y las otras hacían tareas manuales por ejemplo. Cosas que en Devoto estaban prohibidas y las hacíamos con campana porque nos exponíamos a un castigo y que nos sacaran las cosas. Así que desarmábamos toallas, por ejemplo, y con los hilos hacíamos macramé, bordábamos, etc. La visita sabia que nos tenían que traer toallas de colores para poder contar con hilos de colores. También estudiábamos mucho, debatíamos mucho sobre lo que había pasado. No sabíamos si íbamos a salir de ahí, eso lo tuvimos claro desde el principio. La derrota del partido no fue para nosotras lo más grave. Todo lo que se derrota se puede volver a construir. La militancia adentro estaba intacta, llegamos a ser mil doscientas mujeres. Noventa y dos por pabellón en Devoto, que fue junto con las cárceles de Rawson, Sierra Chica y la U9 de La Plata, donde los militares nos concentraron a todos después del golpe. Luego también en Caseros. Lo primero y principal que discutíamos era cómo íbamos a reestructurar la militancia. Nosotras teníamos la moral muy alta ahí adentro, lo cual era muy fácil porque vivíamos en una pompa de jabón, estábamos encerradas. Lo otro era la familia, porque teníamos una deuda enorme con las familias. En general nos habíamos de muy pendejas de la casa para militar, muchas habíamos pasado a la clandestinidad al poquito tiempo nomás, pensá que en 1975 se combatía en las calles contra la Triple A, un desastre, entonces un montón de nosotras estábamos clandestinas, lo que nos había impedido tener una relación fluida con nuestros familiares. Muchas de nosotras queríamos recuperar a nuestros hijos. Yo tenía a mi hijo de dos años que había quedado con mis padres porque por suerte logré tirárselos por una ventana cuando me estaban persiguiendo. Pero bueno, cuando yo salí, el 3 de noviembre de 1981, ese niño tenía nueve años.

-¿Pensás que esta construcción de la Mutual, del Galpón, cumplió con los sueños de aquellas conversaciones en la cárcel?
-Creo que en parte sí. Precisamente por todo lo que una aprendió del resto de las compañeras, por las charlas y los debates y la experiencia adentro. Había compañeras tupamaras, montoneras, de Bolivia, del MIR de Chile, todas traían un cúmulo de experiencias muy bueno y muy interesante. Y muchas compañeras eran más grandes que nosotras. Todo esto sirvió para ir armando, de alguna manera, proyectando cómo iba a ser el futuro. Cuando nosotras salimos, al tiempito nomás, estaba cerca la democracia, que era algo que nosotras prácticamente no habíamos vivido. La democracia o la constitucionalidad, si querés. Pero ni tampoco, porque desde que yo tengo uso de razón jamás la democracia respetó la Constitución Nacional. Si la hubiese respetado hubiéramos tenido una democracia bastante acomodada, pero eso nunca sucedió. Ninguno de los derechos de las personas que marca la Constitución están ni estuvieron jamás respetados: vivienda, educación, salud, nada

-La Mutual cumple con parte de los sueños, ¿La tarea pendiente es la Revolución?
-Eso es de todo el mundo, no solo de nosotros. Nosotros apostamos muy fuerte. Apostamos nuestra vida y nuestra libertad y la perdimos. Más no se puede apostar.

-En este marco ¿cómo reciben tu historia los jóvenes?
Hay distintas respuestas. Existen dos que ninguna es buena. Una es la admiración pero con la mirada de quien ve un animal extinguido en el museo de Ciencias Naturales. Una imagen con la que no saben qué hacer. Sobre eso les contaron o leyeron y de golpe se encuentran con una, que está viva. La otra es la posición de que el camino de las armas es el camino equivocado, que “provocaron el golpe”, etc.

-Sin embargo la Mutual está llena de jóvenes…
Sí, y es muy bueno, pero es una pequeñísima porción de la juventud. En lo que sí, hay una adhesión muy fuerte es en cuanto a la parte de ecología y salud ambiental. En eso hay cientos y miles de jóvenes que adhieren. Y creo que eso deviene de que no hubo una derrota en ese aspecto. En toda esta etapa lo que hubieron fueron siempre historias. Estuvieron en el NOA toda las organizaciones peleando contra la minería a cielo abierto, estuvimos todos peleando contra el glifosato, se dieron pasos muy grandes con eso. Hoy hablar de soja transgénica es un bajón, nadie la quiere. Esas fueron batallas muy duras que se ganaron y creo que los jóvenes apuestan a eso porque también hay un futuro allí.

-Estas son problemáticas por las cuales se pelea hoy, no estaban presentes en los ’70

– No, no existían porque aun no había aparecido la política económica de depedración y el hiperconsumismo. Todo el mundo pedía por la revolución industrial, porque cada vez hubiera más industrias y más obreros. Es más, para el marxismo/leninismo, uno de los puntales de la revolución son los obreros industriales, porque generan una visión de conjunto que fortalece la conciencia de clase. Una práctica cotidiana de producción en cadena donde cada uno necesita que el otro haga su parte, formatea la cabeza y sabés que tenés que trabajar de conjunto Para que las cosas salgan. Esto también conllevó a la situación de contaminación en la que estamos. ¿Qué es lo que pasó con Cresta Roja? Nosotros tuvimos cuarenta gallinas de Cresta Roja que las habían dejado encerradas en unos galpones gigantescos donde viven en condiciones realmente desastrosas, donde les cortan el pico para que no se picoteen entre ellas porque el encierro las enloquece y se vuelven carnívoras. A esas gallinas con sus patas destrozadas porque está constantemente sobre alambres, con lámparas de noche y de día para que no diferencien, sigan comiendo y engorden rápido, a esa basura la comemos nosotros. Ahora ¿Qué pedíamos nosotros cuando echaron a todos los de Cresta Roja? Que volviera a funcionar el terrible aparato de maltrato animal y de contaminación del ser humano, esa maquinaria de terror. Y lo único que necesitábamos era que les devolvieran los puestos de trabajo. ¿qué pasa con Pepsico? Todo lo que hace Pepsico es cancerígeno. Todo, hasta los envases. Si no decimos nada de esto, estamos peleando para volver a tener nuestros propios verdugos. A mucha izquierda le parece que tomar el poder es ir a los Cuarteles de Invierno (o a la Casa Rosada en este caso) y tomarlo y nos es así. No lo podés sostener. No lo sostuvo Nicaragua y no lo está consiguiendo Venezuela. No es así. El poder se construye y como consecuencia de ese poder que se va construyendo se va cayendo el otro. Yo estoy de acuerdo con que las últimas batallas serán enfrentamientos armados, pero con un pueblo que ya sabe lo que quiere y sabe a quién y para dónde seguir.

-En el llamado “Estado de Bienestar” el trabajador era necesario para la explotación y ahora muchísima gente es descartable porque apretanto la tecla “enter” puedo reemplazar miles de puesto de trabajo…
-Para el sistema hay gente descartable. Pero ¿no podemos inventar otro sistema de abastecernos que no sea trabajar en una empresa que está en contra de nuestra vida y la de nuestros hijos, que no sea Monsanto o Pepsico? Mi sobrina se recibió hace pocos años de bióloga y se iba a trabajar con Monsanto, que es el enemigo número uno de la vida en este planeta… Fijate que la cantidad de dinero que tiene guardado Bill Gates podría servir para que seis generaciones vivan sin trabajar. Él no la puede gastar nunca en este planeta. Eso no podría ser. Si Bill Gates no tuviera eso podríamos vivir en un planeta sin superexplotación, porque el sistema no sólo superexplota a las personas sino también a los animales y al planeta.

-¿Cuáles fueron los principales logros y obstáculos que tuvo la Mutual Sentimiento?
El principal logro es haber llegado a los dieciocho años de manera autogestiva. Acá no hay Planes, no hay subsidios ni nada. Algunas veces nos han mandado un dinero algunas compañeras o compañeros exiliados desde el exterior, pero nunca un Plan del Estado. Muy por el contrario porque lo primero que levantamos es la autogestión y la autonomía. Pero además hubo errores y retrocesos, siempre ligados a las luchas populares y a la lucha del individualismo contra la solidaridad hacia adentro de la Mutual. Siempre en un marco de una crisis como para mirar para arriba. Estoy convencida que aquella organización que no puede depurarse, sanarse a sí misma, está condenada al fracaso. Esta ha sido una organización que hasta ahora ha podido sanarse siempre. Pasamos por muchos gobiernos y muchas etapas. El tema de la ecología lo tenemos como fundacional que se empezó a desarrollar cuando acá los plantíos de soja empezaron a apretarnos el cogote. Trabajamos mucho por el tema de género también desde el principio. Entonces, en la medida en que la sociedad fue tomando esas temáticas nosotros ya teníamos una posición tomada como para ir reflejando y poder acompañar todo eso porque lo veníamos trabajando desde antes. Ese es un logro bastante importante para nosotros también. Otro logro fundacional es que nunca nos planteamos hacer las cosas solos. Siempre unidos en la diversidad y eso es lo que se cumple. Si recorrés los pisos verás que acá hay un montón de organizaciones todas juntas trabajando de alguna manera, podemos convivir, compartir los espacios. La Mutual abrió sus puertas a un montón de organizaciones que no tenían una sede. En cuanto a las dificultades son tremendas, desde el punto de vista económico, imaginate una mutual que no tiene como principal objetivo el lucro. Sin embargo se logran mantener un montón de puestos de trabajo, son muchas familias que hoy viven de la Mutual. Entre el Galpón y acá, en el edificio. Después, tenés los productores que traen sus cosas. Imaginate la cantidad de familias que dependen, por ejempo, de cada tarro de aceitunas que vendemos: los que cosechan, los que encurten…

-¿Me podés describir brevemente cada área de la Mutual?
-El Galpón es lo que nosotros pudimos organizar luego de la caída del trueque. La Mutual fue el nodo más grande de trueque de Capital en su momento. Tuvimos aquí cerca de cinco mil y pico de trocadores. Año 2001. Cuando por maniobra de Duhalde – que le tenía medio pánico a ese sistema- tiran abajo al trueque, nosotros empezamos a investigar y empezamos a construir el galpón juntando la economía social de lo que habíamos aprendido del trueque y todo lo demás, a pesar de que no teníamos moneda social y lo hicimos a través de la moneda capitalista, con ecología. Esos fueron los dos pilares formadores del galpón. La Mutual ya tenía la farmacia de genéricos que surgió antes de la ley de medicamentos genéricos. Y la radio también la teníamos. Cuando abrirnos la farmacia, una parte de los medicamentos se podía comprar con créditos del trueque. Era la única farmacia en todo el país que funcionaba de esa manera. El edificio lo recibimos en 1999 y estuvimos casi un año para reacondicionarlo y poder abrirlo. Sin un mango obviamente. Imaginate darle agua y luz a todos los pisos del edificio. Gas no tuvimos hasta luego de cinco o seis años. Fuimos abriendo de a un piso con muchísimo sacrificio. Todo el mundo trabajaba ad honorem. Ese fue un triunfo grande también. Con el trueque nos hicimos muy conocidos y establecimos muchas relaciones, porque al principio éramos los guerrilleros que, encima, el turco Menem nos había dado el edificio. No quedaba muy claro quiénes éramos. En el barrio nos miraban de reojo, así que el trueque nos hizo conocer y eso nos dio la posibilidad de empezar a abrir un montón más de servicios.

-Y la radio?
-La radio tiene un alcance de cuarenta cuadras a la redonda y sale también por streaming a todo el mundo. Es una FM comunitaria a la cual el kichnerismo jamás le reconoció la legalidad, no es como la radio de D’Elía u otras. Nunca nos dieron la legalidad por no ser kichneristas.

-¿Y qué estoy nombrando cuando refiero a El Galpón?
-Nombrás el primer lugar que tuvo Buenos Aires, la primera feria donde el productor se relacionaba directamente con el consumidor y donde las dos bases más importantes son la economía social y la ecología. Ahí vas a encontrar todo lo que busques orgánico o agroecológico o económicamente sustentable o sin veneno, como quieras llamarle. Desde artículos de tocador hasta alimentos, lo que quieras. Todo tipo de lácteos, panificaciones, productos cárnicos, verduras y frutas, vinos, productos veganos también.

-¿Qué tipo de carnes?
Pollo y cerdo hay todo el año. Luego, según la época del año hay chivitos y corderos. Hay patos, huevos de ganso y pato y fiambres curados a la vieja usanza. Funciona los miércoles y sábados de 9 a 18 hs.

-Hablame de los bachilletratos.
-Son una pequeña muestra de lo que te decía respecto de convivir en la diversidad, porque no son nuestros sino de dos organizaciones autónomas que han armado bachilleratos. Una es la del bachillerato Mocha Celis, primer bachillerato trans de Améica. Reúne a gente trans, travestis, lesbianas, gays, pero sobre todo travestis, que son la mayor cantidad, que tienen un espacio donde no hay bullying, porque de toda esa variedad de elecciones sexuales la más llamativa es la de las travestis, porque te encontrás cuerpos enormes, a veces con tacos y con cuerpos muy masculinos vestidos de mujer. Eso llama mucho la atención, y en un ambiente de una escuela secundaria se hace muy cuesta arriba porque no hay cultura y no hay tolerancia. En cambio acá ellas están estudiando con gente que no es travesti ni transexual ni nada por el estilo pero están tranquilas porque es su casa. El otro bachi es el Osvaldo Bayer que es un grupo de docentes que comparten una idea del mundo muy en sintonía con lo que piensa Osvaldo, bastante piola digamos. Son de tipo anarco y muy respetuosos de los derechos humanos de los pueblos originarios. Muy lindo.

-¿Esta interacción con los productores de El Galpón, los bachis, etc, implica interinfluencias? ¿En qué se manifiestan?
-En que uno aprende todos los días de todo el mundo. Si me preguntás en lo personal, no sé si directamente con las experiencias de los bachilleratos, por ejemplo, por sus horarios, pero sí con los referentes de esos espacios con los que nos sentamos a charlar, a establecer acuerdos y a desarrollar y estructurar determinadas cosas. Mirá, trabajar con gente transexual es un lindo desafío para toda la gente que tiene la cabeza tan cerrada. Ese no fue nunca mi caso pero supongo que habré ampliado más mi mirada, porque es comprender cómo simplemente esa diferenciación es nada más que de una elección sexual.

-¿La farmacia de la Mutual es más barata?
-Sí, porque las farmacias en general alimentan al dueño de la farmacia que se lleva la parte del león y tienen los mismos costos que tenemos nosotros: gas, luz, el contador, el farmacéutico que pone su título… La diferencia es que no hay un capitalista que se lleva la gran parte. Entonces ¿cómo se facturan los medicamentos? Nosotros tenemos la buena fortuna de encontrarnos con un CEO de Sada Pharma al que le llamó mucho la atención la cantidad de gente que había acá cuando pasaba con su chofer. Y un día se bajó y nos preguntó qué era esto. Le contamos y nos dijo que quería ayudar. Así que vino otro día y le dijimos que queríamos armar una farmacia. Nos preguntó cuánto necesitábamos y le dijimos nueve mil dólares. Bueno, trajo nueve mil dólares y nos los prestó y empezó a andar la farmacia. Un tipo que siempre fue muy humanista, una persona muy especial.. Esto era en pleno 2001. Después devolvimos ese dinero. Y además él nos presentó a un montón de laboratorios como si hubiésemos sido antiguos clientes de Sada Pharma a, o sea que nos comercializan como si fuéramos grandes farmacias y eso nos permite también tener precios inmejorables para la persona que los necesita.

¿Qué sintetizó el investigador y miembro de la Mutual Pedro Cazes Camarero?
Él logró sintetizar, a través de la nanotecnología, el remedio que combate eficazmente el mal de Chagas, el Nifurtimox, que Bayer había dejado de fabricar “por no ser rentable”. Esto fue hace unos años acá arriba, en el tercer piso. Es secretario de la Mutual. Este medicamento es sobre todo aplicable a nivel pediátrico porque sus partículas son de nanotecnología, lo que permite romper y traspasar la carcaza del bicho, del tripanosoma cruzi.

-¿Cómo es la relación con el barrio El Playón? – Acá vienen vecinos y vecinas al Galpón, a la farmacia, a los bachilleratos, a las cooperativas y a la radio. También a actividades culturales que hacemos y capacitaciones. Nosotros apuntamos la energía de la Mutual mayormente al barrio del Playón de Chacarita. Cuando vinimos acá ese barrio tenía más o menos unas cincuenta casas. Era muy pequeñito, muy pobre y muy mezlado con lo que había quedado de trabajadores ferroviarios. Hoy también hay una cantidad numerosa de familias, en su mayoría peruanos aunque no todos. Hay muchos argentinos también. Nos parecía que era la parte del barrio que más nos necesitaba. De cualquier manera nuestra oferta de productos del Galpón no es para ese barrio porque las cosas ecológicas nunca son baratas. La gente del Playón viene más bien a la farmacia, después tenemos dos programas del gobierno de la ciudad de Buenos Aires con los Puentes Escolares que toman los niños en horarios contrarios a la escuela. Muchos de ellos han dejado la escuela porque están en situación de calle, o porque sus padres tienen algún tipo de adicción o son alcohólicos, entonces estos profesionales los preparan para volver al sistema educativo. El otro programa se llama que es primaria para adultos. Ellos utilizan mucho esos servicios y también los bachilleratos. Hicimos muchas peñas que luego de Cromañón dejamos de hacer, cursos de baile, folclore, tango, salsa y todo fue de mucha participación.

-¿Cómo se vinculan con el gobierno de la Ciudad?
-Bueno, este fue un invento de la época de Aníbal Ibarra que antes se llamaba juegoteca porteña o algo así. Ahora las mandaron casi todas a lugares de la iglesia. Y dejaron los Puentes Escolares en pelotas, entonces estos chicos necesitan espacios porque el gobierno de la ciudad no les alquila lugares para que funcionen. Los mismos trabajadores de los Puentes Escolares buscan lugares y así vinieron acá. Nosotros les abrimos las puertas. Acá no viene ningún funcionario, al contrario, no le mandaron las meriendas durante un montón de tiempo ni les pagaban los salarios. Esto es en realidad una lucha de los trabajadores de estos programas.

-¿Cuánta gente habita el Playón?
-Unas seis mil y pico de personas.

-¿Las mayores dificultades?
Todas. No hay cloacas, no hay agua corriente potable, no hay electricidad sino estos enjambres de cables cruzados que con las tormentas se cortan y demás. Las cloacas están muchas a cielo abierto con las implicancias para la salud que sabemos. Las construcciones son precarias, muy elementales, húmedas, muy frías en invierno, muy cálidas en verano…

-¿Ahora quieren montar un negocio inmobiliario en el espacio del Playón?
-Sí. Y estamos todos en resistencia contra eso. En un ratito habrá una asamblea en la que nosotros participamos, donde la gente le va a plantear al Instituto de Vivienda de la Ciudad la problemática.

-¿Cuál es el principal reclamo del barrio?
-Ellos quieren la urbanización pero de manera apropiada. No pueden desarmarles todo lo que tienen ahí, hacérselo pelota y entregarle una casa de setenta metros cuadrados, de dos ambientes cuando la familia por ahí son seis o siete integrantes. Encima de todo eso, les van a cobrar por esa reorganización una cuota que ellos tendrán que pagar, lo cual los colocará en peores condiciones aún. Sí se la entregan, claro.

-¿Cómo evaluás el trabajo de la Mutual en el barrio?
-Siempre puede ser mejor. Nosotros tenemos una manera de trabajar que no es ir al Playón sino atraerlos con determinadas actividades. No vamos ahí en una época del año porque no nos interesan las elecciones ni hacemos campañas electorales. Allá se hacen reuniones de organizaciones del barrio a las que siempre nos invitan, colaboramos con ellos de todas maneras, armando páginas en las redes, colaborando con volantes o afiches cuando necesitan propagandizar algo, con contactos, les presentamos una cátedra de la Facultad de Arquitectura de Rosario que está haciendo una contrapropuesta más humana para todo esto. Estamos en permanente comunicación y solidaria.

-¿Y la experiencia de las Cooperativas de Liberados?
-Se conformaron cooperativas de personas que han estado en el encierro como Hombres y Mujeres Libres, Esquina libertad, entre otros, donde no hemos tenido un solo caso de reincidencia. Permanentemente realizamos un trabajo para revisar nuestros vínculos, nuestras limitaciones y egoísmos. ¿Quién no los tiene? Una lucha permanente interna y externa Porque vemos en esta forma una camino para seguir creciendo

-¿Cuál es el balance a 18 años vista?
-Mirá, siempre una tiene la sensación de que pudimos haber hecho más. Pero viendo el laburo en el barrio, El Galpón, los Bachis, los programas de Educación, la Farmacia, la huerta… En fin, todo lo que hicimos comunitariamente a partir de una creación de militantes revolucionarios, ¿cómo no sentir orgullo por tanto?