Rafael Cobo ingresó a la guardia del Hospital San Martín con una pérdida importante de sangre; la bala que impactó en su cuerpo dañó el hígado, el pulmón y el estómago. Rafael fue una víctima fortuita de la locura y el descontrol de Julián Cabañas, un agente de la Policía Local que, estando fuera de servicio, desenfundó su arma reglamentaria y empezó a disparar en el interior del Centro Cultural “En eso estamos”.
“El sábado a la madrugada me llega un mensaje de Ramiro, mi primo, avisándome que estaba viajando a La Plata con los padres de Rafael porque a Rafael le habían pegado un tiro. El y los padres estaban muy nerviosos aunque no les habían comentado la gravedad de su estado de salud. Cuando llegué al San Martín, estaba lleno de gente, de amigos llorando; un clima muy doloroso, porque el pronóstico era malo. Había perdido mucha sangre, la ambulancia no llegaba y lo cargaron en un patrullero, pero entre el momento del disparo y el ingreso al hospital habían pasado unos 40 minutos. La bala le afectó el pulmón, el hígado y el estómago; todo esto lo fuimos sabiendo a medida que nos comunicaban los partes médicos: la lesión del pulmón era leve, el riesgo de vida siempre pasó por la herida en el hígado. Lo principal era parar la hemorragia.
Recién hoy podemos respirar. El parte médico de ayer, posterior a la operación programada, fue muy alentador, Rafael respondió y hoy lo vimos bien, le sacaron el respirador. La operación fue muy buena; los médicos nos habían comentado lo que podían encontrar al volver a abrirlo y se encontraron con la mejor de esas posibilidades: al remover el packing, podía volver a sangrar pero no hubo problemas, no volvió a sangrar, y los médicos constataron que el resto de los órganos no presentaban lesiones. Ahora, hay otros factores de riesgo, nunca llega el fuera de peligro pero él está respondiendo bien y está respirando por sus propios medios.
El estado de ánimo es muy bueno. Hay mucha gente que está acompañando y se siente: su hermano, sus amigos de la facultad y de Tandil, amigos de la infancia, de la primaria. Fue muy emocionante ver la juventud y la fuerza de estos pibes para acompañar a un amigo; incluso, los chicos del centro cultural que, sin tener relación con Rafael, se acercaron y acompañaron y se juntaron con amigos de acá y de Tandil y del trabajo. Todos ofreciendo ayuda, haciendo fuerza por él. Estos hechos duros y dramáticos también unen, crean nuevos lazos de solidaridad en el dolor”.
La búsqueda de justicia
“A Rafael lo indujeron al coma farmacológico y sólo por momentos estaba despierto; en esos ratos, él podía escribir y pedía por alguien en particular y siempre, desde el principio, tuvo presente el pedido de justicia. Ya cuando lo estaban trasladando al San Martín, les pedía a sus amigos que esto no quede así y cuando pudo escribir lo mismo y, hoy, volvió a insistir con el mismo pedido de justicia. De a poco, empieza a hablar. El ánimo es bueno pero está todo el tiempo pensando en lo que va a venir: en su recuperación pero también en el avance del proceso judicial.
Hay dos reclamos precisos: el primero, que la persona que cometió esta locura, casi tragedia, quede detenido y no tenga modo de salir de la cárcel; que se llegue al juicio con él adentro. Estos reclamo los atiende la fiscal [Betina] Lacki, hoy junto con el padre de Rafael nos juntamos con ella y nos tranquilizó mucho su posición, una postura muy firme que se expresa en la carátula [homicidio doblemente calificado en grado de tentativa por la condición de fuerza de seguridad y por el empleo de arma de fuego] y se comprometió a mantener esa acusación; es un delito no excarcelable y nos dejó tranquilo saber que esta persona, este asesino en potencia, va a estar preso.
Y un segundo reclamo colectivo que debe canalizarse por otros espacios y que exige una respuesta del Ministerio de Seguridad: ¿por qué esta persona porta un arma?; ¿por qué llegó a ser policía?; ¿con qué preparación? La Policía Local se inauguró hace pocos meses y creo que es el primer hecho grave, espero que sea un caso testigo, que sirva para que no vuelva a pasar; debemos debatir la Policía Local, atender las inquietudes que se expusieron en ese momento y no fueron escuchadas. No podemos esperar que vuelvan a pasar otros casos como el de Rafael, no se soluciona con más armas y mucho menos si los que portan esas armas no tienen formación para hacerlo. Hay mucha gente nueva, muy joven y que se nota que no están capacitados para intervenir; tengo entendido, por lo que me comentaron, que los primeros en llegar al Centro Cultural después de los disparos eran efectivos de la Policía Local y no sabían seguir un protocolo de acción. Es muy preocupante e, insisto, debe debatirse, modificarse y, si es necesario, eliminar la Policía Local que, además, fue creada compulsivamente en el marco de la emergencia de seguridad y sin un debate serio, profundo.
Cada organización que se acercaba al Hospital nos llenaba de alivio. Yo lo sentía así. La CPM estuvo desde el primer momento y recuerdo que, cuando los vi llegar al hospital, lo primero que les dije fue precisamente eso: qué alivio. Porque en ese momento, uno está pendiente de la salud de Rafael y de acompañar a los papás, al hermano, de acompañarnos entre todos, pero algunos también tenemos la obligación de pensar cómo nos involucramos en la búsqueda de justicia, cómo seguir el caso y que llegue un organismo de DDHH, con el recorrido que tiene la CPM, y te ofrezca la solidaridad pero también el asesoramiento y que, estén, desde el primer momento acompañando las presentaciones judiciales, para mí es una tranquilidad. Y para Rafael también, estoy convencida que cuando él se levante va a acudir a estos organismos, va a trabajar con estos organismos para que el hecho no quede impune. Es una estructura que te está apoyando. Es muy tranquilizador”.