De Isabel, la madre de los Jones Huala, a Alberto, el padre de Darío Santillán, de la madre de Sebastián Bordón, al hermano del “Bocha” Rego, las historias se entrecruzan en este escenario popular, logrado a pulmón, sostenido por la militancia, con plena y orgullosa autogestión, como bien aclaró alguna madre a su turno. No queda familiar sin pasar, sin hacer escuchar su voz, sin compartir su historia. Van a hablar todas las que se animen. Y alguna que no, pero que será animada oportunamente. Será quizás la primera o la vigésima vez que nombre a quien las fuerzas represivas han asesinado. Sabe que esta vez es diferente, que este espacio lo han conquistado ellas y ellos, que nadie les regaló nada y que deben estar más unidas/os que nunca. Que su voz quizás le sirva a esa madre que aún no habla, a la que le cuesta no romper en llanto, para aprender juntas cómo se transita este camino.
Esta noche volverán a sus casas, felices por la batalla ganada, por esa trompada que le han asestado hoy al Estado. En esa unidad encuentran la fuerza para sobrellevar el vacío que les han impuesto y que nadie podrá ocultar. Son tantas y tantos los que faltan. Esas pibas y esos pibes están presentes. Las balas que los mataron no consiguieron extinguir la memoria colectiva.
Pasadas las 21 leerán un documento. No lo hará una, sino muchas pasándose el micrófono de mano en mano. Allí dirán algo más que cada historia particular. Unirán los pedazos de cristales en los que estallaron sus corazones cada vez y los cargarán de sentido político. Gritarán por milésima vez que el Estado es responsable. Se sentirán más fuertes, quizás invencibles, y volverán a sus hogares para reencontrarse con la ausencia. Mientras tanto, en el viaje, seguirán pellizcándose unas a otras para comprobar que cuando están juntas, la pesadilla no se va, pero se hace más soportable. Todos los pibes y las pibas asesinados por el Estado. Presentes. Ahora y siempre.
*Radio Gráfica, FM Riachuelo, La Retaguardia, Sur Capitalino, FM La Caterva, Agencia Paco Urondo.