Ingresar a la pequeña sala donde se lleva a cabo el juicio contra Yanina González, presenciar unos momentos ya logra dar al aire que ronda la causa. A veces pareciera un juego de teatralización por donde pasan la perversidad y lo más alejado de la esencia de las personas. Ver al Tribunal y como señalan a un testigo luego de su declaración “con esto pueden hacer una canción” apuntando al apoyo directo de grupos de mujeres que a pesar del calor, el viento o la lluvia, y de esta larga jornada de más de 9 horas, en reclamo legítimo y haciendo visible y contundente la presión hacia una sentencia justa.
Las jóvenes que soportaron la persecución policial dentro del establecimiento, sin una orden verdadera, pero con la disposición de “prohibido deambular” aunque sea tan solo para utilizar el baño de planta baja, baño que fue cerrado con llave por falta de agua, aun cuando se sabe que esto fue tan solo una excusa para restringir el ingreso. Nada hizo que se calle o apague el ánimo que se escuchaba verdaderamente hasta el último piso, el séptimo del edificio. La fiscal que un momento de la jornada dijo temer por su vida, se podría poner en contraposición a la vida de Yanina, la de su hija Tiziana y la memoria de Lulú.
Gabriela Conder, abogada de Yanina González y miembro de la Gremial de Abogados comenta sobre las primeras personas citadas a declarar: “Los primeros testimonios fueron de los peritos, la perito psicóloga y psiquiátrica. La verdad fue algo muy raro que una psicóloga diga que las cuestiones de género son algo en particular y no se puede generalizar en otras, eso me llamó mucho la atención, no era una especialista en género. Después hubo testimonios de la hermana del imputado (Alejandro Fernández) en otra causa, a mí me llamó mucho la atención que le hayan leído la advertencia de no poder declarar contra el imputado pero no era imputado en esta causa sino que era imputado en otra. También declaró el cuñado de Fernández. Después de eso vinieron los testigos de la defensa y recién ahí se pudieron introducir las cuestiones de discapacidad y de género.”
Muchos testigos se sentaron en la silla de las preguntas directas, algunos más nerviosos que otros, otros más precisos que algunos. Era evidente que los jueces Mirabelli, Andregin y Gossn querían terminar en este mismo día la rueda de declaraciones.
Maximiliano Brizuela, testigo por parte de la fiscalía, es efectivo policial. En su relato hace mención del accionar de los miembros de la fuerza en agosto de 2013. Es evidente como en el momento en que Yanina estaba en la comisaria en estado de shock sin poder decir palabras luego de haber fallecido Ludmila, y el único testimonio que fue escuchado y tomado como verdad de los acontecimientos es el de Alejandro Fernández. También se pudo conocer como se acercaron al barrio “a investigar a los vecinos de Yanina”, demás está decir que lo que buscaban era un testimonio que acredite la única versión de ese momento. Esto deja en claro como en conjunto actúa la mano patriarcal.
Veronica González Moreno, periodista y miembro de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI) conoció a Yanina al visitarla en la cárcel. Declaró sobre el “retraso leve donde el entorno no estimuló las potenciales” de Yanina, entorno que significa malos tratos, violencia, pobreza, poca escolaridad, acentuando que la relación discapacidad- pobreza-exclusión es un eje generalizado. Remarcó que “las personas con discapacidad no son enfermas” cuando la fiscal intentó desacreditar su testimonio al no ser ella médica.
Santa Noemí Aquino es la segunda mamá de Yanina, la mamá de crianza desde los dos años. Cuenta que de más grande iba a su casa cuando el papá la maltrataba. “Yo la vi crecer, Yanina era tranquila, no era violenta, era tranquila, una nena normal. Tuvo tres medios hermanos por parte de su madrastra Vanesa, Gabi y Joni y después de que ella falleció Yanina quedó muy desprotegida. A la vez convivía con mis hijas, se crió y compartió todo con mis hijas. Yo era la única con mi hija Carla que la iba a visitar a la cárcel, junto con los chicos del Gallo Rojo que nos ayudaban”.
¿Qué te parece todo esto, conociéndola así como la conoces a Yanina?
Siempre dije que Yanina no es asesina, es inocente para todos, porque imaginate que crió a su primer hijo a los tumbos y se lo sacaron porque tenía problemas con su papá, pero este señor vino y dio la cara acá, todo eso la favoreció a Yanina.
¿Por qué crees que pasa esto?
Ella tuvo mucha violencia por su padre, le pegaba y no tuvo una madre que la sacara adelante. Conmigo estaba pero su papá venia y la llevaba, no era mala, es una buena piba, tiene un corazón muy grande. Todas las chicas que la conocen del barrio te pueden decir que es una nena muy buena. Es una señora grande pero para mí es una nena.
¿Ella fue a una escuela especial?
Si fue pero yo no lo sabía, nunca ella me dijo ni su papá tampoco. Ella fue a la escuela hasta los 14 años.
Dentro de la sala, Santa Noemí, además de mencionar la violencia por parte del padre de Yanina, contó también que la había visto golpeada por Ricardo, el papá de Ludm*ila. En su vida se había naturalizado la violencia y los maltratos.
Yanina y su espacio
Bernardita Zempio pertenece a la organización El Gallo Rojo. Es maestra de dibujo pero también participaba en el “grupo de chicas” un espacio simple de encuentro de y para mujeres del Barrio Obligado. Fue ahí donde conoció a Yanina. “El grupo fue mutando con los años, no siempre iban todas las mismas chicas pero Yanina era una que sostuvo ir y era el único espacio en el cual participaba. Lo que organizábamos eran momentos que generen confianza y todas contábamos lo que nos pasaba en la vida, no era una terapia de grupo, trabajábamos desde lo cotidiano.”
¿Cómo era Yanina en ese entonces?
Conmigo era tímida al principio, con todos los nuevos siempre era tímida pero de apoco fuimos teniendo más confianza, riéndonos porque desde le humos se podía bastante como entrarle, es una mina que le gusta hacer chistes, es jodona.
¿Cómo era el vínculo entre Ludmila y Yanina?
Como dijo al declarar, Lulú era re mamera, quería mucho a su mamá y eso a mí me demuestra que cuando un nene quiere a su mamá es porque siente que ahí está protegido. Era así, ella y Lulú a todas partes, la llevaba, la cuidaba y en el centro le dábamos una mano con los pañales cuando no tenía.
¿Yanina hablaba de lo que le pasaba?
No, porque si bien ella participaba plenamente en ese espacio, su manera de ser era introvertida, tal vez con Ceci tenía más confianza por los años que se conocen y por ahí si tenía que contar o preguntar algo lo hacía con ella. Si sabíamos que la situación de Yanina era delicada pero no sabíamos en lo que estaba metida, no sabíamos lo terrible que estaba siendo su vida en ese momento. Yo ni sé como habrán sido los últimos meses pero el resultado fue que Lulú murió. Nunca jamás estuvo así Lulú, desde que yo la conocí a Yanina no había visto nada igual como ese lunes (el lunes anterior a la muerte de Ludmila) en que la vi a Lulú apagada y a Yani sin poder defenderse de esta situación. Ella ni siquiera era consciente, eso era lo grave.
¿Cómo fue declarar frente a la fiscal?
Bueno la fiscal me pareció una morbosa por el tipo de preguntas que me hizo, por ejemplo si miré a la nena en el cajón y si le vi los golpes detenidamente. Yo estuve en ese momento, eso que preguntó fue muy desubicado, por suerte los jueces la frenaron y no le permitieron eso. Se nota que esa mujer no tuvo contacto con nada de la realidad masiva, se manejó toda su vida en esos círculos en donde no puede comprender la pobreza, las problemáticas que tienen las mujeres, lo que es un centro comunitario, no entiende nada y ese es el problema. No tiene perspectiva de género y no sé que hace en una fiscalía que se dedica a eso.
Además de ella también se sucedieron en el juicio su compañero de El Gallo Rojo Nicolás Scherevert y Sergio Daniel Vargas coordinador de este y otro centro llamado “Para todos todo” también ubicado en el barrio Obligado, nucleados como otros muchos en la Red El Encuentro.
“No puedo hablar”
Raquel Disenfeld es psicóloga y fue convocada por El Gallo Rojo para visitar a Yanina cuando estaba en el penal de Los Hornos. Su extensa declaración tiene fundamento en sus años, en que todo puede ser bien entendido si se explica. Aún así desde el otro lado de la mesa y dada la extensión de la jornada, los jueces intentaron acotar su palabra: “Yo la conocí el 7 de agosto en una ocasión muy especial de ir el 17 que se cumplía el primer año de la muerte de Ludmila. Las primeras veces que fue estaba muy contenta fui con un compañero de El Gallo Rojo, Matías, y cuando llegábamos enseguida nos daba la nena y un poco conversábamos y le costaba mucho hablar las primeras veces. Cuando fui el 17 y después de hablar de diferentes temas le pregunté, ¿cómo es esto de que vos estás presa y Alejandro Fernández está libre? y me dijo “no puedo hablar, me embauco pero no puedo hablar. Entonces la respeté y después cambiamos de tema, estaba muy callada.
¿Ella sufrió muchas violencias a lo largo de su vida?
Sí, sufrió abandono de la madre cerca de los dos años, después dejaban al hermano y a ella encerrados en la casa. El padre es muy posesivo y la identificaba a ella con la madre. Yanina me contaba “mi padre piensa que yo soy mi madre y largaba todo como si fuese ella” cosa que es un comentario que una hija no asuma el lugar de hija da a muchas formas de maltrato. Además el padre la aislaba, no la dejaba estar con otras personas, tiene dislaria que es no saber decir la erre y esto la llevaba a estar muy callada. A ella no le gusta recibir órdenes y esto es una cuestión de dignidad, “no quiero que me ordenen ni que hablen mal de mí”, todavía no tiene lograda la lectoescritura pero hasta el día de hoy me decía que no quería que hablara de las violencias que había sufrido, por vergüenza y por no lastimar a sus seres queridos. Hoy lo que yo hice fue valorar toda la fortaleza de ella, porque estar embarazada, pasar por el parto y el pos parto en la cárcel, criar una nena y que este sana habla de mucha cuestión vital.
Disenfeld también en su declaración ante el Tribunal habló sobre el mecanismo de las violencias, de como una persona violenta tiene una proyección de destrucción de un otro, de cómo buscan encerrar en un vinculo a ese otro. La especialista hacia la analogía con un sistema de cautiverio en base a la posesión. Ojalá estas palabras sean tan abiertas como entendibles si tratamos de visualizar, ahora haciendo referencia, al sistema carcelario. Ella hablaba de personas, vínculos próximos y sus consecuencias profundas en el aparato psíquico, pero no es extraño ver las similitudes con condición de encierro.
Muchos elementos hacen a este todo, para algunos será un procedimiento, un cuerpo de letras, un legajo, un escrito lejano sobre un otro, para el resto es más que una mirada sobre la vida, es la vida mima. Los alegatos tendrán lugar el día martes 3 de Marzo a las 10 de la mañana, las organizaciones que apoyan esta causa convocan desde temprano a estar, acompañar y exigir la libertad de Yanina González.