“Lo que más sufrimos es la violencia con que nos sacaron. Ahí se me vino a la cabeza lo que pudo haber vivido un desaparecido, porque fue exactamente igual. Vinieron temprano tipo 6 y media de la mañana, con cascos, escudos, palos y gritando: ¡arriba señoras! ¡al pie de la cama! Nos esposaron, nos dijeron preparen sus cosas. Hubo compañeras que salieron en ojotas. Lo único que faltaba era la capucha. Primero se llevaron a cuatro travestis, ellas están alojadas en esta unidad por que tienen documento de mujer. Ellas no entendían nada, no sabían nada. No tenían nada para ponerse”, sostuvo María.
Algunas chicas, ya recibían golpes brutales en la cabeza, otras tenían sangre en la nariz y en la boca. Pero según María “la falta de información era lo que más nos lastimaba, había muchas irregularidades, nadie nos contestaba qué pasaba, nadie sabía o nadie nos quería decir por qué ese movimiento, porque esa barbarie”.
Luego, María subrayó que “el señor que vino en representación de Blanco, titular del Servicio Penitenciario Federal, nos dijo que ellos necesitaban 150 plazas y que acá habían trasladado a no sé cuántos genocidas. Cuando él justifica la movida que se hizo diciendo que hay superpoblación de presos por todas lados, yo le dije que si ellos hubieran traído presos que dormían en el piso, no me hubiese sentido mal, pero Ud. trajo genocidas, los cuales ocupan mi lugar. Y yo me sentí más mierda que los genocidas que metieron en mi lugar. No sé de leyes, pero sé que esta gente tiene que esta, en otros lados en cárceles de máxima seguridad, ¡Y nos sacaron a nosotras para ponerlos a ellos!”.
La emoción no paraliza a María, aunque el tono de su voz se modifica: “Las mujeres de afuera tienen que entender que si nosotras cometimos un error y lo estamos pagando, no dejamos de ser madres, esposas, hermanas, abuelas, novias, amantes. Sufrimos, lloramos y la única diferencia que tenemos que esas mujeres que están afuera es que estamos tras una reja, que no tenemos libertad, por eso yo digo que ninguna merece estar en la cárcel y mucho menos sufrir esta violación. Y creo que este gobierno que se embanderó durante toda su campaña con los derechos humanos, ahora está haciendo esto con nosotros. Esta todo muy hermético, se que han ido a visitar a las chicas que quedaron en la 31, les han prometido cosas, pero no se qué es lo que van a hacer. En verdad todos creemos que van a terminar trasladándolas a Salta y a La Pampa donde ya mandaron algunas”.
Finalmente, María sostiene que psicológicamente todas quedaron muy mal: “ hoy nos cruzamos y nos abrazamos porque sentimos que fue eso: una violación. No solo a nuestros derechos como presas sino a nuestros derechos como mujeres. No tenemos explicación, el momento ya lo pasamos y fue durísimo, nos cagamos de frio, algunas no se pudieron ni abrigar, yo llegué a ponerme las zapatillas sin medias y parecerá tonto lo que voy a decir, pero pensé ‘van a cerrar ésta celda y se va a morir la plantita que me regalaron para Navidad’, entonces la salvé: la puse afuera, detrás de la ventana”.
Agencia Para La Libertad, periodismo de intervención social
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