Audiencias, alegatos y testimonios
“El panorama quedó claro”, señaló Jaime luego de escuchar el fallo del juez Martín O`Connor, porque no se pudo demostrar lo que le imputaban a él y a sus compañeros. “Es un primer paso, con esto iniciamos el camino”, dijo el defensor público Marcos Ponce. “Así se visibiliza lo que está ocurriendo en la zona con la respuesta del Estado a la protesta social y política”, agregó. Una hora y media duró la lectura del veredicto, en medio de las sensaciones encontradas de los imputados, que fue armando el mapa de todo lo que sucedió aquel 10 y 11 de enero de 2017. “Apareció la palabra absolución y se abrió algo nuevo en nuestras vidas, porque hasta acá solamente vimos injusticias”, resumió Jaime. Hubo una sola condena, la de Buchile, porque el magistrado consideró que cometió “resistencia a la autoridad”, por haber esquivado al patrullero desde el cual los policías de Chubut les disparaban a ellos. Le dieron diez meses de prisión en suspenso, que será apelada por su abogado defensor, Edgardo Manosalva.
El reino del revés
Los cinco aún esperan que arranque otra causa, la que iniciaron contra el Estado, porque los policías y empleados de Benetton que los secuestraron y torturaron siguen impunes. “Los vamos a desaparecer”, les habían dicho cuando los detuvieron, en lo que fue la antesala de la cacería del 1º de agosto tras la cual Santiago Maldonado estuvo desaparecido, hasta que su cuerpo sin vida apareció el 17 de octubre de 2017 en el río Chubut, en la Pu Lof en Resistencia de Cushamen.
El 10 de enero de ese año, Huenelaf, Buchile, Huenchupan, González y Jaime –junto a los hermanos Seguí, sobreseídos por abigeato– respondieron los pedidos de ayuda porque FM Alas relataba que había heridos graves en la Lof. “Fue muy triste y desconcertante, mujeres dijeron que se iban a incendiar junto con sus hijos si volvían los gendarmes”, recordó Jaime. Al llegar a la Pu Lof vieron los destrozos y la comunidad pidió autos para ir a buscar sus caballos, que habían sido robados por los efectivos. “Me sumé con dos amigos con su camioneta, pasó un camión con caballos, alguien gritó ‘vamos a ver si son los nuestros’, intentamos ponernos adelante para pedirles que se detuvieran, y ahí la persona que manejaba saca una pistola y empieza a disparar”, relató Jaime. “Se sumó otro vehículo que nos disparó con armas largas. Decidimos llegar a El Maitén, pero se interpuso un patrullero y desde ahí también nos dispararon. Hubo balazos y un fierro me pegó en la escápula”, agregó. Durante el juicio quedó en evidencia que no había ninguna prueba para sostener el relato policial de que los agredidos habían sido los agentes de seguridad. El juez consideró que la “duda razonable” beneficiaba a los imputados. Consultado por PáginaI12, el abogado Manosalva sintetizó así la sentencia: “Ni armas de fuego, ni molotovs, ni lesiones, ni terroristas: la gambeta judicial de la ‘duda razonable’ para no desenmascarar por completo el armado policial”. Según el abogado, “las fuerzas de seguridad habían emboscado a un grupo de civiles, les dispararon con balas de plomo y antitumulto, los persiguieron, los tuvieron detenidos sin dar información durante doce horas en diferentes lugares y armaron un montaje con pruebas que nunca aparecieron. Es evidente que borraron las que los comprometían, trucharon actas y mintieron en las declaraciones”. Manosalva agregó: “Benetton prestó camionetas y personal ese día para salir a cazar mapuches, su mayordomo admitió que manejaba una junto a policías”.
Cuando llegaron al hospital viejo de El Maitén, los golpearon y los llevaron a la cárcel de esa localidad. A pesar de los gritos de las mujeres mapuches, a quienes los policías les habían dicho “indias sucias”, el fiscal Carlos Díaz Mayer las desconoció. Estaban desaparecidas porque la policía las había detenido pero no lo reconocía. En Esquel aparecieron otros tres integrantes del grupo de apoyo, Ariel Garzí –quien en abril conocería y se haría amigo de Maldonado–, Ricardo Antihual y el hermano menor de Facundo Jones Huala, Nicolás, también muy golpeados.
“Detrás de toda esta gran patraña política mediática y judicial están Benetton, Bullrich, Nocetti y el difunto Mario Das Neves”, dijo el abogado Carlos González Quintana, desde Córdoba. Él había logrado sacar a las mujeres de la cárcel de El Maitén, a pesar del ninguneo del fiscal Díaz Mayer. Durante las audiencias dos empleados del magnate italiano, Ronald Mac Donald y Gonzalo Graña, habían permanecido muy serios pero luego de la sentencia absolutoria se retiraron visiblemente ofuscados. En cambio, los absueltos salieron de la sala con el puño en alto y gritando “marichi wew” (diez veces venceremos). En su alegato final, Jaime había dicho: “No me arrepiento de ser una persona solidaria y consciente, volvería a hacer lo que hice aún cuando nuestra propia vida está en riesgo”.