La llamamos Ley Sepultura porque – de hecho- extenderá la permanencia de los privados de libertad, en las cárceles de mala muerte del país, haciendo cumplir las condenas “de punta a punta” arrasando sus derechos Desde la Procuración Penitenciara de la Nación, organismo de contralor del Servicio Penitenciario Federal, Ariel Cejas Meliare indicó a esta Agencia: “Se trata de un proyecto que propone aumentar la prisión preventiva y elimina el régimen de progresividad de la ejecución penal para la mayor parte de los condenados, pues impide el acceso a salidas transitorias, semilibertad, libertad condicional y libertad asistida. Esto conllevará el cumplimiento íntegro de las penas para los condenados por la mayoría de los delitos que actualmente son alojados en las cárceles federales, incluyendo los penados por delitos no violentos como el tráfico de drogas a pequeña escala. Además, implica avanzar sobre la autonomía provincial, pues pretende extender este criterio restrictivo a las legislaciones locales”.
A la vez, Cejas Meliare señaló que el proyecto “contraviene los estándares constitucionales de resocialización y reinserción social de los penados contenidos en la actual Ley, los cuales fueron reconocidos tanto por nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación como por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y están previstos como finalidad de las penas de prisión en las “Reglas Mandela”, que constituyen la normativa de Naciones Unidas para el tratamiento de los reclusos”.
Además, cabe señalar que este engendro dificulta “in extremis” los derechos al trabajo y educación intramuros, entre otros. Se sabe que el único derecho que pierde una persona presa es el acceso a libertad ambulatoria pero con la Ley Sepultura carecerá de todo estímulo, al tiempo que se resentirán sus vínculos más cercanos al anularse la progresividad – en los hechos- , en el llamado tratamiento. Entonces, ¿de qué reinserción, de qué resocialización estamos hablando? Nada de eso sucederá, por el contrario intensificará el resentimiento con que suele salir al cruzar las rejas alguien que sufrió el verdugueo permanente sobre su persona y también sobre sus familiares.
Prisión abierta
Elías Neuman, criminólogo, abolicionista y poeta – quien nos dejó hace unos años-, solía asegurar: “Así como no se puede enseñar deportes en un ascensor, no se puede educar para la libertad en el encierro”. Neuman, fue autor de decenas de libros, entre ellos: Victimología, Las penas de un penalista, La sociedad carcelaria (en colaboración con Martín Irurzún), Sida en prisiones. La actualidad de un genocidio y Prisión abierta. El criminólogo criticó “la creencia de que las penas severísimas son una forma de prevención”, ya que “el gatillo fácil, pena de muerte extrajudicial, no sirvió para disuadir”. También cuestionó la formación universitaria: “Los graduados ni siquiera saben cómo hablar con los cientos de miles de personas excluidas. En el fondo es un problema de clase. Y en las facultades de derecho se trasmite el saber cómo quien trasmite el poder”. A la “Prisión abierta”, un copioso volumen, Neuman la propuso precisamente como una etapa intermedia entre las rejas y el abolicionismo al cual aspiraba.
Sin embargo, la reforma a la 24660 recorre el camino inverso, dado que anula el régimen de progresividad de las penas que tiende a la gradual reincorporación del condenado a la sociedad y fomenta la superación personal a través de herramientas como, por caso, el “estímulo educativo”.
El mundo
En países como Suecia, Noruega y Holanda, en estos años se demolieron numerosas prisiones por falta de presos y, claro está, de delitos. En primer lugar, hay una repartija muy distinta a la nuestra respecto de los bienes materiales y culturales: ESTA ES LA PRIMER CAUSA DE LA BAJA DEL DELITO. Y luego, estas naciones acuden a penas alternativas al encierro que no pulverizan la entidad humana y son beneficiosas para la sociedad. ¿Por ejemplo, a quién le sirve que una mujer madre de tres hijos vaya al infierno carcelario por un delito de la pobreza como es el mini tráfico de drogas? Lo más probable es que los chicos excluidos y sin mamá, a la deriva, terminen también institucionalizados. Porque, claro está, los pibes son el último eslabón de una cadena delictiva comandada por adultos, generalmente uniformados. ¿No sería más razonable el arresto domiciliario o tareas comunitarias que las rejas? Claro que entonces, nadie podría usufructuar los 40 mil pesos por mes que el estado destina por cada presx en cárceles federales.
El plutócrata Mauricio Macri sostiene que ahora estamos insertos en el mundo; y en el tema que nos ocupa copió lo peor del planeta: Estados Unidos, donde toda la ferocidad represiva no logró reducir el delito sino acrecentarlo.
Plutócratas y votos
Sin ir más lejos, las mal llamadas “Leyes Blumberg”, aprobadas en 2004, que impusieron penas draconianas, solo produjeron mayor cantidad de seres en el infierno enrejado y el aumento del delito. Decimos “mal llamadas” porque Blumberg era ingeniero y no legislador, aunque luego nos desayunamos con que estudió en una universidad alemana que nunca existió. En 2004 el kirchnerismo tenía mayoría en ambas cámaras del Parlamento y el oportunismo de todos los legisladores que votaron esas leyes los hace responsables, del mismo modo que la historia juzgará a los que ahora agraven la situación del país con el miserable propósito de ganar votos.
Las cifras son inapelables: Néstor Kirchner asumió con 46.600 presos – a nivel nacional-, y se fue de la presidencia con 52 mil. Con esa cantidad llegó al gobierno y Cristina y en 2015 se retiró con 70 mil. Con la gestión Macri se elevó esa cifra a 84 mil seres humanos en el encierro, donde muere un presx cada 37 horas y se torturan todos los minutos y cada segundo. La dictadura nunca se fue de las prisiones ni de los barrios. Nunca se retiró de la pobreza.
La cárcel es un sitio para la devastación humana de pobres y retobados, al tiempo que un gran negocio para el capitalismo y los oportunistas del sufragio, realizado sobre la sangre de lxs hijxs más vulnerables del pueblo excluido. La reforma a la 24660 solo sumará más escarnio y más dolor: ¡No lo permitamos! ¡No a la Ley Sepultura!