Con una tarde lluviosa, el otoño en marzo del 76 estrenaba sus días, rodeando la gran mesa de gastada madera, donde se amasaba el pan y se compartía con quien estuviera lo mucho o poco que había, entre charla y el mate compañero estaban el padre, a madre, los hermanitos pequeños, el tío materno y un amigo de la familia.
Pablo y Mainumby, los hermanos mayores, hacía unos meses que cumplieron años: él 17 y ella 10, eran inseparables con sus sonrisas contagiosas y mil travesuras a descubrir en las siestas pueblerina. Ellos estaban en un cuarto leyendo y dramatizando “Las medias de los flamencos”, entre mezcla del Yasí Yateré y sapos encantados. Entonces escucharon que entraban a los gritos y abriendo la puerta a patadas de la humilde casita de madera, salieron corriendo hacía la cocina y allí vieron a un hombre de uniforme verde oliva que violento daba órdenes a los otros milicos, que empujaban contra la pared al papá, al tío y al amigo parados con las manos atrás los golpeaban preguntando sin cesar, mientras la mamá cubría con el cuerpo a los niños en un rincón.
Al ver a Pablo lo agarraron del brazo y lo pusieron junto al papá, Mainumby callada lloraba, no comprendía por qué hacían eso, fue a abrazar a su hermano y a su papá – quería protegerlos – intuía en su inocencia que algo estaba muy mal.
“Papeles subversivos y sospechosos”
Estos desconocidos con el odio en los ojos, rompían todo a sus pasos, llevaron a los golpes a toda la familia al patio trasero y frente a ellos quemaron los muchos libros, los únicos tesoros que nunca faltaban en la casa, también las fotos testigos de la historia del hogar…algunos escritos y documentos se los llevaron, eran parte del trabajo de periodismo que hacía el papá. “Papeles subversivos y sospechosos”, dijo el jefe de verde…quien dio otra orden y los demás empujaron a toda los que estaban en la casa adentro, entonces, subieron al padre, al tío y al amigo a un camión, Pablo y Mainumby se miraron, él le dijo “no tengas miedo” intentó abrazarla pero de un culatazo en la cabeza quedó tirado en el suelo.
Aquella niña nunca supo cómo fue que se encontró mordiendo la mano del gendarme que arrastraba a su hermano, el cobarde le dio un empujón y tiró al adolescente al camión, Pablo le sonrió triste a su hermana…la mirada de su padre dulce y calma, daba fuerzas a su compañera, madre de sus hijos.
En el barrio con calles de tierra, solo se veían varios hombres de verde y policías, la lluvia gris ahogaba…La niña intentó seguir a aquellos que sin explicación se llevaban a quienes más amaba, los persiguió un trecho sin éxito, los hombres armados iban muy rápido con parte de su familia hacía un lugar incierto y oscuro, ese día ella conoció la violencia…de un golpe!!
Pasaron horas, días, meses, años y ninguna noticia, mientras crecían sin padre y sin Pablo, su madre trabajaba, buscaba y lloraba en silencio por las noches. Después de seis largos inviernos muy fríos, el PEN – Poder Ejecutivo Nacional – decidió que algunos presos políticos podían ser libres para Navidad, entre ellos estaba su papá…
Cuando Mainumby estaba cursando la última etapa del secundario, en pocos meses cumpliría diecisiete (la misma edad que tenía su hermano al desaparecer) le avisaron que alguien vendría buscarla, esa mañana se hizo pesada, la galería de la técnica interminable y el silencio abismal, la acompañaban un Profesor y el Director. La niña, ya adolescente, llevaba un libro entre las manos detrás de la espalda que si respiraba seguro se moría asfixiado!!
“Pablo no va a volver”
De pronto allí lo vio, delgado al extremo, casi irreconocible, el rostro huesudo, hasta parecía más bajo, era una sombra del hombre corpulento que solía ser…su papá había regresado, volvió!! Mainumby no pudo hablar, el libró se deslizó de sus manos al piso…ella buscaba con la mirada, inmóvil, su padre se dio cuenta y con la fortaleza que se precisa en ese momento, la miró con húmedos ojos lejanos y le dijo “Pablo…no va a volver” y se le quebró la voz…
Ella quiso no haber escuchado esa realidad, pero comprendió en su totalidad su significado, sintió que la espinas de las palabras sangraban su voz y los ojos tenían un sabor muy amargo…y en vez de abrazar a su papá ,lo que tanto soñó, a pasos apurados buscó la salida, a unos metros estaba la ruta, entonces corrió, corrió sin rumbo fijo, sin parar, con los ojos ciegos de dolor y el grito mudo…hasta que se le aquietaron los pies, el aire latía en sus sienes, alzó la vista y se dio cuenta de que había corrido 14 kilómetros y unido tres pueblos en su desesperada carrera.
Su familia estaba incompleta, faltaba uno, su hermano, su compañero de juegos, de charlas profundas, de aventuras en barquitos de papel en los charcos de lluvia, de barriletes rojos, de lecturas de poemas, enseñanzas del Che, de organizar las luchas campesinas. Pablo que socializaba conocimientos de noche, alfabetizando a los campesinos pobres con quienes trabajaba, su hermano que tocaba la guitarra y con sus travesuras alegraba las noches más oscuras. Pablo que se olvidaba de su timidez cuando defendía los derechos de los oprimidos, él que compartía con alegría su pan… Ella levantó los brazos y pegó un grito profundo… una bandada de pájaros cruzó el cielo…
Mucho tiempo no encontró las palabras, se quedaron estancadas…“Pablo no va a volver” era un eco continúo… Unas semanas después, Mainumby fue hasta el río Paraná, donde su hermano le enseñó a nadar, cortó su larga melena al ras y mientras la arrojaba al río juró algo en secreto…Y… es que a veces a los niños le destruyen los inocentes sueños, ella tuvo que madurar de un golpe por segunda vez…espera, sabe que algún día será…La niña se hizo mujer, junto a su padre nunca dejo de luchar por su hermano y todos los compañeros que no volvieron “…más de treinta mil” es otro eco que repica.
“Usted es gendarme”
Un día, veinte años después, la vida le dio lo que esperaba, en el edificio al lado de su casa, vio a un hombre entrar cajas, se estaba mudando, ella lo reconoció sin dudar, estaba más avejentado, aún así sabía muy bien quién era.
Mainumby no dudó un segundo, se acercó, él la miró y sin perder tiempo ella le dijo “Usted es gendarme” (le dijo el nombre), sorprendido el hace un gesto de disgusto y le pregunta – “De dónde me conoce, usted quien es, cómo sabe?”
Ella responde “yo soy la hija de un ex preso político, en marzo del 76 usted junto a otros asesinos entraron a mi casa, se llevaron detenidos a todos los hombres que estaban en la allí..Usted arrastró a mi hermano Pablo que aún está desaparecido”.
El impune cobarde tartamudeó pálido, dijo algunas incoherencias para salir del paso, los vecinos que escucharon quedaron atónitos. En ese momento el gendarme le declaró la guerra a Mainumby, ella a él ya hacía varios años antes, lo escrachó en todo lugar que iba y le gritaba el nombre de su hermano, lo denunció ante las autoridades, gracias a esa denuncia aparecieron testigos y más denuncias en otras provincias contra él y otros milicos.
Solo quería correr 14 km otra vez
El 17 de Mayo del 2013. Mainumby se levantó temprano para ir a trabajar como todos los días, pues así es la vida de un feliz proletario, le empezaron a llegar mensajes y llamados de familiares, amigos y compañeros de luchas para decirle que tenían que ir a festejar porque el genocida Jorge Rafael Videla se había muerto, no respondió a nadie, otra vez las palabras le fallaron…No podía sentir nada por ese asesino, solo tenía la viva imagen de su papá y escuchaba el eco de su voz “Pablo no va a volver”.
Piensa en los siniestros milicos carroñeros, en los cómplices civiles partícipes del genocidio, en un sistema que todavía oprime, asesina pobres, que la impunidad sigue libre todavía…en los que traicionan la sangre de los desaparecidos…en que los engendros del odio siguen queriendo evitar la vida, pero la memoria activa la protege…En que sigue sembrando flores que lleven a Pablo al camino de vuelta a casa …
Piensa en que los siniestros militares no pensaron y cometieron un error, porque no se dieron cuenta de que su hermano Pablo vive en ella cada día…y se pregunta ¿cómo puede haber perdón si jamás habrá olvido??
En esa fecha en que todos estaban felices porque se murió Videla, ella solo quería correr 14 kilómetros otra vez.
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A MI HERMANO
¿Te acordás hermano, compañero amigo,
cuando me enseñaste a caminar
tras un barrilete rojo?
Tan rojo como el hilo que nos une…
y me decías que al camino de la vida
le guían todas las estrellas de cinco puntas,
aquellas que iluminan la tierra…
Te acordás hermano, compañero amigo,
que me regalaste un lápiz en segundo grado
porque perdí el mío y me dijiste
“nunca dejes de escribir tus sueños”
no sabía en ese entonces, que tus sueños
vivirían en los míos;
amor, justicia, igualdad y paz
¿Te acordás hermano, compañero amigo,
cuando atrapábamos el sol
en las naranjas de las siestas
y las dejábamos en las ventanas
de quienes eran tan pobres como nosotros,
para saciar su sed…para calmar su hambre
sonrisas sin dientes agradecían…sin saber a quién?
Te recuerdo hermano, compañero amigo,
yo no olvido…yo, no olvido!!!
cuando esa tarde de otoño lluvioso,
cortaron tus alas, tu risa y tu canto,
tu ejemplo de lucha amanece cada día…
en la voz de los que esperan
que la memoria de los desaparecidos siga viva !!!
A mi hermano Pablo (17) detenido-desaparecido el 26 de maro de 1976
No habrá perdón porque jamás habrá olvido!!!
Libre Mainumby