AUSENCIAS
El evento se inició con la impactante muestra de Gustavo Germano (Chajarí, Argentina/1964) con fotografías instaladas en binomios de gran tamaño compuestos por dos imágenes tomadas con tres décadas de diferencia. Por caso, en la primera gigantografía se hallaba el grupo familiar cuando estaban todos sus miembros y, a su lado, en la otra imagen, era notorio el vacío que debió ocupar él o la “ausente” que sucumbió a manos de los grupos de tareas del Estado terrorista. La muestra de Germano, cuyo curador es el ex preso político Walter Calamita, fue construida con los álbunes familiares. Así, la muestra da cuenta, de modo contundente y directo, de la huella que laceró a las familias, al pueblo, la ausencia de los 30.000 detenidos-desaparecidos entre los años 1976 y 1983.
LA MEMORIA DEL CÓNDOR
Como se sabe, el Teatro Julio Cortázar es creación de los directores argentinos Horacio Czertok y Cora Herrendorf que integran la histórica cooperativa Teatro Núcleo, quienes debieron exiliarse tras ser amenazados de muerte por la Alianza Anticomunista Argerntina (Triple A). Durante las jornadas, en esta sala también expusieron abogados como Giancarlo Maniga y Arturo Salerni, quienes impulsaron, entre otros, los juicios en Italia a los dictadores sudamericanos. Se trata de la larga batalla iniciada en 1982 en la que, por ejemplo, fue condenado a perpetua el represor Guillermo Suárez Mazón por la Corte Penal de Roma. A la vez, la labor de estos letrados emprendió acciones contra una diversidad de genocidas del Cono Sur, ejecutores del Plan Cóndor, una verdadera alianza malparida en la década de 1970 entre las fuerzas militares y policiales de varias naciones, con la dirección de los Estados Unidos y el rol protagónico del Secretario de Estado, Henry Kissinger.
Así, la Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia y Perú conformaron la organización represiva que tuvo como tarea eliminar cuestionadores en forma conjunta atravesando las fronteras. Cabe destacar que el de Roma es el primer juicio en Europa que emitió condenas por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo la “Operación Cóndor”.
En ese marco, tuvo lugar la proyección de “La memoria del Cóndor”, dirigida por Emanuela Tomassetti, quien intercambió con los presentes luego de que un numeroso público viera el film, donde el genocida Videla junto Pinochet, tiñeron de sangre la región en lo que fue la fundación del modelo neoliberal.
MARIPOSAS
A su turno, Natasha Czertok conmovió a los asistentes cuando, con el acompañamiento musical de la “Accademia Flauto & Variazioni”, recitó “Instrucciones para un coleccionista de mariposas”. Se trata del monólogo de una nena que va creciendo mientras busca a su hermano, “Rodolfito”, apropiado durante los años del plomo, hasta encontrarlo. Es una obra de la dramaturga argentina, Mariana Eva Pérez, quien fue criada por sus abuelos paternos después de haber sido entregada a ellos por los secuestradores de sus padres José Manuel Pérez Rojo,y su pareja, Patricia Julia Roisinblit, ambos militantes de Montoneros, secuestrados y desaparecidos en 1978.
Luego, también desplegaron su arte la actriz Martina Pagliucoli y el actor Marco Luciano, quienes bajo tenues luces y acordes de teclado y flauta brindaron sus poemas al público del Julio Cortázar. Todos arrancaron encendidos aplausos en las jornadas donde caló hondo la emoción tras el abordaje multidisciplinario de los hechos represivos y los significados de la memoria.
ALLENDE
“Nací en pequeño pueblo a tres horas de Santiago, Idahue (lugar de Álamos, en mapuche), revela María Inés Bussi, sobrina del “Chicho”, Salvador Allende, presidente de Chile que resistió hasta la muerte en la Palacio de la Moneda, cuando el dictador Augusto Pinochet -en 1973 – iniciaba la dictadura sangrienta, uno de los primeros ensayos del modelo que elevaría la tasa de ganancia de las oligarquías en América Latina a costa de la exclusión y el despojo.
Los ojos de María Inés destellan cuando relata lo afectuoso que fue su tío con ella, cuando pasaba los veranos en su casa y la llevaba a la playa “Algarrobo” para consentirla. Ella rememora que “Chicho” intentó enseñarle, sin éxito, a bailar tango: “Y no lo aprendí, me gustaba el rock”, detalla.
Ya recibida de socióloga, y vinculada al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) María Inés escuchó rumores de asonada militar en su barrio cuyos vecinos, de clase acomodada, aplaudían la llegada del golpe. “Entonces lo fui a ver mi tío a La Moneda y le pedí armas para la resistencia”, pero él quiso protegerme.
Por su parte, el compañero de María Inés – en ese entonces -, Dagoberto Pérez Vargas, cuadro del MIR, se avocó a la recuperación de armamentos de los propios camiones militares y dos años después sería desaparecido junto a cuatro hermanos, todos combatientes.
A su vez, “con mi facha de burguesa, dice María Inés, ayudé al jefe del MIR, Miguel Enríquez, a dirigir operativos en Santiago, ya que el conducía el auto y conmigo de copiloto, parecíamos una pareja que nada tenía que ver con la resistencia”.
Finalmente, Inés evalúa que hoy existe un nuevo Plan Cóndor, distinto al de los años ‘70, “más sofisticado, impulsado por Estados Unidos y machacado por los medios de comunicación, porque, ¿de qué otro modo podemos definir por ejemplo a Bolsonaro y muchas otras realidades de nuestra Latinoamérica?
El GENOCIDIO ENCUBIERTO
A su turno, el cronista de estas líneas, periodista de la Agencia Para la Libertad, desarrollo su visión que sobre que en la Argentina, al genocidio de los 30 mil, le sucede otro: se vive una dinámica genocida y naturalizada que extermina a una parte de los más vulnerables y disciplina, mediante el terror, a los sobrevivientes: Los miles de pibes fusilados por gatillo fácil, las chicas desaparecidas en el limbo de la prostitución, las muertes por torturas en sitios de encierro, pueblos originarios diezmados por la represión y por la destrucción y apropiación de su medio ambiente, los pibxs convertidos en zombis por el “paco”, militantes como Darío y Maxi, Rafa y Santiago asesinados por luchar, las fumigaciones con glifosato, lxs trabajadorxs en blanco que perecen cada 20 horas en “accidentes” de trabajo, los femicidios, no son crímenes separados. Forman parte del único modo de existencia del capitalismo-neoliberalismo, del patriarcado y la cultura represiva que nos ordena “naturalizar” la barbarie con un decorado electoralero, entre otros ornamentos. No se llama “democracia”, se trata de una dinámica genocida bajo otras formas, diferentes a las conocidas. No ambicionamos hacer una antología del lamento, queremos enfrentar este orden social hasta derrotarlo. Porque solo hay dos opciones: O combatimos o sucumbimos”, expresó el periodista.
BALANCES Y QUIJOTES
El referente de la ong 24marzo.it, Jorge Ithurburu, destacó la importancia de este Encuentro, (el primero se hizo en noviembre, en Los Alpes) en el sentido de construir memoria en aquellos que no vivieron directamente la dictadura. “Queremos trabajar con estas generaciones que nacieron en Italia, que hablan en italiano, que conocieron aquella realidad a través de la transmisión familiar. Es una tarea ardua para todos, porque ellos nacieron en los 90 o quizá a principios de los 2000 y no escucharon nombrar a Kissinger, por ejemplo. Nosotros apoyamos a Abuelas y a Madres que ya andan por los 90 años, los ex presos y sobrevivientes ya transitan los 60, entonces se trata trabajar la post-memoria en quienes van a retransmitirla a otros desde su visión y su realidad que es diversa”.
Por su parte, Horacio Czertok , reconocido por actor, director y, significativamente, por su rol en la desmanicomialización que impulsa mediante el hecho artístico, también expresó su balance: “fue importantísimo realizar este Encuentro entre exiliados, desterrados y sobrevivientes, con experiencia en las artes, la comunicación, enfocados en la post-memoria, superando el testimonio directo, que a veces puede volverse repetitivo, a través de formas como la artística. El solo contacto entre nosotros, el escucharnos, con la mirada puesta en lxs jóvenes ya es un hecho más que positivo. Fue un momento muy bueno que hemos vivido, porque vos no podés planificar la creatividad, pero sí podés generar las condiciones para que nazca algo nuevo”.
Precisamente, Czertok realizó un final a toda maestría con su soliloquio de Don Quijote, donde fusionó humor, dolores, sueños y rebeldías de la vida propia vida con tramos de la del inmoral personaje de Cervantes. Un público de pie lo ovacionó varios minutos cuando se abría la noche de Pontelagoscuro para cerrar el Encuentro.
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NOTAS DE POSMEMORIA, por Patrizia Dúghero
Post-Memoria es el concepto esencial que nombró al Encuentro de Pontelagoscuro, quizá nadie lo haya explicado mejor que Patrizia Dúghero, poeta, editora e investigadora,cuyo trabajo compartimos a continuación:
● El término “memoria posterior” fue creado por Marianne Hirsch para designar la relación entre las siguientes generaciones con sobrevivientes o testigos de eventos traumáticos históricos y colectivos. La memoria posterior se diferencia de la memoria por la distancia generacional y de la historia debido a las conexiones personales. Hirsch aplica el término a la diáspora judía, pero como ella misma aclaró, la memoria posterior también se refiere y puede describir útilmente la memoria que la segunda generación tiene de eventos traumáticos. (2016)
● El término se expresa inicialmente en inglés, Postmemory y describe la relación de la “generación después” con el trauma personal, colectivo y cultural de aquellos que vinieron antes, en comparación con las experiencias que “recuerdan” solo a través de historias, imágenes y comportamientos. entre los cuales crecí. Estas experiencias se transmiten de manera tan profunda y afectiva que parecen ser la construcción a gran escala de los propios recuerdos. La conexión de “Postmemory” con el pasado, por lo tanto, en realidad no está mediada por el llamado, sino por inversiones de la imaginación, por proyección y por creación imaginativa. Crecer con abrumadores recuerdos heredados, ser dominado por narraciones que precedieron el nacimiento o la conciencia de uno, significa arriesgarse a que las historias de nuestra vida sean eliminadas, incluso evadidas, por nuestros antepasados. Una remodelación puede llegar a ser necesaria, aunque sea de manera indirecta, a partir de los fragmentos traumáticos de eventos que aún desafían la reconstrucción narrativa y superan la comprensión. Estos eventos han ocurrido en el pasado, pero sus efectos continúan en el presente. El prefijo “post” implica no solo la realización, sino incluso el espacio que crea una ausencia.
● Mi discurso en Agape (primer Encuentro) para el seminario Post-MEMORY I desapares© ida se basó en el método semiótico de una erudita chilena, Verónica Estay Stange, que trabaja en París, obteniendo ideas complejas y fascinantes del artículo que ella misma Me dio, Rastros de la desaparición, desaparición de las pistas, su contribución a la conferencia de 2017, “Memosur”, en la Universidad de Bolonia, en el departamento de semiótica.
El objeto de su discurso consiste en establecer un paralelo entre los dos fenómenos conmemorativos en los que la ausencia y el vacío desempeñan un papel fundamental. Desaparición, desaparición forzada y post memoria. Lo primero implica la imposibilidad de acceder a la evidencia, rastros materiales que nos permitirían reconstruir la historia de los hechos y así dar forma a una experiencia cuya violencia lógica y simbólica está en gran parte arraigada en su imposible censura narrativa: desde aquí La insoportable suspensión que introduce la desaparición. La post-memoria supone, por el contrario, la imposibilidad de acceder al quid de la memoria, cuyo número afectivo, patémico, sin duda permanece en las siguientes generaciones, que sufren de alguna manera los “efectos sin causa”. En este caso, lo que está ausente no son las huellas, sino la experiencia en la propia carne y, por lo tanto, la memoria que las produce: la post-memoria es la huella de una memoria desaparecida, desapareció. Configuración en quiasmo: ausencia de la traza en un caso, traza de una ausencia en el otro.
La memoria, como el tiempo, es una dialéctica entre presencia y ausencia. A esta negatividad fundamental que le da a la memoria el estado de “simulacro”, la memoria alrededor de la desaparición / desaparición y la post-memoria se superponen a otro vacío, respectivamente de orden narrativo y ontológico.
Sin embargo, podemos preguntarnos si el término de “memoria” postpuesto al prefijo “publicación” es realmente válido, en la medida en que la orientación veraz de la memoria posterior tiende a desaparecer. Pero al mismo tiempo, las restricciones sutiles vinculan la memoria posterior no tanto al hecho verídico como a la huella, como “verdadero” que permaneció en la persona que lo vivió. La memoria de correos es la traza de un rastro. En este caso, la “cosa recordada” (“la eligió souvenue” como dice Ricoeur) está inevitablemente ausente en la “memoria” propiamente dicha.
No podemos recordar los recuerdos de otra persona, pero sin duda, sabemos hasta qué punto podemos sentirlos con sufrimiento … -. En este sentido, Henri Raczymow introduce el término “memoria ocular” (mémoire trouée) para referirse al vacío en torno al cual está estructurada la historia del Holocausto, para la segunda generación, y a la representación de los muertos que esta generación no conocía. Además, este vacío es aún más claro y comprensible cuando la experiencia en cuestión pasa de una generación a otra bajo el sello del silencio y el secreto. En este sentido, Nicholas Abraham y María Torok estudiaron, en el contexto psicoanalítico, las relaciones transgeneracionales involucradas en los “secretos familiares”.
Desde esta perspectiva, lo que ellos llaman “cripta” sería un espacio cerrado formado en el psiquismo de un sujeto en torno a una historia dolorosa que, al convertirse en un secreto innombrable, escapa a la labor del duelo y se incorpora a ella sin haber sido objeto de una elaboración. , en lugar de desaparecer de una generación a otra. Lo que en primer lugar fue una “cripta”, se transmitirá a la segunda generación en forma de un “conocimiento desconocido”, de una “nesciencia”, que se manifiesta a través de hechos problemáticos, como bien lo ha expuesto Veronica Estay Stange.
● Un estado incompleto frecuentemente se siente como no pertinente, una exclusión o incluso un abandono. Abandono de la historia: llegamos demasiado tarde. Refiriéndose a las generaciones posteriores al Holocausto, la historiadora Nadine Fresco explica este tipo de “exilio existencial”, característica de lo que llama “memoria de las cenizas”.
“En 1979, el dictador argentino Jorge Rafael Videla, entrevistado por un periodista, describió con precisión esta nueva categoría de víctimas que surgió durante su mandato:” frente al desaparecido, como tal, es una cantidad desconocida … no tiene entidad, No está muerto ni vivo, está desaparecido”. El término “fantasma” se impone, esta vez en un sentido estrictamente común: imagen de una persona muerta que aparece en el mundo de los vivos. Como sabemos, en la imaginación popular, este retorno está estrictamente ligado a una historia sin terminar … “
Esto es lo que constituye lo que Abraham y Torok designan como “fantasma”: apropiadamente, “la palabra enterrada por un padre, se convierte en el hijo en un muerto sin sepultura” [mi ref. Antígona]. Este fantasma desconocido, por lo tanto, regresa del subconsciente, ejerciendo su acoso, induciendo fobias, locuras, obsesiones. Su efecto también puede atravesar varias generaciones y determinar el destino de un linaje. Esta idea de “fantasma” condensa de manera ejemplar el vacío característico de la post-memoria. Y a partir de su definición común, “aparición sobrenatural de una persona muerta”, el fantasma, suspendido entre el ser y el no ser, se define como una semi-presencia, como una imagen sin densidad existencial. Pero el fantasma se extiende, en la memoria posterior, a toda la representación de la experiencia traumática de la generación anterior, incluso en presencia de las narraciones de lo que sucedió. Y si en el caso de la “cripta”, el fantasma se deshace de la memoria (o sus efectos), en el caso de la experiencia transmitida por la narrativa, el fantasma se deshace de la memoria reconstruida en su anclaje a la experiencia que realmente vivió. En ambos casos, la transmisión se utiliza al precio de una pérdida de veracidad, la pérdida de la “verdad” de la memoria. Además, el fantasma se muestra [mi ref. a la obra fotográfica] pero no lo es, y esta representación casi siempre presupone un gran significado de la imagen. Originalmente, una imagen pura, un afecto puro, una memoria posterior, una especie de sufrimiento de la memoria de otra persona, y el trabajo de la memoria posterior, una restauración consciente y renovada de esta memoria, se estructuran alrededor de un vacío.
Con estas últimas consideraciones, tuve la intención de abordar el trabajo de la exposición aquí presentada por Gustavo Romano, en la que Verónica escribió:
“Más recientemente, ciertas creaciones de artistas que experimentaron directamente la represión dictatorial han prolongado este gesto de devolver el vacío:
Ausencias (2007), de Gustavo Germano, muestra al principio las imágenes de personas antes de su desaparición en situaciones cotidianas de interacción con otras personas y objetos, y luego, 30 años después, las mismas imágenes, recompuestas en el Mismo contexto con los mismos actores, pero sin la persona en cuestión. […]
Ubicada en la post-memoria de la desaparición / desaparición, Fotos lavadas (2008) de Soledad Sánchez Goldar, parecería prolongar esta “estética de la ausencia”, pero introduciendo en ella varios elementos que marcan el paso de una manera diferente de abordar el vacío de la desaparición. . […]
Arqueología de la ausencia (2000-2001), de Lucila Quieto, informa sobre las fotos de los presos desaparecidos mantenidos por sus hijos. […]
Finalmente, el último ejemplo entre muchos otros, Fotos tuyas (2006) de Inés Ulanovsky, muestra, sobre la base de historias previamente compiladas sobre la vida después de la muerte, las familias y, en particular, los hijos de los prisioneros desaparecidos, posando con las fotografías de estos. Último en situaciones cotidianas. […] “
(Trad. Mia de Huellas de la desaparición, desaparición de las huellas, por Verónica Estay Stange, Bolonia, junio de 2017, TraMe)
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