REVOLUCIÓN
(Por Oscar Castelnovo/APL) El 1° de enero de 1959 triunfaba la Revolución Cubana. Años antes, tras la derrota en el Cuartel Moncada, Fidel diría al tribunal: «Condenadme, la historia me absolverá». Y lo absolvió con creces. Y honores.
En un texto no tan conocido, el Che le escribiría a su madre que la revolución siempre es un canto inconcluso. Allí, luego del triunfo él se pregunta: “¿Y ahora qué?”. Y se dice: “ahora viene lo bravo, que al fin hasta los dioses se equivocan, creo que podré decir, como un poeta que no conoces» (era él mismo): “Sólo llevaré bajo la tierra la pesadumbre de un canto inconcluso”.
También afirmaría, con tremenda lucidez e ironía: «El capitalismo es el genocida más respetado del mundo». Tenía razón entonces, y, de modo contundente, le asiste la verdad multiplicada en estos momentos históricos donde se fusionaron los conceptos democracia y genocidio encubierto.
La clases hegemónicas solo gobiernan, a través de sus mediaciones políticas, gerenciando el genocidio naturalizado de los más vulnerables. Cada partido sabe que durante su gestión habrá miles de muertes evitables, pero necesarias para mantener el disciplinamiento y un modo de ver y filosofar disvalioso pero útil para la construir la posverdad y el consenso.
Liberación o muerte, parece trágico y desactualizado. De la lucha independenista o setentista. No lo es. «Libres o muertos, jamás esclavos», mantiene una vigencia de titanio, hoy: 1° de enero de 2019.