tLa interculturalidad como traición o resistencia en esta América Impuesta

Quisiera aclarar que el trabajo que aquí se comparte nace de sostener durante 10 años un proyecto itinerante, autogestivo, de investigación e interculturalidad denominado “Músicos y No Músicos”; desde el cual se brindan seminarios y talleres en contextos de encierro, comunidades originarias, asentamientos barriales y centros culturales en pu Warria (ciudades) de este continente. A continuación, comparto la ponencia.

Bárbara Taboada: Ülkantufe- Magister en Creación Musical, Nuevas Tecnologías y Artes Tradicionales/ http://barbarataboada.blogspot.com
La interculturalidad como traición o resistencia en esta América Impuesta
El azmapu (las leyes que rigen a nuestra cosmovisión mapuche, espacio-territorio-mundo) se viene construyendo desde hace mas de 30.000 años.
El ser mapuche es ante todo una responsabilidad que no atañe clasificaciones políticas winka ( blanco-colono- invasor), ni tampoco antropocéntricas.

Según dicen los kuifikeche (antiguos), se requieren al menos cuatro atributos para cultivarlo: ser kümeche, (buena persona); ser newenche, (una persona valiente); ser kimche, (una persona sabia); y ser norche, (una persona correcta) en todos lxs mapu (espacios materiales e inmateriales). Si uno cultiva estos cuatro principios personales/comunales, entonces puede aspirar a ser reconocido por su gente, a ser “che”.
En este sistema depredador, individualista, hostil, racista, ecocida y competitivo, ser mapuche es un hermoso desafío, es el camino que nos conlleva a un küme mongen; pero tanto para la gente mapuche, como para todas las naciones originarias que comparten mismos valores; es un duro camino, donde nuestra existencia se traduce a muerte, traición, despojo y/o resistencia.

Como profesora intercultural mapuche en la ciudad, y estando en participación activa con diversas culturas ancestrales de este continente, quisiera exponer algunos puntos sobre nuestra cosmovisión y procesos históricos que permitan desenmarañar los caminos que asuman una interculturalidad respetuosa de nuestra existencia; que brinde respuestas a problemáticas propias, sin el requerimiento de “blanquearnos” o “europeizarnos”.[1]
Palabras Clave: América Impuesta – Epistemologías depredadoras – Rodolfo Kush – Mestizo – Mapuche – Interculturalidad – Naciones Originarias – Sudamérica – Latinoamérica -Wallmapu

Introducción:
Para comenzar debemos comprender que en 1492 , la invasión europea dio origen a lo que podría considerarse la primera guerra mundial; lo que demarcó una elisión, un proceso constante de choque, quiebres y resistencias dinámicas hasta hoy día.

Desde hace 526 años, todo el territorio ancestral continental se encuentra en manos de empresas internacionales que saquean “recursos”, contaminan nuestros alimentos y ponen precio a nuestras vidas. El mismo destino se impuso en África, continente que proporciona desde hace 5 siglos la materia prima para el desarrollo europeo.
Por lo tanto, podemos afirmar que el “primer mundo” nace, se sostiene y mantiene a partir de políticas saqueadoras, en base a la violación de estos dos macro cuerpos racializados continentales.

A partir de aquí se inicia un genocidio multidiverso, perpetuado hasta la actualidad, con métodos racistas manifiestos y silenciosos.
En efecto, la invasión “racional” europea, tiene y tuvo como objetivo despojarnos no solo del territorio, sino de la propia condición humana.
Asumiendo nuestras actividades, nuestro tiempo, nuestra mente, nuestra biología como “recursos a explotar” en pos del “progreso”, la “civilización” y la “evolución”; se demarcó una línea diferenciada entre lo humano-blanco y lo sub-humano-no blanco; límite invisible aunque evidente, que las instituciones académicas con su complicidad silenciosa legitiman invisibilizando tanto nuestra presencia histórica, como nuestros saberes. Es así como se forja esta epistemología depredadora; y es así como se gesta “América”: ficción impuesta sobre mundos vivos.

Siendo modelo de progreso el “europeo invasor”, aquí se construyeron “ciudadanos americanos-argentinos-chilenos, etc.” a imagen y semejanza de los valores que exportó la colonia; es decir del individualismo, de la competencia: de los primeros asesinos, violadores y saqueadores que llegaron a estas tierras para tomar posesión violenta tanto de nuestros cuerpos continentales como cuerpos humanos.

Es menester considerar que para asumir una interculturalidad no “blanqueadora”, hay que situarse fuera del centro-blanco hegemónico, de lo contrario siempre se creará a partir de un suelo infértil cementado. Para nosotros, iniciar afirmando que a ambos lados de la cordillera, Chile y Argentina fueron construidos sobre Wallmapu2, territorio reconocido extracontinentalmente por Europa ya en 1641, bajo el “Pacto de Quillín”, es el primer paso.
Comenzar por aquí es importante, ya que si se continua perpetuando el silenciamiento de nuestra historia, será imposible esbozar siquiera una posibilidad de diálogo respetuoso; sobre todo porque el pueblo-nación mapuche, es brutalmente hostigado por las fuerzas represivas estatales a ambos lados de la cordillera, y día a día vemos como se busca quebrar identidad y ningunear nuestra historicidad.

Por tanto, es importante asumir un espacio vivo, un pensamiento situado desde el cual se expondrán algunos puntos relevantes. Lo que aquí se manifiesta nace en Wallmapu (territorio ancestral mapuche), y desde una posición tomada como zomo (mujer) mapuche en la warria (ciudad).

Si la cultura se evidencia como un suelo que pesa (Kush, [1976], en O.C, t. III, pp. 5- 231) a la que uno recurre en momentos críticos para arraigarse, y sentir que está con una parte de su ser prendido al suelo, y que el suelo de algún modo nos completa, ¿cómo sentirse completo el criollo (Argentino-Chileno), que desconoce su raíz, que la niega, que explota a sus pares y condena al suelo que lo sostiene, hipotecando el futuro de sus propios niños? Bajo esta mirada se propone pensar la interculturalidad en las ciudades, con el propósito de no traicionar nuestro origen.

DESARROLLO
América Impuesta – Continente Mestizo
Rodolfo Kush en La Seducción de la Barbarie ([1953], en O.C t. I, pp.17-60), explica que Europa inicia con la conquista de América, su experiencia consciente de la ininteligibilidad. Y como aquella vive en estas tierras una negación de su fe social que se niega a aceptar; en el individuo se genera la ambivalencia, la actitud de optar por dos mundos sin definirse por ninguno. Así explica que el comerciante, el conquistador y el funcionario, viven del inconsciente social que encarna el “indígena” y el mestizo; a pesar de que no lo niegue, y busque adoptar una semblanza de corte europeo.
De este modo Kush formula que “blancos, indios y mestizos” comparten el camino bifurcado en una tensión entre la tierra y la ciudad, siendo el paisaje quien apaña esta ambivalencia (p.22); entendiendo esto, por la existencia de una perpetuación de lo vegetal en la psicología social americana que desde la época pre-colombina, traspasa el caudillo, adopta la forma de “barbarie” y concluye en esta América amenazando con transformar la ficción europea en una realidad autóctona.

Ahora bien, tomando como puntapié este planteo, es relevante aclarar que el trabajo de Rodolfo Kush se enfoca en la cosmovisión andina, desconociendo que en Argentina existe presencia “indígena” acentuada en sus cuatro puntos cardinales ( como bien ocurre en todo el continente).

Concretamente, aunque se busque acallar esta realidad, mas del 60% de la población argentina posee sangre nativa, y en la actualidad co-existen 36 naciones originarias activas. De esta manera, entendemos que lo vegetal no se encontraría solo en la “psicología social americana”; sino más bien se declara en nuestra biología y territorio, ya que Argentina fue impuesta sobre una gran diversidad de naciones pre-americanas.
En este sentido evidenciamos que toda “América” como tal, tampoco existía antes de que el interés económico europeo deposite su mirada en nuestras tierras. A saber: ¿cómo puede ser conquistado algo que aún no existe?.

Si podemos comprender que de punta a punta el cúmulo de naciones nativas del norte, centro y sur, y desde hace 526 años, han sido obligadas a tomar la ficción como lo real, siendo rehenes de la naciente América ( territorio condenado al saqueo cultural y económico desde su creación), reconocemos la notable escisión; lo que demarca un tiempo/espacio desfasado, alienado y paralelo en múltiples estadíos.

Por consiguiente, “América” no fue ni descubierta ni conquistada, fue impuesta y construida sobre Wallmapu, Tawantinsuyu, Anahuac, etc., es decir, sobre mundos co-existentes; y del mismo modo, todo el devenir de sus Estados-Naciones.
Cabe aclarar también, que tampoco aquí habitan ni habitaron “indios” o “indígenas”. Por tanto se propone la erradicación de estos términos cuando no se utilicen conceptos específicos de autores determinados; ya que de otro modo se continua alimentando el colonialismo y enceguecimiento fortalecido a partir del concepto de raza y sus jerarquías impuestas.

En suma, los Estados Americanos fueron gestados en el ficcionado “descubrimiento de América”, lo cual permitió el perpetuado rol colonial del etnocidio verticalista socioeconómico hasta la actualidad.

Epistemología depredadora – Epistemología suicida
A raíz de las diferencias fenotípicas entre los invasores europeos, los cautivos traídos de diversas culturas africanas y las comunidades autóctonas, los primeros impusieron una clasificación social supremacista, que los auto-posicionó en situación “natural” de superioridad evolutiva respecto del resto. El concepto colonial de “raza”, fue creado para justificar genocidios multidiversos; y es a partir de este concepto de “raza” que se naturalizan y legitiman las relaciones de poder en manos siempre de la clase europeizada terrateniente.

Así, las personas negrxs fueron disminuidas a materia prima como esclavxs, los nobles (blancos) a participar en los puestos altos y medios de la administración colonial, civil y militar formulando leyes y tomando decisiones, y lxs nativxs confinadxs a la venta y repartija como servidumbre; siempre destinadxs al destierro, en el olvido de la periferia, barrios pobres, asentamientos y cárceles.

Como afirma Quijano (2000), el concepto de raza y la división del trabajo colonial, quedaron estructuralmente asociados y reforzándose mutuamente hasta la actualidad, donde la educación sigue siendo solo de carácter eurocentrista, y el acceso a ella es limitado a ciertos sectores que buscan perpetuarse en el poder. (p. 246).

Es relevante exponer que este modelo europeo continúa asumiendo que América (como África) , deben de ser “salvadxs” de su suelo, de su ignorancia, de su paganismo, de su involución, de su negritud, es decir…de sí mismos. La “salvación del pecado” de ser indix, negrx, cobrizx implica el “blanqueamiento”, “el mestizaje”, por violación si es necesario, y el látigo.

A sus ojos, la única evolución para nuestro “atraso biológico” es la conversión; donde nuestros cuerpos personales, como continentales, deben ser penetrados hasta que nos quede en claro que sólo servimos para servir; y que debemos agradecer a Dios y/o al progreso, de que se nos dé uso; de que se nos elija, dando la posibilidad de re-educarnos, de que inversores-violadores-saqueadores se fijen en nuestras tierras.

En consecuencia, el inconsciente colectivo ha naturalizado esta mirada interna de sí mismos proyectada desde ojos ajenos; asumiendo lo blanco como lo bueno y el resto “lo culpable, lo malo, lo atrasado”. Esto es lo que a partir de la enseñanza supremacista blanca, nuestrxs niñxs aprenden en las instituciones educativas y libros de historia; es lo que se instala como dispositivo neutralizador alienante para quebrarnos.
Esta educación no busca hacernos creadores de nuestra propia vida en un sano equilibrio; sino más bien, ser serviles a un sistema perverso e individualista.

Si se continúa gestando en el inconsciente colectivo, que para ser “salvadxs-evolucionados-modernos-etc” hay que adoptar la epistemología depredadora del blanco, su modelo, se continuará educando a partir de valores nocivos.

Por lo que eliminando “lo atrasado”, lo negrx-indix-campesinx, lo femenino, lo disidente se corre el riesgo de volverse o un depredador o un potencial suicida; ya que todo eso a eliminar esta tanto en nuestros pares, como en lo profundo de la biología de cada uno.
La educación occidental como sustento de la epistemología depredadora
Desde el inicio de las épocas coloniales, el proceso de dominación que comenzó en el campo político-militar y se centro luego en lo económico, estuvo respaldado por políticas culturales instrumentadas en los dominios religiosos, educativos y lingüísticos. Se importó una cultura europea “blanqueadora” a sembrar como esqueje, con el objetivo de cementar y negar todas las lenguas vernáculas, saberes y realidades que aquí habitaban; buscando así la amnésica desaparición y aniquilamiento de nuestras propias epistemologías; es decir, de todas aquellas concepciones implícitas que determinan los modos de pensar, sentir, pertenecer y actuar en el mundo.

Desde fines del siglo xix, al articularse los proyectos educativos de nación-estado (tanto Argentino como Chileno), se asumieron fuertes programas de castellanización en el marco de las políticas sociales más amplias de asimilación, dirigidas a inmigrantes y a originarios; prohibiendo los sonidos antiguos, las ceremonias ancestrales, la palabra profunda. Se cortaron lenguas y gargantas para consolidar el surgimiento de nuevas poblaciones que respondan a una única bandera y se reconozcan bajo los mismos símbolos patrios.

Por esto, el Estado argentino al igual que el chileno, se funda sobre el genocidio y desaparición forzada de nuestra gente y su cultura; pero no sucedió hace 526 años como ocurre en el centro del continente; aquí en el sur, solo han transcurrido 134 años aprox. en los que se buscó vaciar, con brutalidad, de identidades originales; ya que la colonialidad sostenida eurocéntrica requiere el “formateo” de nuestras mentes, la desconexión con nuestro espíritu y la inserción del dispositivo neutralizador alienante proporcionado por las instituciones educativas.

Es importante aclarar que la cultura europea o pensamiento europeo es entendido aquí como aquellos sistemas de ideas, juicios, conceptos y valores (en tanto son siempre construcciones euro-etnocéntricas), que fueron legitimadas así mismas, por la ciencia y la filosofía moderna, inscribiéndose en una cultura supremacista que se caracteriza por percibir, categorizar, saquear y humillar otras, centrándose solo y exclusivamente, en un único grupo étnico, y sus gustos estéticos…el suyo.

De esta manera, la epistemología depredadora se instala y sostiene volviéndolo todo objeto de mercancía, haciendo enemigo al hermano, gestando el individualismo, el machismo, la competencia, la violencia; expropiando afectos y redes comunales, creando miedos, asesinos-serviles pecadores, depredadores sustanciales, suicidas y nutriendo jerarquías raciales en post de la evolución civilizatoria y su imaginario.

Argentina: “la América teñida de Europa”
La argentina criolla, y por sobre todo porteña, es un caso particular: No se mira, se maquilla a ciegas; no se reconoce en su propia piel, la oculta. Piensa su cuerpo “americano” desde una mente implantada. Mira con ojos blancos y no ve, duerme en suelos ajenos y no sueña. No se identifica nunca como parte integrante del resto, ese resto que somos nosotros: nativos/negros. Desde una mirada “progre”, atina a asumirse dueño de “sus pueblos originarios”, pero nunca parte.

Es una realidad de que en el ADN de todo el “continente americano” se halla el resto; pero en Argentina nadie se mira al espejo. Da pavor verse en ojos propios, da pavor definirse: reconocerse como “indio” o asumir la responsabilidad de poseer privilegios raciales, tras la complicidad del silencio histórico.

Por generaciones se educó para aniquilar ese resto, para encerrar o civilizar “la barbarie”. Se forjó la culpa y la condena de ser “pecadores”, de no haber nacido puros (blancos), de mirar hacia arriba y anhelando ser europeos, nunca ser suficiente.
Los nativos despojados de su identidad son útiles solo en su migración forzada a las ciudades como “cabecitas negras”, aceptados naturalmente como “clase obrera”, mano de obra barata, masa política carente de identidad propia; los hijos de europeos de principio de siglo, los reconocidos “pioneros” serán quienes blanquearan la piel argentina. Aportando al mestizaje, darán hijos médicos, abogados, maestros, doctores, licenciados, jueces, etc.; que servirán como ejemplo para el resto. En cada familia se oirán relatos de estos “valientes” abuelos llegados de los barcos. Se contarán paisajes de Italia y España, y se ocultará la historia de los “silenciados” abuelos de piel oscura a los que la historia buscó olvidar. Aquellxs viejxs que hablaban poco, que eran brutxs-campesinxs, de los que no se sabe de dónde vinieron, ni adonde fueron, porque brotaron “guachxs” de la tierra. Porque apenas si tenían documentos que los reconociese humanos. De ellos no se hablará, de ellos no se buscará más que el olvido.

Así se gesta la “clase media argentina”, capaz de romper los espejos ante el pavor de mirarse con ojos propios y hallar su verdad más profunda. Por esto la educación cómplice de esta Argentina nos ningunea, nos quiere solo en los museos y situados en el imaginario prehistórico. Antes muerta que negra.

Educación Intercultural para preservar nuestra cultura
Si toda cultura que no se sustente y reproduzca bajo las normas del sistema depredador será vista como una amenaza: ¿Cómo plantear entonces una posibilidad de diálogo? , ¿Como esbozar una educación intercultural igualitaria cuando no hay reconocimiento histórico, cuando día a día vemos aniquilar a nuestrxs niñxs, encerrar a nuestras autoridades políticas y espirituales, y condenar nuestrx futuro por no ceder a la vía de expropiación y explotación que se nos marca?

¿Cómo explicar que el “progreso” que nos imponen, en su “incluirnos” nos destruye ? ¿Cómo explicar que lo que hay que resolver no es “el conflicto mapuche”, ”el conflicto indio”, sino “el conflicto winka” en estas tierras ? Que quede claro: lo único que buscamos es el reconocimiento del derecho de vida a futuro de lo humano ( no solo del mapuche), de lo mineral, del agua, del territorio no visible; bajo las formas ancestrales de reciprocidad y co-existencia, de una nación que desde hace más de 20.000 años vive en equilibrio y al cuidado de la vida en todos sus ordenes.

Comenzar a re-construir nuestro ADN, y sostener nuestras memorias vivas en las instituciones académicas, debería de ser el único objetivo posible para una interculturalidad actual emancipadora y útil, que proporcione una formación a favor del cuidado de la vida, y no cómplice de empresas saqueadoras. Para que podamos nutrir y sembrar conocimientos pertinente, utilizando tecnologías que garanticen el bien del futuro humano.

Esto solo podrá realizarse si somos los mismos originarios, quienes pensamos y creamos espacios propios para poder desarrollarnos, encontrarnos y sostenernos en la warria (ciudad), en sus instituciones educativas.

Es imposible que gente no mapuche o de otras naciones originarias, pueda saber qué necesitamos tanto en los Lof (comunidades), como en el desafío de nuestros jóvenes en las ciudades. Por esto, es vital que los pensadores americanos, los académicos críticos dejen de pensar por nosotrxs. No basta con sus buenas intenciones, se requiere que hagan autocrítica y dejen de actuar como agentes centrífugos.

En la actualidad, las universidades cooptan intelectuales originarios y buscan desplazarlos de la conexión con lo propio. No nos asumen como gestores de proyectos, solo persiguen nuestra funcionalidad; lo que genera la reproducción de las mismas políticas y prácticas asimiladoras con el objetivo de “incorporarnos” a un centro pensante blanco- ecocida- productivo-destructivo, siempre corrosivo para nuestro espacio-territorio-mundo.
Es importante que tengan en claro que para una interculturalidad genuina, primero habrá que decolonizar las mentes, quitar el dispositivo neutralizador alienante; y por sobre todo asumir que el sujeto activo decolonizador será el nativo, no el académico intelectual.

Es nuestro kimün el cual nos da fundamento (conocimiento-educación-sabiduría) para saber que la reciprocidad es la base de la vida, que todo lo que existe es importante, que todo merece respeto y que debemos estar al cuidado. El Küme monguen (el buen vivir) nos dice desde hace miles de años que debemos aprender y conocer las fuerzas materiales e inmateriales que habitan este espacio geográfico, y ese es el conocimiento que creemos se debe aportar a un sistema educativo, donde todas las naciones que habitan desde siempre esta tierra, sean contempladas y escuchadas en condiciones de igualdad y respeto.

Conclusión
Si el objetivo de los planes interculturales es “integrarnos” a partir de una educación gestada en una epistemología depredadora , solo buscará eliminar nuestras memorias para empobrecernos, para asumirnos mestizos, negándonos identidad, fuerza y autodeterminación. Esta epistemología depredadora nos lleva al suicidio; y como educadores interculturales originarios, si accedemos a sus políticas, traicionaremos nuestra cultura, gestando así nuestra propia muerte.

Por la continuidad de la humanidad, habrá que tomar la responsabilidad de cultivar el ser mapuche. Es decir, de ser leales a nuestro espacio-territorio-mundo que nos da vida respondiendo a su llamado. Desde la ciudad, apoyar y evidenciar como profesores interculturales nuestra existencia y ser portavoces de los territorios; crear espacios que brinden contención a nuestrxs jóvenes para contribuir a que forjen su “che”.
Los hispano-criollos, argentinos-chilenos – americanos, deberán comprender que se está a favor de la vida o sentenciando a su descendencia a la desaparición. Nosotrxs hemos sido forzadxs a migrar a las ciudades, a guardar silencios, y ya va siendo hora, de que sean ustedes quienes se silencien para poder escucharnos. Necesitan de nuestra educación para aprehender que TODO TIENE VALOR, NO UN PRECIO.

Pu lamngen, pu weñuy, si “blanqueamos” nuestros cuerpos, para encajar en las instituciones, seremos nuestra misma amenaza. Levantemos la mirada. Nuestro pensamiento, cantos y danzas activan la naturaleza viva que subyace en este artificio denominado América. Aquí seguiremos cantando por derecho, seguiremos danzando por nuestros abuelos, seguiremos construyendo pensamiento en función de nuestro rakizuam ( sentimiento-pensamiento). Por el futuro de nuestros niños, sigamos gritando con orgullo que aquí estamos de pie y nuestra lucha es por amor a la vida. Amulepe taiñ weichan! WALLMAPU LIBRE!!

Bibliografía:
Kush, R. (2007), O. C., T. I,II,III,IV Bs. As.: Fundación Ross.
Quijano, A. (2000) Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En libro: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) Bs As: CLACSO p. 246.
Taboada, B. (2016) El Silencio Mestizo: convivencia, sincretismo, sacralidad, salvaguarda y muerte, como presencia audible en la creación americana, (Tesis para obtención de título de Magister) Buenos Aires, Argentina: UNTREF.

[1] Esta ponencia contiene parte de la tesis presentada, bajo el nombre de El Silencio Mestizo: convivencia, sincretismo, sacralidad, salvaguarda y muerte, como presencia audible en la creación americana, para el grado de Magister en Creación Musical, Nuevas Tecnologías y Artes Tradicionales de Untref, 2016. Tesista: Bárbara Taboada; Director de Tesis: Dr. Ricardo Salas

[2] Territorio mapuche histórico constituido por el Puelmapu y Gulumapu. Gulumapu: se ubica entre el Pacífico y Los Andes, a la llegada de los españoles, se extendía entre el río Limarí y Chiloé, donde la nación mapuche compartía la territorialidad con la nación diaguita, quienes tenían asentamientos hasta el río Maipo; Puelmapu: territorio al oriente de la cordillera abarca desde las actuales provincias argentinas de San Luis por el norte, hasta aproximadamente Chubut por el sur.