A 22 meses de la masacre, los familiares de los chicos transformaron sus vidas de una manera radical: marchas, pedidos de justicia, nuevos vínculos con padres y madres de víctimas de gatillo fácil, y un dolor personal que se fue transformando en una lucha constante.
Cuando se desató la masacre de Pergamino el 2 de marzo de 2017, desde la policía y los grandes medios de comunicación se aseguró que las muertes de los pibes eran la consecuencia de un motín. Con el paso de las horas, esa teoría se derrumbó ante la insistencia de los familiares por saber la verdad.
Adentro de la Comisaría Primera, los chicos habían encendido algunos pedazos de colchones para protestar porque los habían engomado después de una pelea que duró apenas unos minutos. Frente al fuego que empezaba a devorar todo en la celda 1, los policías se retiraron del lugar y se dedicaron a observar. Luego de casi media hora, cuando los efectivos llamaron a los bomberos voluntarios y llegaron a la comisaría, los uniformados no les permitieron entrar al sector de los calabozos. Según consta en la causa judicial, el fuego ardió durante una hora en la celda 1.
Ahora los familiares esperan que el juicio contra los ex policías, cuatro de los cuales “disfrutan” de arresto domiciliario. Se calcula que el proceso judicial se iniciaría en mayo próximo.
Del dolor y la lucha
Sobre los escalones del anfiteatro de Parque España, cuatro madres de los chicos son las encargadas de hablar y decir lo que piensan y sienten. Silvia Rosito, madre de Fernando, afirma que hace “22 meses salimos a las calles por justicia, gritando para que nos escuchen, gritando por un ‘Nunca Más’, gritando que a los pibes los mató la policía. Esa policía que no hizo nada, pero que hizo todo para que nuestros hijos no sean salvados”.
Silvia asegura que “estos días fueron muy duros para todas las familias: un lugar de nuestra mesa quedó vacía, así como nuestras vidas. Cargamos con un gran dolor que a veces es imposible sostener”.
Sobre la situación represiva del país, la madre de Fernando citó el último informe elaborado por CORREPI, en el que se afirma que en 1110 días de gobierno de Mauricio Macri, el aparato represivo asesinó a 1206 personas. “La verdad a veces duele, porque parece que se disputan qué gobierno mata más pibes –expresó Silivia-. Todos los gobiernos matan a nuestros hijos. No sé de política, no me considero militante pero salgo a la calle, al principio por mi hijo, pero al pasar los meses entendí que no sólo era por Fernando, sino que es por mí y por vos, por todos nuestros hijos y por todas las personas”.
Silvia le pidió a quienes acompañan a los familiares “que este año nos encuentre más juntos que nunca exigiendo cárcel para los policías responsables de la masacre”.
Flavia Gradiche, mamá de Alan Córdoba, le agradeció a quienes no abandonaron el pedido de justicia por los sietes pibes, mientras que Jorgelina Ferreira, madre de Federico Perrotta, prefirió el silencio para expresar el dolor profundo que se notaba en sus ojos.
Las madres de las víctimas de la Comisaría Primera invitaron a hablar a Sandra Gómez, mamá de Omar Cigarrán, otra víctima del gatillo fácil. Sandra dijo que tenía “el mismo dolor de ustedes”, porque “nuestra lucha es la misma”. “Me gustaría que siempre haya más gente acompañando. Gracias por haber salido a las calles y ojalá que algún día tengamos justicia para nuestros hijos”, sintetizó Sandra.
Por último, Cristina Gramajo, mamá de Sergio Filiberto, llamó a que nadie se deje caer en el olvido y recordó que hace poco más de un mes ocurrió otra masacre, la de la Comisaría de Transaradio, en Esteban Echeverría, donde diez detenidos murieron en medio de un incendio, mientras los policías de la dependencia no hacían nada.
Cristina recordó que la definición de masacre es “homicidio cruel y violento de varias personas al mismo tiempo, que no pueden defenderse, y ejecutados de manera indiscriminada. La principal característica que ostenta este asesinato es la desigualdad que existe entre atacante y víctima”.
La madre de Sergio además agradeció “contar con ustedes y con su respeto por el solo hecho de ser humanos”, como también “sentir el cariño en cada abrazo, en cada palabra de aliento”. “Hace casi dos años que el 2 de cada mes nos encontramos en las calles pidiendo justicia. Surgen varios sentimientos: el más grande es el de agradecimiento, porque esta jornada es otra oportunidad más que nos brindan para visibilizar esta causa, que sin su acompañamiento sería imposible”, afirmó.
“Necesitamos sensibilizar y conmover a mucha gente todavía, por medio de nuestros relatos y del pedido de justicia –resumió Cristina-. Nadie está exento de sufrir la violencia del Estado represor en cualquiera de sus formas, que ya están naturalizadas. Sentimos la necesidad de denunciar a la policía asesina, que es una fuerza armada hasta los dientes literalmente. Las fuerzas de seguridad naturalizaron su accionar, avasallando, denigrando, torturando, haciendo desaparecer y matando a nuestros jóvenes. Muchas muertes de nuestros jóvenes son una clara consecuencia del accionar represivo del Estado en la más completa impunidad”.
Sus últimas palabras estuvieron dirigidas a criticar al gobierno nacional por aplicar la Doctrina Bullrich, que permite el endurecimiento de la represión.
“Solo la lucha organizada nos permitirá enfrentar este panorama de crecimiento de la represión contra el pueblo trabajador”, finalizó la madre de Sergio Filiberto.