Un aplauso para Jesús

Ernesto Castelnovo

El pastor Gómez grita enardecido mientras toma del cuello y obliga a María a arrodillarse. “Quémalo, quémalo, quémalo, quémalo”, repite sin parar esta mezcla de profeta y rockstar con traje. Los fieles, todos parados y con las manos en la cabeza lo imitan. El momento del clímax se acerca. El demonio está por salir. Con su acento portugués y el micrófono apretado entre los dedos, Gómez lo expulsa: “¡Sácate!”. La Iglesia Universal del Reino de Dios explota en un estallido y María se levanta. Ahora sí va a poder pagar el alquiler.
Es un sábado lluvioso y frio. Apenas pasaron diez minutos de las tres de la tarde. En el Templo de la Fe y bajo el lema “Jesucristo es el señor”, Gómez promete milagros y socorros divinos para solucionar las “cosas imposibles”. Adicciones, cáncer, problemas económicos, falta de trabajo, conflictos amorosos, infertilidad, deudas y el resto de los males pierden fuerza hasta extinguirse durante su discurso arrollador. El pastor se pasea por el escenario y pide a los que están sufriendo que se acerquen. Hace chistes y no deja de hablar ni un segundo. Es una máquina de arengar. Una masa uniforme y silenciosa avanza a paso cansino, mientras él dice relajado: “la semana que viene van a tener más de cinco ofertas laborales, solo hay que creer”.
El lugar es enorme y muy blanco. Ocupa media manzana en Corrientes y Acuña de Figueroa, en pleno Almagro y está custodiado por más de diez patovicas gigantes y rapados. La entrada es abierta y gratuita para todo el mundo. Por dentro, se repite la blancura, que resalta por la limpieza y las luces altas. Hay un escenario imponente e incontables butacas muy cómodas para los asistentes. El nivel de la calefacción es acogedor. Varios carteles avisan que las ceremonias son filmadas para mostrar en los medios “el poder de Dios”. También hay productos bendecidos para que la gente compre, como el aceite sanador de Israel o el agua milagrosa. Una urna repleta de papelitos pide ser llenada con el nombre de aquellos que sufran algún tipo de adicción. Está decorada con fotos de ex adictos que ya no fuman ni beben: ahora sonríen. Los colaboradores del pastor recorren los pasillos que dejan las butacas y toman de la cabeza a los más afligidos. Dicen algo en sus oídos y continúan su camino. Nadie mira el celular ni se distrae. Los rostros son variados, pero parecen tener algo en común: la fidelidad. Como si se tratara de un equipo de fútbol o de una banda legendaria, la gente mira hacia adelante totalmente compenetrada. Viejos, adultos, jóvenes y hasta nenes comparten la experiencia. Hay sentido de pertenencia. Están ahí creyendo en algo. O en alguien. Y están juntos. En un momento suena una música pegadiza y alegre que habla de Jesús. Se toman de las manos. Gómez pide orar por “el que tenemos al lado”. Algunos cantan en voz alta. Otros se enfrascan y mueven el cuerpo agitadamente. Pero todos lo hacen. El ritual les gusta y los une.
La Iglesia Universal del Reino de Dios fue creada en Brasil el 7 de julio de 1977 por Edir Macedo, un ex cajero de lotería que decidió dedicarse al negocio de la religión. Según el índice Bloomberg de multimillonarios, su riqueza está estimada en US$ 1200 millones, solo por la propiedad de Radio & Televisao Record, el canal de TV que compró en 1989 y que produce telenovelas, realitys y periodismo amarillista. Record también maneja un canal de noticias, estaciones de radio, tres diarios, una productora de películas y hasta un banco, además de unidades de cable y satélite. Desde que empezó con los negocios Macedo recibió numerosas denuncias y se enfrentó a más de 20 investigaciones por acusaciones vinculadas a lavado de dinero y falsificación de documentos, pero solo estuvo preso 11 días en 1992, bajo cargos de fraude, charlatanería y curanderismo. Según sus propios dichos “en el mercado religioso sobrevive quien tenga mejores condiciones de usar los medios y se apoye en las mejores estrategias de marketing para crecer y ser notado”.
Poco y nada de esto le importa a Norma Villar, una fiel seguidora de la Iglesia Universal, a la que le adjudica el cambio radical y positivo en su vida: “Mi hija estaba en pareja con un alcohólico y mi marido no tenía casa. Desde que empecé a venir al templo todo se solucionó. Tenemos la escritura y Vanina ya dejó a ese muchacho”, relata convencida. También remarca que la clave está en “orar y creer pase lo que pase”. Recomienda asistir a la misa del obrero a las 19. “Es muy especial, nadie se arrepiente”, afirma con los ojos marrones bien abiertos.
Ahora es el turno de Raquel. Sube al escenario y mientras la cámara la filma le cuenta a Gomez: “Mi hijo era un violento. No podíamos tener un desayuno tranquilo. Se enojaba y tiraba todo. Se iba de la casa sin saludar.” “¿Y ahora?”, pregunta el pastor exaltado. “Ahora podemos desayunar tranquilos. Vivimos en paz y tranquilidad”, dice emocionada. Un colaborador pide aplausos y el templo es un hervidero. “Amén, amén”, repite una y otra vez un viejito de pelo blanco y muy encorvado.
Después llega el momento de los autorretratos. Un volante que de un lado convoca a “la mayor concentración del Socorro Divino en el ayuno de los imposibles” para el sábado 3 de junio. Será en el Templo de la Fe con la oración especial del Sr. Obispo Francisco, habrá transmisión por videoconferencia para el resto de las provincias y más de 50.000 personas orando por la “liberación”. Del otro lado un espacio en blanco con la palabra “foto” en mayúscula. “Ahí deben poner la imagen de sus familias”, ordena Gómez preocupado por que todos tengan el suyo.
Es la hora del final. Por primera vez en toda la tarde, el pastor parece cansado. Se despide pidiendo “un aplauso para Jesús” y los fieles responden con un estruendo ensordecedor. “No dejen de orar”, agita. Hay emoción y afecto. La gente empieza a salir tranquilamente. Algunos se van rápido y otros se quedan hablando. Gómez desaparece por atrás del escenario y suben el volumen de la música. En algo hay que creer.