La cita fue en Avenida General Paz y Mosconi. Un puente separa allí algo más que dos distritos. Del otro lado de la circunvalación que divide Buenos Aires Provincia de Buenos Aires Ciudad (expresado de una manera muy PRO), Mosconi se convierte en Emilio Castro. Las cervecerías de moda y los restoranes chetos cambian la fisonomía por completo. Pero estamos del otro lado. En todo sentido. Y ese otro lado no es cualquier lugar. Vanesa Orieta, la hermana de Luciano, lo contó mejor que nadie en el comienzo de la transmisión radial conjunta de los medios comunitarios: “Nos encontramos hoy acá en General Paz y Mosconi. Para nosotros es un lugar que nos recuerda el 17 de octubre del año 2014, que es el momento en el que logramos encontrar los restos de Luciano”. No sorprende encontrarse allí con Pablo Pimentel, referente de la APDH de La Matanza, el primer organismo de derechos humanos que le abrió la puerta a Vanesa. Pimentel remarca lo que es evidente: hay un antes y un después del día que Luciano dejó de ser un NN enterrado en el cementerio de Chacarita. “Ahí empieza una nueva etapa, lo que es el 17 de octubre de 2014, y a partir de ahí la realidad es que si no habla la gente que vive sobre esta colectora y denuncia y cuenta lo que pasó esa madrugada cuando a Luciano lo obligan a bajar de un patrullero y lo obligan, como a Ezequiel Demonty, no a cruzar el Riachuelo sino a cruzar una autopista… es lo que todavía está impune, es lo que todavía hay que investigar y debe ser juzgado”.
La marcha arranca cuando el camión, que oficiará también de escenario, dobla desde la colectora hacia Mosconi. “Bienvenidos al Partido de La Matanza”, dice un cartel que quedará más tarde en clara minoría entre los pasacalles y los carteles que rápidas brigadas irán colgando en los postes, subidos unos/as a los hombros de otros o a una escalera, lo mismo da. Carteles con las caras de Rafael Nahuel, Santiago Maldonado, Daniel Solano, y tantas otras víctimas de la represión estatal.
Pimentel hace balance: “10 años que han sido de una búsqueda y lucha intensa de parte primero de los familiares, de los amigos, y de los organismos que a primera hora nos vinieron a ver y nos pusimos a disposición. Mucha indiferencia de parte de la justicia, una cantidad de hechos que han subestimado a la familia, como las escuchas telefónicas; cuando la causa se federaliza toma otro tono y pudimos demostrar que cuando el Estado se hace presente con todo sus actores, utilizando la figura del habeas corpus dio resultado. Ojalá que quienes tienen que ahora hacer justicia reúnan todos los elementos que necesitan y los responsables de lo que sucedió, empezando por los responsables políticos, que se lo dijimos en ese momento cuando nos reunimos con el gobernador. Desde Daniel Scioli para abajo tendrán que hacerse cargo de la policía que formaron, la que no cuidaron, y la que reclutó a jóvenes (entre ellos a Luciano). La negativa de un joven a robar para la Policía es la condena de muerte o que lo empapelen y vaya a una cárcel. La reflexión es que ahora tiene que haber una verdadera justicia, que los responsables materiales e intelectuales vayan presos”.
Entre las banderas de las organizaciones sociales y políticas hay una que sobresale. No por tamaño ni por colores, sino porque tiene la cara de Luciano como emblema. Es la columna de La Poderosa. Nacho Levy explica que no están ahí por la muerte de Luciano, sino, más que nada, por su vida: “La vida de Luciano Arruga, que a nosotros nos acompaña en cada uno de nuestros barrios, en cada una de nuestras asambleas, todos los días del año desde antes de que nos conociéramos, cuando Luciano estaba vivo resistiendo contra lo mismo, contra lo que resisten nuestras ranchadas: negándose a robar para la policía e intentando dar cuenta de cómo funciona la inseguridad auspiciada por las fuerzas de seguridad dentro de nuestros barrios. Hasta el día de hoy que Luciano está en el pecho de todos nosotros en esta marcha y en todas las marchas. Porque con Rodolfo Walsh y Juana Azurduy forman el logo de La Poderosa y no por casualidad, no porque sea un símbolo, no porque sea un homenaje, sino porque es la verdad. Nosotros somos una organización que surgió de las barriadas y de los conocimientos que los movimientos populares forjaron en su resistencia. No salimos de una universidad y aprendimos a jugar al fútbol hombres y mujeres con los parámetros que había escrito Paulo Freire antes de saber que Paulo Freire los había escrito, a cómo sobrevivir, a como resistir, a cómo combatir a esas mal llamadas fuerzas de seguridad. Nosotros aprendimos de los Familiares y Amigos de Luciano, que por supuesto tomaron la bandera de pueblos originarios, que sostuvieron cinco siglos esa resistencia, y de Madres, Abuelas, familiares de los 30 mil, que lo hicieron en tiempos muy difíciles, pero ellos nos educaron la resistencia en la democracia”.
UNA LUCHA, MUCHAS LUCHAS
Vanesa Orieta camina, habla desde el camión y vuelve a caminar. En un momento, cuando parece que descansa, se prende un pucho, se mezcla entre la marcha, mira al suelo y piensa. Hace 10 años que se hizo visible de la peor manera el peso del Estado cayendo sobre su hermano: “10 años de un proceso judicial, 10 años batallando, tratando de que podamos llegar a la verdad de lo que ocurrió con Luciano”, dice Vanesa y recuerda el parecido enorme que hay entre las causas judiciales de todos los que sufren la represión estatal: “lo primero que se pretende es desgastar a las familias, enfermarnos, hostigarnos, amedrentarnos y generarnos el miedo y el terror para que no sigamos adelante”.
La marcha continúa su paso por Mosconi. Al frente no sólo está ella, también están los familiares y amigos de tantos que sufren la represión estatal con fotos y remeras con las imágenes de sus pibes, nuestros muertos. “Las familias vienen a contar cómo los desaparecen”, dice Vanesa y a cada paso de la marcha se deja rastro de la represión.
También camina junto a la columna de Correpi su principal referente, María del Carmen Verdú. “Son 10 años de impunidad y además esta movilización se da abriendo un año que va a ser de luchas renovadas. De mucha pelea contra la represión y contra la impunidad, en un escenario que desde Correpi venimos caracterizando ya más de 2 años como un verdadero estado de excepción, con suspensión de derechos y garantías, donde vamos a tener que seguir enfrentando las renovadas iniciativas represivas del gobierno de Cambiemos. Y por sobre todas las cosas, peleándola donde estamos ahora, en las calles. Porque ese es nuestro lugar, y porque es el único lenguaje que entienden, para poder frenarlos de alguna manera”, dice Verdú.
El calor agobia, pero nada supera la sed de justicia. Los kioscos y supermercados se llenan de manifestantes. La solución para aquella sed no se compra en ningún chino. Hay vecinos/as que se asoman con miedo entre sus rejas, otras personas directamente aplauden el paso de la marcha. Mientras Laura, de Familiares y Amigos de Luciano grita al micrófono, enfervorizada, que es la marcha más grande de la historia de La Matanza, Agustín Lecchi, trabajador de la TV pública y delegado del Si.Pre.Ba, dice: “nos sumamos al reclamo por justicia por Luciano y por todos los pibes de nuestros barrios”, aunque por su rol de comunicador recuerda que “históricamente, en todas las movilizaciones, la tv pública era el único medio que cubría, de los medios grandes, comerciales, masivos. Hoy, con el vaciamiento que venimos sufriendo los medios públicos, no están radio Nacional, ni Telam, ni la TV Pública en la movilización. Tenemos que reclamar un día como hoy, que los medios públicos le tienen que dar cobertura a eso que le dan cobertura ustedes como medios alternativos, populares, comunitarios, y que a los medios comerciales, por intereses comerciales, no les interesa”.
ACAMPE POR TRABAJO
Los cantos son también el motor que permite seguir. “Yo sabía/Yo sabía/ que a Luciano/lo mató la policía” o “Como a los nazis/les va a pasar/a dónde vayan los iremos a buscar”. Las luchas se cruzan, y a pocas cuadras de la Plaza Luciano Arruga la marcha se detiene para solidarizarse con los trabajadores de la empresa Interpack, donde a fin de año pasado fueron despedidos 11 trabajadores; desde entonces hay un acampe en sus puertas. Emanuel Ortiz, trabajador y delegado de la comisión interna, explicó que la lucha lleva 53 días. “El 4 de diciembre fueron despedidos 11 compañeros de la fábrica, algunos con más de 33 años de antigüedad, otros muy cercanos a sus jubilaciones. Es importante remarcar el rol que está jugando el Estado no solo en el conflicto de Interpack, sino en querer aplicar un ajuste por medio de despidos, de tarifazos, al conjunto de la clase obrera y del pueblo argentino”.
EL CINE COMO HERRAMIENTA
Por la vereda viene caminando Verónica Heredia. La abogada de la familia de Santiago Maldonado también dice: “Hace mucho tiempo, desde el principio, que venimos acompañando a Vanesa, a Mónica, por el reclamo de la aparición, y luego por verdad y justicia. Hay un documental, Antón Pirulero, que sintetiza brillantemente el aparato y la máquina de hacer desaparecer personas. La democracia no ha garantizado que el peor de los crímenes que puede cometer un Estado, la desaparición forzada, no se siga cometiendo. Es terrible la conexión con Santiago porque el 17 de octubre de 2014 se encontró el cuerpo de Luciano y el 17 de octubre de 2017, se encuentra el de Santiago. Y esa es la perversión de lo que puede llegar a hacer el Estado”, asegura.
También camina por ahí, sin que casi nadie sepa quién es, Lucas Scavino. La historia de Luciano ha sido reflejada parcialmente, o como parte de una problemática, en varios documentales. Pero el que Scavino acaba de terminar junto a Ana Fraile, es el primero íntegramente dedicado a contar su historia. Se llama ¿Quién mató a mi hermano?, pero no siempre tuvo ese nombre. “La película se iba a llamar ¿Dónde está mi hermano? y de hecho, el afiche transita ese cambio de nombre. Ese mismo concepto lo incorporamos a la imagen, porque la historia de la película fue esa. Nosotros empezamos el largo camino de acompañar cuando todavía estaba desaparecido Luciano, y lo terminamos con el cuerpo de Luciano ya identificado”. Sobre la peli que podría estrenarse en Argentina en abril, anticipa: “lo que más nos interesaba inicialmente era acompañar, ir viendo, y registrando, y generando un vínculo con el grupo, con Vanesa particularmente, pero con el grupo en general, ir conociéndolos ir entendiendo cómo se vinculaban entre ellos, como accionaban básicamente; y eso nos iba produciendo a nosotros algo, nos iba impresionando de una manera particular, y nos iban comenzando a definir el punto de vista sobre cómo observarlos”. La película se proyectará el 9 de febrero en Nuremberg, Alemania, donde Fraile está viviendo.
LOS PIBES Y LAS PIBAS DEL BARRIO
La cabecera con la bandera que dice A Luciano lo mató la Policía y lo desapareció el Estado tiene madres y más madres detrás. Pero aunque parezca que no es posible, hay un par de banderas más delante de la cabecera. No es que se hayan colado. Están ahí porque Familiares y Amigos quieren que estén ahí, que se sientan protagonistas. Son un grupo de pibes y pibas que apenas pisan los 20. Viven en la 12. Apenas conocieron a Luciano. Frecuentan a su familia. Nadie quiere hablar. Están todos y todas con muchos nervios. Van a cerrar la jornada desde el escenario, leyendo el documento. Tienen ansiedad. Una se anima. Se llama Priscilla. Consigue en pocas palabras mezclar los sentimientos bien encontrados que genera una marcha así. “La verdad es que siento mucha tristeza de estar en esta marcha y estoy orgullosa de ser parte hoy, ya que lo vivo muy de cerca porque soy la novia de Sebastián, el hermano de Luciano. Me siento muy identificada desde que estoy con él, y me encanta ser parte de esta marcha”.
Estamos entrando al barrio. Las calles se achican, pero la marcha no. Como en la mitad del trayecto están quienes integran la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), sin dudas el organismo de derechos humanos postdictadura que más lazos entabló con la causa y sus protagonistas. Carlos Zaidman vino desde La Plata. “Tremendo fragor popular, es impresionante la gente que está hoy acá con este calor, un año más, 10 años sin Luciano y sin las respuestas que debe dar el Estado, un año más que no es simplemente eso, es un año en el cual desde el gobierno se ha puesto en discusión la memoria popular, y parte de la construcción de esa memoria es lo de Luciano. Cuando nosotros exigimos el esclarecimiento total con juicio y castigo a todos los responsables por la desaparición y posterior muerte de Luciano Arruga, estamos apuntando a la violencia estructural de este Estado, que fue el que obligó a través de uno de sus brazos armados, en este caso la Policía, y que sigue obligando a nuestros jóvenes, a salir a robar para ellos, y cuando se niegan los matan y los desaparecen”.
ESTADO TERRORISTA
Siempre haciendo malabares con las palabras, viene Alfredo Grande, psiquiatra, psicoanalista, periodista: “Son 10 años de la desaparición, tortura y asesinato de Luciano Arruga, lo que nos lleva a pensar que en la democracia subsiste lo que yo llamo el Estado terrorista. No es Terrorismo de Estado, pero sí es Estado terrorista, y creo que estos 10 años nos deben hacer realmente dar cuenta de que la polaridad democracia/dictadura ya está caduca. Que hoy la polaridad es entre Estado terrorista y Estado no terrorista, y que esta memoria histórica, atravesada siempre por la lucha de clases, es la única garantía de que podamos hablar en algún momento de la desaparición y aniquilación del Estado terrorista”.
Desde Rosario llegaron militantes de diferentes espacios que funcionan en La Casa de la Memoria, un espacio donde vivían dos militantes que fueron desaparecidos, y luego la casa ocupada por la policía. La recuperaron hace 25 años y hoy es epicentro de actividades vinculadas a los derechos humanos. Beto Olivares reafirma su presencia: “Venimos casi todos los años a esta movilización. Para nosotros el caso de Luciano Arruga, es un caso paradigmático, que resume en muchas cuestiones, el fondo de esta pelea. Una es la implicancia de la fuerzas de seguridad, osea que siguen manteniendo todavía los cánones, los conceptos y las tareas represivas heredadas de la dictadura. Eso implica indudablemente la cultura de la represión, de muerte, de sometimiento y de penuria, a la que es sometido el pueblo”.
CIERRE, A LA VEZ INICIO
Llegamos a la Plaza Luciano Arruga. El barrio está en la calle, esperando. Entra el camión del sonido para estacionarse frente al potrero que estalla de barro. Arriba, Aníbal, el sonidista, con tanto esfuerzo como pocas sonrisas, con su torso descubierto y su cintura fajada, acomoda los parlantes. No es poca cosa. Desde allí se escucharán las voces de los familiares que llegaron desde todo el país. Volverán a hablar Vanesa y Mónica. Se gritará fuerte el nombre de Luciano, y tantas veces el presente que lo trae aquí, con los y las demás. Ha sido una jornada extenuante. Ni la noche nos puede salvar del calor, porque falta el rito de cada cierre. Si todos los años se procede a quemar un patrullero de cartón, esta vez también estarán allí, en el cemento del centro de la plaza, las figuras de Daniel Scioli, Patricia Bullrich y Mauricio Macri. El fuego que se enciende sale de los corazones que todavía quedan, más allá de todos los calores, de todos los atropellos, de todos estos años de tristeza y reinvenciones. En ese fuego, se liberan varios fantasmas. En esa llamarada que tarda en apagarse, alguien cree ver la cara de Luciano, y nadie, absolutamente nadie, se anima a desmentirlo.
*Participaron de la cobertura conjunta: Radio Zona Libre, La Retaguardia, Radio Presente, La Colectiva, Radio Sur, FM En Tránsito, FM Fribuay, La Vaca, Che Cultura y Canal Abierto.