(Por Oscar Castelnovo/APL) En la ciudad de Chicago -o en cualquier otra de los Estados Unidos de Norteamérica- no hay una sola estatua que rinda homenaje y memoria a Michael Schwab, Louis Lingg, Adolh Fisher, Samuel Fielden, Albert R. Parsons, Hessois Auguste Spies, Oscar Neebe y George Engel. Algunos fueron ahorcados y otros sentenciados a prisión como castigo a la batalla por otra sociedad. El mundo conoció a estos luchadores anarquistas como los Mártires de Chicago y su lucha hoy es conmemorada en todo el planeta, salvo excepción. En la Argentina habrá recordaciones de todo tipo. Hasta oficiales. Incluso de los gobernantes que durante toda la etapa constitucional mantuvieron y acrecentaron la superexplotación y el despojo. Por caso, según la (BAl) Basta de Accidentes Laborales, un trabajador –en regla o “en blanco” para estar a tono con el profundo racismo que recorre el país-, muere cada 20 horas. Desde el año 2000 a la fecha, más de 90 barcos pesqueros se hundieron en aguas del mar argentino. Los dueños de las embarcaciones no cumplen con las normas establecidas por la Ley y el Ministerio de Trabajo mira hacía sitios menos cruentos. Pero se sabe: “Dejar morir es matar”. Y en la sangre que desborda el océano del genocidio encubierto, sucumben también las palabras vanas de los funcionarios del capitalismo. Por eso hoy no es un día de fiesta, es una Jornada de Lucha. Que así sea.