Los días se pasaban muy rápido. Recuerdo que fueron días de lluvia, de mucho frío, y mi preocupación era saber dónde podía encontrar a Nino. Mi esperanza de volver a verlo seguía intacta, aunque en mi interior algo me decía que tenía que buscarlo hasta encontrarlo. Hoy sé que quizás Nino ya para esa fecha había sido torturado, humillado y asesinado. Pero estoy muy segura de algo: ninguno de los cobardes que acabaron con la vida de mi hermano se la bancan tanto como Nino se la bancó. Cobardes, muy cobardes, ¡¡toda la maldita policía!!