«Lichita es un símbolo de esta herida abierta en América»

Al cumplirse 10 meses de la desaparición forzada de Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, “Lichita” (15), se realizó el 6° Encuentro del Ciclo Internacional de Debates, en el marco de la Campaña ¿Dónde está Lichita? #EranNiñas, este 30 de setiembre. Participaron del mismo, Carlos “Sueco” Lordkipanidse, sobreviviente ESMA, miembro del. Encuentro Militante Cachito Fukman y de Memoria, Verdad y Justicia. Ricardo Jiménez. Chile / Perú. Sociólogo, Miembro de la Coordinación Política Continental de Alba Movimientos por Perú; y Jackie Campbell, defensora de derechos humanos y periodista en México. En este entrega brindamos la última intervención, la de Ricardo Jiménez y así completamos lo expresado en el Ciclo, cuya conducción solidaria estuvo a cargo de Lila Báez, militante de la Secretaría de Trabajdorxs Migrantxs y Refugiadxs de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP); y de Ariel  Prieto, del Partido Comunista Paraguayo.

INTERVENCIÓN DE RICARDO JIMÉNEZ

Estoy agradecido por la invitación porque es una  gran oportunidad a nombre personal, pero también para Alba Movimiento, que es una red de movimientos sociales que está en toda América Latina y del Caribe para, como decía Jackie, cumplir con un deber, el deber de sentir estupor, sentir vergüenza y de denunciar el terrorismo de Estado que sigue siendo la herida abierta de nuestra América. El caso de Lichita es, quizás, un símbolo de esta herida abierta, tan terrible, tan preocupante, tan riesgosa para todos los pueblos del mundo, en especial para nuestra América, y para todos los ciudadanos y ciudadanas. Lichita, como se ha dicho, no sólo es mujer, además es niña, está en una situación de ruralidad, vulnerabilidad, y representa quizás el eslabón más débil de la conciencia y de los derechos en los Estados latinoamericanos.

Estamos alrededor del bicentenario de la primera independencia y Lichita viene a mostrarnos cómo, no sólo las grandes tareas pendientes de la primera independencia, como son la redistribución de las riquezas, la garantía de los derechos sociales, económicos, políticos, sino incluso las garantías individuales más básicas siguen siendo un desafío y un tema pendiente. En ese sentido yo quisiera compartir una reflexión que tenemos en Alba Movimiento, de que esta hora, esta encrucijada que vive la humanidad, esta gran crisis planetaria, que venía de antes de la pandemia Covid, pero que se ha desnudado, se ha evidenciado con la pandemia, una crísis que tiene que ver con un agotamiento del modelo neoliberal injusto, excluyente, que tiene que ver con un agotamiento ya urgente terminal de la depredación de la naturaleza, de los bienes naturales, de los territorios, y que va acompañada, como ya dijo Jackie, de la agresión a los pueblos. Especialmente los pueblos indígenas, las comunidades rurales.

Pero también las poblaciones urbanas, comparten la suerte de los territorios. Así como los territorios son saqueados, los pueblos, las personas, las comunidades también son agredidas, violentadas, asesinadas, desaparecidas, como Lichita que siendo una niña, tuvo que vivir esta situación tan horrenda que se está viviendo en el Paraguay, que el silencio cómplice en muchos organismos internacionales, de muchos organismo de derechos humanos en nuestra América y en el mundo, respecto de la situación que se está viviendo en el Paraguay, este silencio cómplice los convierte en coautores de estos crímenes, donde se asesinan niñas menores de edad, se desaparecen.

Ya se cumplen hoy 10 meses de la desaparición de Lichita, que están mostrando esta encrucijada de la humanidad que es, prácticamente, un retroceso civilizatorio. El concepto de derechos humanos que nosotros y nosotras manejamos comúnmente ha surgido precisamente de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, no sólo de los campos de exterminio nazi, sino el crimen más grande de la humanidad hasta ahora en la historia humana como son las bombas atómicas arrojadas sobre población civil, niños, ancianos, jóvenes. Incluso un crimen que se extiende a las generaciones futuras, a los descendientes de las personas afectadas. Todos estos horrores llevaron a la humanidad al concepto moderno en las Naciones Unidas y en los instrumentos internacionales de las Naciones Unidas, un gran esfuerzo civilizatorio para poner un piso mínimo de los derechos humanos. Y este piso mínimo es el neoliberalismo y la ofensiva neoliberal a partir de los años 70/80 del siglo pasado, ha puesto en retroceso. Estamos un paso más atrás hacia la barbarie y se ha instalado un sentido común de que hay ciertos sectores, ciertos sujetos sociales, actores sociales que no merecen derechos humanos. Este es el sentido común no explícito, no dicho pero operante que tiene que ver con la complicidad, del silencio de los sectores llamados a denunciar como los organismos internacionales, ciertos organismos de derechos humanos, en el sentido de que ciertas poblaciones indígenas, ciertas poblaciones vulnerables, incluso el legítimo derecho a la protesta, incluso el legítimo derecho a la rebelión de los pueblos como lo señala el Considerando tercero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, serían el motivo para no considerar dentro de este piso mínimo a estas personas. Acá, esto lo estamos viviendo en todo el mundo.

El propio Estados Unidos, con aquél hoyo negro. Como lo llamó un defensor de los derechos humanos en Naciones Unidas, aquél hoyo negro que era que era y es la base naval de Guantánamo, instalada por Estados Unidos, que siendo una potencia en decadencia, sigue siendo todavía una poderosa potencia mundial peligrosa además porque cuenta todavía con el ejército más poderoso de mundo, varios horrores nucleares, bacteriológicos, químicos, una serie de monstruosidades militares, que son tan peligrosas para la humanidad.. Y esta potencia, aún estando en decadencia, sigue siendo de primer orden, sigue siendo importante, se permitió este inicio de un hoyo negro de los derechos humanos, un desconocimiento brutal, flagrante. Basado en un sentido común contrario a la civilización de que ciertas personas que si cometen delitos terroristas o de narcotráfico y otras, no merecerían estar dentro del mínimo de los derechos humanos. Y a partir de ahí es que se extiende, este sentido común, esta violación de derechos humanos a distintos sectores que son satanizados, perseguidos, estigmatizados por las grandes cadenas, monopolios mediáticos y que los Estados se permiten violar los derechos humanos.

Entonces, es un poco como este viejo poema tan maravilloso que escribió Bertolt Brecht que decía: “… primero vinieron por los comunistas, pero como yo no era comunista, no importó. Después vinieron por los cristianos, pero como yo no era cristiano, tampoco importó. Y al final, cuando vinieron por mí ya era demasiado tarde para que me importara”. Y un poco en esa tesitura estamos en América Latina. Vienen por los terroristas, vienen por los narcotraficantes, entonces, no es importante que se violen los derechos humanos, las garantías civilizatorias mínimas. Luego vienen por los pueblos indígenas, por los que se oponen a los proyectos contaminantes y así, va avanzando este hoyo negro, esta mancha violatoria de los derechos humanos. Entonces, en el caso de Perú, desde donde yo estoy reflexionando, acabamos de vivir en estos días, públicamente hemos visto cómo el Estado, en base a estos sentidos comunes y a estos discursos, a «ún infame líder terrorista de Perú», que falleció en prisión, se negó la entrega de los restos a los familiares e hicieron desaparecer el cadáver. Ustedes comprenderán el retroceso a la barbarie e invilización que esto significa. Es una medida similar a la que aplicaba el imperio colonial español cuando estaba aquí en Perú hace 200 años contra los líderes indígenas y líderes patriotas e independentistas que se levantaban contra esa dominación colonial haciendo desaparecer el cadáver. Y ese es un signo más del retroceso en la barbare a la que está amenazada toda la humanidad. Por eso, yo concuerdo y celebro y me sumo a lo que acaba de decir Jackie de que este era un problema de que cada uno, cada una de las personas de la humanidad tenemos que estar cumpliendo el deber de denunciar, de rechazar y repudiar. Por el bien de la humanidad estas heridas abiertas del terrorismo de Estado. Yo denuncio aquí a nombre personal y a nombre de Alma Movimiento al terrorismo de Estado del Paraguay, al asesinato de niños y niñas, al encarcelamiento arbitrario, a la desaparición forzosa de personas, una figura siniestra que trae los peores recuerdos de América Latina, de las peores dictaduras militares de los años 70 en nuestro continente.

Tuvimos la esperanza en algún momento que esta figura siniestra desapareciera del territorio latinoamericano y caribeño, y sin embargo ahí está el terrorismo de Estado en Paraguay abofeteándonos en el rostro humano con la desaparición de Lichita. Esta cobardía que significa ensañarse con las personas vulnerables debemos denunciarlas y exigir a los organismos de derechos humanos, empeando por la Organización de Estado Americano, encabezada por el más indigno de los latinoamericanos, Luis Almagro a que cumpla su deber y exija al Estado paraguayo la devolución con vida de Lichita. Viva se la llevaron los cobardes, y viva tienen que devolverla.

Ese es el llamado al que nos sumamos. Felicitamos esta campaña, Alba movimiento quiere agradecer a la campaña dónde está Lichita por este ejemplo de defensa de civilización de los derechos humanos y de la supervivencia humana. Si la humanidad va a sobrevivir a las múltiples crisis en las que estamos no podrá hacerlo sin reafirmar e incluso fortalecer el mínimo de civilización establecido en los derechos humanos tal como los concebimos (?) Con esta reflexión, lo dejo hasta ahí y agradezco nuevamente la invitación y felicito la campaña