(Por Fernanda Giribone y Oscar Castelnovo/ APL) El próximo 20 de noviembre comienza la Copa de Fútbol 2022 en Qatar, y se aceleran las polémicas, que marcaron desde el 2010, la elección de este país como sede del Mundial. Cancillerías, embajadas y medios de comunicación, a lo largo del mundo están publicando boletines e informes donde se explican qué “normas” deben seguir los aficionados que viajen para no incumplir la ley qatarí, y no ser sancionados por el Estado ni agredidos en las calles. Organizaciones como Amnesty Internacional denuncia que las restricciones a la libertad de expresión están aumentando conforme se acerca la realización del Mundial; que las mujeres y las personas LGBTTIQ+ sufren discriminación (en la ley y en la práctica); y que la población trabajadora inmigrante continúa sufriendo abusos laborales y teniendo dificultades para cambiar de empleo libremente, cobrar sus sueldos o abandonar el país, pese a las reformas gubernamentales del 2017, que en teoría mejoraron la legislación laboral.
EL PAÍS MÁS PEQUEÑO Y MENOS POBLADO EN ORGANIZAR UNA COPA DEL MUNDO.
Esta Copa Mundial de fútbol FIFA 2022 se celebrará en un país pequeño, aunque poderoso y rico. Con apenas 11.586 km2, una extensión similar a la de Jamaica, y una población de 2.9 millones de personas (de los cuales el 90% son trabajadores extranjeros), posee la tercer mayor reserva mundial de gas natural, lo que ha ubicado al pequeño país en la cima de las rentas per cápita del planeta.
Qatar, un emirato absolutista gobernado desde mediados del siglo XIX por la dinastía Al Thani, carece de tradición futbolera, pero ha resultado ser sumamente influyente en la geopolítica mundial. Sus reservas de petróleo y gas le han propiciado una posición de poder en el mundo. Así, no solo lograron ser sede, sino también cambiar la fecha histórica de realización de la Copa Mundial.
La polémica en torno a su designación comenzó desde el minuto cero, y las sospechas no tardaron en confirmarse: el emir Tamim bin Hamad Al Thani, con su dinero y poder, estableció un plan de sobornos para llevar el torneo a su país. El diario inglés The Guardian publicó que Qatar, gastó 200 millones de dólares para “convencer” a los dirigentes del fútbol mundial a apoyar su candidatura. Fueron tan grotescos los negociados de Joseph Blatter y Michel Platini que terminaron suspendidos por el Comité de Ética, junto a otras cuarenta y dos personas, acusados de participar del FIFA-Gate. Una sanción benévola, para una organización criminal.
Se estima que más de 6.500 personas han muerto en el frenético despliegue arquitectónico que le implicó a Qatar convertirse en sede del Mundial, y que llevó a que miles y miles de personas trabajaran de sol a sol, como auténticos esclavos. Para otros, sin embargo, entienden que la cifra de fallecidos es mucho mayor, y podría llegar a 15.000.
LA COPA DEL MUNDO NO TAPA A QATAR, LO VISIBILIZA
A pesar de que el movimiento feminista se extiende con paso firme por el mundo, las mujeres de Qatar siguen viviendo en un sistema que las segrega, y qué hace que dependan casi por completo de los hombres. El tutelaje es uno de los ejercicios que más condicionan las libertades de las mujeres, puesto que necesitan de la aprobación de un Tutor o Guardián (padre, hermano, abuelo, o su marido si está casada), para acceder a empleos, o educación. Las mujeres de Qatar no tienen decisión sobre sus hijos, difícilmente puedan acceder al divorcio, y la violencia doméstica no es un delito y no se contempla la violación como una posibilidad dentro del matrimonio. Las relaciones extramaritales suelen ser condenadas con azotes o cárcel. La comunidad LGBTTIQ+ también es víctima de esta dura legislación que criminaliza la homosexualidad, y que se encuentra castigada, al igual que el adulterio femenino. En ocasiones hasta con la muerte.
En cuanto a las y los visitantes, aquellos que no cumplan las reglas podrían terminar con graves consecuencias. Desde la sexualidad hasta el consumo de alcohol, las reglamentaciones en Qatar son totalmente estrictas. Tomar alcohol en la calle, ostentar símbolos y signos que se identifiquen con la diversidad sexual, subir la voz, decir malas palabras, pelear, hacer demostraciones de afecto, cariño o los festejos, mostrar el cuerpo o usar ropa ajustada (o con transparencias), consumir drogas, pornografía, e incluso algunos medicamentos recetados, podrían ser castigados con la cárcel.
Las Copas del Mundo y otros eventos deportivos han sido históricamente un terreno de manifestación de luchas populares, como lo fue el Mundial de Fútbol del 78 en Argentina durante la dictadura cívico-militar.
Ahora, a días de que comience el evento, el mismísimo Joseph Blatter, aceptó que la elección de Qatar para la Copa de Futbol fue un “error”. Llueven las críticas y se alzan las voces de quienes se oponen a las políticas restrictivas de un país fundamentalista en el que no se respetan los derechos humanos más básicos, de los ciudadanos y los aficionados, especialmente de las mujeres, las disidencias sexuales, y los migrantes. La cantante Dua Lipa ha rechazado actuar en la inauguración, y recientemente la derechista Shakira ha tenido que excusarse presionada por sus fans, ha rechazado actuar en la inauguración, y otras varias figuras se han sumado. Algunos entrenadores del fútbol han criticado la elección de la FIFA, como Jorge Sampaoli y Jürgen Klopp. También se desarrolla una importante campaña que quiere la visibilización de esta realidad y otra campaña internacional que exige a la FIFA que, desde sus beneficios de miles de millones de dólares, se indemnice a las familias de los trabajadores fallecidos, , durante la carrera mundialista de Qatar.
¿Y POR CASA CÓMO ANDAMOS?
Un ejemplo destacadísimo de Mundial y Crimen fue el realizado en la Argentina en 1978. La dictadura cívico-militar quería limpiar su ensangrentada imagen y la Albiceleste salió campeona de fútbol. Pero, el mundial 78 fue ganado por las Madres de Plaza de Mayo. Los periodistas, esencialmente europeos, fueron a la ronda de las Madres y desde allí transmitieron su lucha. Fue entonces que dieron el gran salto internacional. Ya no podían asesinarlas como lo hicieron en diciembre de 1977 con Azucena Villaflor, Mary Ponce o Esther de Careaga. No es que no pudieran agredirlas, pero ya no matarlas sin tener graves problemas internacionales. Es así que la «lucha por la imagen», verdadera esencia política del Mundial’78, fue ganada por los pañuelos blancos.
HITLER
Otro ejemplo de lo que no debió suceder, nos lleva a los juego olímpicos de Berlín de 1936. Los nazis difundían la imagen de una Alemania nueva, fuerte y unida, al tiempo que camuflaban los ataques del régimen contra los judíos, los gitanos, los afrodescendientes, los homosexuales y hasta los discapacitados, entre otros. El movimiento pro-boicot fracasó y países de todo el mundo aplaudieron a Adolf Hitler, rodeado de esvásticas y propaganda nazi. La mayoría de los turistas ignoraba que el régimen retiró por unos días los carteles antisemitas y desconocía que más de 800 gitanos de Berlín fueron arrestados y recluidos en un campó especial de Marzahn.
LA PELOTA SÍ SE MANCHA
Es recordada la célebre frase de Diego Maradona «yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha». Más tarde, el propio Diego revelaría ante los crímenes y negociados del fútbol: «Yo me equivoqué, la pelota sí se mancha». Claro que no la había ensuciado Maradona sino los dirigentes de la FIFA, devenidos en mafia internacional.
Es decir, hay una mayoría que resolvió mirar hacia otro lado y silencia las críticas a Qatar o las edulcora y llama a «respetar la cultura de otros pueblos». No es ni será nuestra posición.
¿Acaso debemos callar ante la Mutilación Genital Femenina que se practica en 30 países porque su cultura dice que el clítoris es el demonio que corrompe a las mujeres?
Tal embuste no está escrito en el Corán ni otro texto religioso. Y si lo estuviese nos opondríamos. Tal como nos oponemos a las leyes criminales de Qatar que repugnan a la conciencia universal.
Los medios comunitarios, alternativos y populares, haremos lo mismo de siempre: defender a las personas de los crímenes de Estado y no al revés. Los que quieran jugar al distraído al grito de ¡gool!, con prosperidad económica, es cosa suya.