(Por Fernanda Giribone/APL) Desde que el régimen sionista de Israel rompió en marzo la tregua en Palestina, se reiniciaron los bombardeos y se reanudó un criminal bloqueo a la franja de Gaza. No ingresan alimentos, agua, medicinas, combustible, ni energía eléctrica.
Gaza atraviesa una grave situación humanitaria. La inmensa mayoría de las víctimas de este genocidio son civiles, y más de la mitad de ellos son mujeres y niños. No solo mueren de bombas, mueren de hambre, de enfermedades curables, de infecciones, mueren intoxicados por falta de agua potable. Más de 1000 niños han muerto, o han resultado heridos, sólo en la primer semana en que se reiniciaron las acciones bélicas en marzo.
Gaza está siendo reducida a escombros. Además de derribar viviendas, la acción israelí se ha centrado en destruir sistemáticamente la infraestructura sanitaria. Casi la totalidad de los hospitales de Gaza fueron destruidos. El personal sanitario, ambulancias y paramédicos, también han sido blanco del ejército.
Estos crímenes atroces afectan especialmente a las mujeres. Se puede decir que en general la violencia sexual y de género, han aumentado en frecuencia e intensidad, pero específicamente se observa el sometimiento deliberado a “condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción física de los palestinos y la imposición de medidas destinadas a impedir los nacimientos”, tal como lo documenta Amnistía Internacional. Entre tantos hechos cometidos en el contexto del genocidio se detallan “asesinar y herir gravemente a decenas de miles de mujeres y niñas” y someter las que quedan a “condiciones de vida calculadas para provocar la destrucción física” del pueblo palestino.
Por su parte, un informe de una Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU sobre el Territorio Palestino Ocupado, coincide con este análisis y considera que la violencia sexual, y otros tipos de violencia de género, se han empleado de forma consciente y sistemática, hasta convertirse en una “estrategia de guerra para controlar y destruir al pueblo palestino”.
En este sentido el informe remarca que Israel ha utilizado la violencia sexual y reproductiva contra los palestinos «como parte de un esfuerzo más amplio para socavar su derecho a la autodeterminación”, y concluye que “las formas específicas de este tipo de violencia, como la desnudez pública forzada, el acoso sexual, incluidas las amenazas de violación, así como la agresión sexual, son ‘parte de los procedimientos operativos estándar de las fuerzas de seguridad israelíes frente a los palestinos’”. Otras formas de violencia sexual y de género, incluidas la violación «se cometieron bajo órdenes explícitas o con la instigación implícita de los altos líderes civiles y militares de Israel».
En un claro intento de perpetuar un sistema de opresión estas violaciones no sólo están causando “graves daños y sufrimientos físicos y mentales inmediatos a mujeres y niñas, sino que tienen también efectos irreversibles y a largo plazo en la salud mental, las perspectivas reproductivas y la fertilidad de la población palestina”.
El informe también destaca el “acto genocida” que constituye la destrucción sistemática de instalaciones de atención sanitaria. Por ello, al igual que otras muertes evitables por falta de atención médica o suministros, las mujeres mueren por complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto.
Israel destruyó los centros de atención de la salud de las mujeres. Hay un bloqueo a la salud reproductiva en general, y más de 500.000 mujeres de Gaza carecen de acceso a planificación familiar, tratamiento de infecciones de transmisión sexual y atención posparto.
Por su parte, el desplazamiento forzado es un problema en si mismo, y se ha intensificado en estos últimos meses. Alrededor de 1 millón de mujeres y niñas, se han visto obligadas a huir de sus hogares. Se cuentan entre ellas unas 150.000 personas que están embarazadas o son nuevas madres. Los informes dan cuenta de que es muy difícil permanecer más de 48 horas en un mismo refugio.
Las personas embarazadas no tienen hospitales donde parir, pero tampoco cuentan con las condiciones mínimas de higiene y salubridad para hacerlo en otros sitios. Médicos Sin Fronteras da cuenta de muertes de neonatos por hipotermia. Lo que demuestra que aún sobreviviendo a un embarazo sin controles, y a un parto sin asistencia, algo tan simple como mantener una temperatura ambiente aceptable es sumamente difícil.
Asimismo, la ONU informa que la falta casi total de productos menstruales, instalaciones higiénicas y agua limpia han aumentado el riesgo de infecciones y la malnutrición generalizada y el acceso inadecuado a la atención sanitaria agravan el impacto y la duración de las enfermedades.
Todo lo que ocurre actualmente en Palestina se entiende en un contexto de colonización y apartheid. El cuerpo de las mujeres siempre ha sido territorio de guerra. ¿Qué relación hay entre territorio, cuerpo y conquista? Es una forma de manipular de manera violenta al grupo humano que se está enfrentando. Marcar a esas mujeres, atentar contra su descendencia, violarlas,denigrarlas, etc., son formas de desmoralizar al “enemigo”. Así podemos pensar el cuerpo de la mujer como una conquista específica.
Visibilizar y difundir este crimen a la humanidad es nuestra tarea. Alrededor del mundo los pueblos Decimos Basta! Nos movilizamos en las calles contra este genocidio, pero son los gobiernos los que pueden parar esto. Hay que exigir el cese al fuego y que los gobiernos y Estados del mundo rompan relaciones políticas, diplomáticas, comerciales y culturales con Israel.
Fuente: Amnesty International – ONU DDHH