De la Rúa y la Alianza Para Matar
(Por Oscar Castelnovo/APL) Cuando asumió Fernando de la Rúa junto a su vice Carlos «Chacho» Álvarez, el 10 de diciembre de 1999, me encontraba en Corrientes Capital cubriendo el «Aguante Correntino» junto a la compa Hilda Presman de la Red Derechos Humanos, entre muchxos otrxs. Estábamos sin dormir, preparándonos para resistir lo que se venía: El desalojo violento del Puente Belgrano que ocupábamos con el pueblo. A las 4:31 del 17 de diciembre, a solo una semana de asumir el gobierno de la Alianza, comenzó una cruenta represión de la Gendarmería. Recuerdo que el Aguante tenía un 70 por ciento de mujeres en su lucha, o un porcentaje aún mayor. A eso de las 7:30 se eleva la calidad represiva y a las balas de goma, trazantes, palos y otras se les sumó el plomo. Así, a unos pocos metros nuestros cayeron dos jóvenes pobres: Mauro Ojeda y Francisco Escobar.
Dos años más tarde, el 20 de diciembre de 2001, me hallaba cubriendo la movilización en la Plaza de Mayo y alrededores. Allí fueron siete los asesinados; y 39 en todo el país. Luego, a esa pueblada se la nombró «El Argentinazo».
Este martes murió Fernando De la Rúa y ya son profusas las noticias sobre su bondades.
Por mi parte, no celebro la muerte. Pero jamás olvidaré, por caso, el tremendo valor del pueblo correntino en un combate infinitamente desigual. Ni la mirada deshecha de las madres de los fusilados, cuyas vidas sucumbieron por las políticas de De la Rúa, Álvarez, Cavallo y Storani.
De la Rúa no fue un gran estadista ni un gran demócrata. Es falso. Fue uno de los conspicuos gerentes de la Alianza Para Matar.