Oscar Castelnovo: «La Literatura fue una respuesta para no sucumbir frente a tanta tristeza»

(Por Facundo Sagardoy para momarandu.com) «Nosotros, en nuestra producción, tenemos que ser críticos. A veces, incisivos, a veces directamente, y claramente, en el código periodístico, y a veces a través de metáforas, de fantasías. En ese sentido, la Literatura y el Periodismo se unen», dice entrevistado por momarandu.com el periodista y escritor, Oscar Castelnovo, en la antesala de la presentación de su obra Aguafuertes «Curtiendo asfalto» en la Ciudad de Corrientes.

Oscar Castelnovo nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el 22 de octubre de 1955. Es escritor y periodista.

Castelnovo hoy es coordinador y editor en la Agencia para la Libertad, donde habitualmente publica denuncias sobre violaciones a los derechos humanos contra las personas privadas de libertad y debates sobre abolicionismo.

También, fue coordinador y editor de la AgruPasión Para la Libertad, Sello editorial/ que recoge diversos trabajos con relación a la situación carcelaria.

Además, fue docente del Taller de Periodismo y Expresión en la Cárcel de Mujeres de Ezeiza, Villa Devoto y Complejo Penitenciario Federal Nº 1 -Ezeiza Varones- y del Proyecto Ave Fénix en UBA XXII- Educación en Cárceles.

Castelnovo tiene la entrada prohibida a cárceles federales de Argentina desde 2013 por denunciar crímenes y torturas y todo tipo de violanciones a los privados de libertad a lo largo y ancho del país.

Castelnovo visitó Corrientes este jueves 28 de noviembre para presentar una obra nueva: Aguafuertes «Curtiendo asfalto».

Su presentación se llevó a cabo en el salón Azul del Centro Cultural de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional del Nordeste en la Ciudad de Corrientes.

Como él mismo, en su antesala, anticipó en un breve diálogo con momarandu.com, el acto, ante todo, fue un encuentro de amigos y amigas amantes de la Literatura y el periodismo crítico.

Entrevistado por este diario, Castelnovo, además, ofreció detalles acerca de su obra y de la posición que ésta ocupa en su vida y en su trayectoria a través del duro oficio de escribir.

-M.: Hola Oscar, muchas gracias por hablar con nosotros. Bienvenido a Corrientes, bienvenido a la Universidad Nacional del Nordeste…
-O.C.: Bueno. Muchas gracias. Momarandu.com ha sido pionero, fogonero, de esta presentación. La verdad es que nos une una vieja relación. Acá estuve en el año 99, vine en el mes de junio, cuando empieza la Plaza del Aguante, y cubrí todo eso, yendo y viniendo durante dos años, ésta lucha que me marcó a fuego… como periodista, como ser humano. Estuve cerca. Viví toda la represión del 17 de diciembre. Estuve a metros de donde mataron a Mauro Ojeda y a Francisco Escobar. Luchamos junto a Hilda (Presman), a las maestras Lucía Abad, a Eugenio (Montero). Me hice amigazo, hermanazo. Siempre digo a Hilda que soy porteño de nacimiento y correntino por opción, porque realmente ví el valor de esa tremenda lucha que preanunció lo que iba a suceder en todo el país, dos años después, en el año 2001, cuando fue el argentinazo, porque De La Rúa debutó, trágicamente, con dos muertos en Corrientes y se despidió con treinta y nueve muertos en todo el país… treinta y nueve que conocemos, tal vez sean más. Fui parte de todo eso, como uno más y como un periodista que cubrió cada hecho desde junio a diciembre, con entrevistas a los luchadores, que eran ignotos. Recuerdo el ejemplo enorme que resultó en la convocatoria y la autoconvocatoria, que en realidad cuestionaba, no peleaba por la revolución socialista, o el comunismo desarrollado, lo cual hubiera sido legítimo, peleaba contra el sistema de representación, por eso la autoconvocatoria. Entonces, nadie contenía la indignación que floreció por todo el pueblo, y, especialmente, en las mujeres. Siempre recuerdo un hecho que viví en la Plaza: vino un marido, porque la Plaza tenía un setenta, ochenta por ciento de mujeres, maestras, empleadas judiciales, de distintos gremios, un marido que le dice a una mujer: «¡vení a casa, a lavar la ropa de los chicos, a plancharme las camisas, a hacernos la comida, qué hacés acá todo el día!». Precisamente no recuerdo las palabras, pero ella responde: «¡Pedazo de boludo, yo estoy peleando por el futuro de tus hijos, yo estoy peleando por la educación de tus hijos!». Y le dió una lección. Para mí todo eso anticipó, también, a los rasgos de esa avalancha de feminismo que Argentina está viviendo hace ¿cuánto? tres, cuatro, cinco años. Ví, en Corrientes, un cambio en las relaciones intrafamiliares, con un protagonismo de la mujer que tomó el toro por las astas y se puso en la Plaza y, cuando se suman masivamente los hombres, cuando, bueno, acá… Gendarmería decide reprimir con todo. Ví el valor de pibes correntinos que estaban en cuero con un machete en la mano, peleando contra esos que parecían marcianos con armaduras, porque realmente eran unos tortugones, por los que uno decía ¡de dónde salieron estos! Y parecían salidos de Marte, para reprimir a las maestras, a un pueblo que estaba reclamando lo justo, el pago de los salarios y tener participación en las decisiones, y no ser, digamos, como sucede ahora, cuando vos tenés una audiencia para decidir si aumentar el boleto, pero que no es vinculante, lo cual, sinceramente, parece una burla, una burla que nos va a joder a nosotros en la economía, en la economía cotidiana, de todos los días, una burla que consiste en escuchar mi opinión, que no es vinculante. Así que me pregunto ¿para qué escuchás?  Quizá con tantos recuerdos y emoción de volver, yo seguí volviendo a tantos momentos y me enamoré de Corrientes, y de estas características de lucha del pueblo, sobretodo porque se daba en una provincia de las más conservadoras, entre comillas, porque no se dió en las más «progres», se dió acá, y eso nos marcó, marcó a todo el país. Estoy orgulloso de volver. Quería presentar este libro acá, junto a mis amigos correntinos, junto a mis amigas, y que fuéramos parte, porque lo que hacemos es mejor si lo hemos compartido con los seres a los que queremos.

-M.: Podríamos hablar sólo de Periodismo, pero el hecho cultural que nos convoca es, quizás, un poco más amplio, un lugar que nos lleva a pensarte desde las Letras y desde cómo el hombre transmite lo que siente, lo que piensa, lo que vive y experimenta, siempre a través de las Letras. ¿Cómo te ves hoy, como escritor, en el contexto que se vive, con la versatilidad con la que se te puede leer, en ficción, en noticia y en investigación?
-O.C.: Tengo que ser sincero, y yo recuerdo… sinceramente, yo me reconozco periodista, pero como escritor casi, casi no. Fue realmente una gambeta. Para mí, la Literatura, es un refugio para gambetear tanto dolor, tanta tristeza, porque, ser periodista antirrepresivo, en Argentina, es insalubre hermano, es insalubre. Me agarré cada bajones, abracé a tantas mamás de muchos hijos que habían sido asesinados… estámos hablando de la etapa disque democrática, disque democrática, ¿no? por el gatillo fácil, de chicas desaparecidas por la trata prostibularia, o perseguidos por pertenecer al pueblo mapuche o wichí, u otra etnia, y, encima, en la soledad más absoluta. Es decir, hubo momentos en los que fueron los medios alternativos, comunitarios y populares, como ustedes (momarandu.com) , por ejemplo, que no somos medios hegemónicos, que tomamos esta defensa en nuestras manos, y eso tiene un costo, tiene un costo humano, emocional. Entre nosotros, no puedo decir, «bueno che, son las seis, término a medias el laburo, yo me voy a mi casa, y me olvido del problema». Yo sigo vinculado a la mamá, que vino a mi casa, que a lo mejor también acompañé al cementerio o acompañé a beber a un bodegón, porque a veces es así, o que abracé y contuve todo lo que pude, o con la que hicimos mil y una notas, o con la que vimos, después, la complicidad del Poder Judicial, vetusto, junto a la familia policial que mató a su hijo y el poder político que asciende a los matadores en un entramado siniestro. Entonces, en mi caso, la Literatura fue una respuesta para no sumcubir frente a tanta tristeza. Por lo menos, ese es mi caso. No propuse ser escritor y dije «es así». Fue así y así surgió. Por lo tanto, no sabría bien como responder a una pregunta sobre el rol de los escritores. Sí, creo en que cualquier hombre, y coincido con (Eduardo) Galeano, no voy a separar entre un intelectual y alguien que es un sentimental… soy un ser que piensa, que siente y que, por supuesto, no está de acuerdo con esa separación, debe aportar. Nosotros, en nuestra producción, tenemos que ser críticos. A veces, incisivos, a veces directamente, y, claramente, en el código periodístico, y, a veces, a través de metáforas, de fantasías. A mí me gusta mucho el género fantástico, porque también ahí se pueden decir cosas y se pueden cambiar realidades, porque si algo nos quisieron quitar a nosotros es la posibilidad de sueños. Y creo que, en ese sentido, la Literatura y el Periodismo se unen, se unen para decir sí, se puede, se puede soñar con otro mundo, se puede realizar y se pueden retener espacios y momentos de felicidad haciéndolos.

«CURTIENDO ASFALTO»

Foto: Aguafuertes. Curtiendo Asfalto, de Oscar Castelnovo.  

-M.: ¿Qué es posible leer en «Curtiendo asfalto»?. Desde el análisis literario, quizá pueda decirse un objeto de goce estético, una oportunidad para apreciar sus usos, sus formas, su intimidad. ¿Qué hay de Castelnovo en esta obra que se presenta hoy en Corrientes?
-O.C.: Creo que hay una parte de mí que no sé cómo surgió, pero que sí tengo, y desde que recuerdo que existo, que es una observación, tal vez, diferente. Cuando uno observa un hecho puede hacerlo con parámetros tradicionales o estándares y hay veces en las que a mí se me da por mirar, un poquito, desde otro ángulo. Cuando por caso viene un tipo y, por la ventana de mi casa, yo vivo en un pasaje de Floresta, me dice, «mirá loco, necesito plata para escabiar», así, derecho viejo, no me mintió ni nada, digo: «acá hay una historia». Lo miro a la cara y digo: «acá hay una historia». Y quizás, no sé, otros ahí no reparan y dicen, este me viene a manguear, y realmente es una historia interesantísima. O cuando veo alguien que no encaja, que no encaja exactamente en ese mundo, en este mundo que por otra parte nos quieren imponer ¿no? yo veo. Como me pasó en Toulouse, en Francia, donde Carlos Gardel es un hijo reconocido, hablando como podía, porque yo no domino el francés, con una supuesta prostituta francesa, que resultaba ser una mujer húngara en la lona y que, entonces, vivía de eso. Ahí había una historia tremenda. Detrás de ella. Estar atento a esa mirada, y poder hablar de sus dolores, de su alegría, de su superviviencia, de su pasado y de sus sueños, para mí, es muy bueno. Eso es muy bueno.

-M.: Ya has sido premiado por tus cuentos. ¿Qué suma esta obra a tu carrera?
-O.C.: Creo que es un gol que hicimos, un golcito. A la pelota hay que meterla adentro, ¿viste? No es lo mismo hacer el gol que no hacer el gol. No es exactamente lo mismo. Entonces, se materializa, se materializan en un volumen todos estos sueños de los que hablamos, todos los dolores, todas las gambetas que hiciste para que no fuera así, y también se plantea un desafío. Por ejemplo, cuando yo gané el Primer Premio Clarín de Cuentos, no te voy a negar, ese día estuve contento, nos embriagamos todos juntos, las chicas, los muchachos, no sé… pero ya está, ya está, ya terminó, y hay que seguir, de nuevo, como ahora, cuando estamos presentando el libro y disfrutando este momento. Tengo una gran alegría. Cuando hacés el gol hay que festejar. Hay que festejar, pero el partido sigue. El partido sigue, y vos ya hiciste eso, y no te podés quedar en eso. Por eso, yo no me la creo. Ganás un récord en carrera, y después viene otro y te supera, y viene otro y te supera, y así… o sea que tampoco me la creo tanto o le doy tanta importancia, en relación a la competencia, pero sí a la superación de sí mismo ¿no? porque uno tiene que tener desafíos por delante para crecer, para desarrollar sus potencialidades más estéticas, más combativas, más solidarias. Así que, me suma en ese sentido. Escalamos un monte más o una montaña más, metimos un golcito. El partido sigue. El camino sigue. Vamos hacia arriba.

CUANDO EL MUNDO NO ENCAJA, HAY UNA HISTORIA EN ÉL

-M.: Los personajes que podemos hallar en la obra, son personajes que has conocido… son pura ficción… ¿Qué podemos saber de ellos?
-O.C.: Absolutamente todos los personajes de las aguafuertes existieron. Por supuesto, cambié nombres, identidades, horarios, situaciones, ámbitos, pero, por ejemplo, la historia de amor de las chicas de la cárcel, podría decir que casi es la historia del noventa por ciento de las chicas que habitan en el encierro, que yo sinteticé en dos personajes. Ese es el tránsito que hicimos de la realidad a la ficción. No hay tanta ficción. Aunque es un cuento, sí, hay veces en las que las situaciones en estos ámbitos te superan, y superan todo lo que has imaginado, a veces en modo trágico o negativo. Nosotros tratamos de darle otra vuelta de rosca, y hablar de la pasión, de la entrega, del amor, de los sueños, del sexo, como un espacio en el que resistir a la devastación a la que están destinadas las mujeres en prisión. Cuando encuentro a un tachero a las diez y veinte de la mañana, que está tomando merca y cerveza y me cuenta que está saliendo con su cuñada digo: «acá hay una historia». Y la hubo. Tenía mucho miedo de que choquemos, ¿no?. Casi lo obligue a que no me mirara, a que mirara sólo para adelante. Había una historia: iba a ser padre. Había embarazado a su cuñada. Iba a vender del coche para irse a New York con su cuñada, pero no tenía conciencia de esto. Los valores, ahí, se trastocan. Parecía hasta divertido. En un momento, él me pregunta: «ché, ¿cómo es eso de qué los judíos, cuando muere el hermano mayor, el menor se hace cargo de la viuda y lo atiende?». Y le digo: «pero, escuchame una cosa: en primer lugar, vos me dijiste que iniciaste este rollo con tu cuñada en la Fiesta de San Patricio, que se agarraron flor de curda con cerveza, así que vos sos católico ¡no judío!, y, en segundo lugar, ¡tu hermano está vivo, no muerto!. Vos traés una costumbre milenaria, de otros pueblos, digo, venís de una remota Palestina hasta Nazca y Rivadavia. ¡Flores: ¿qué te pasó?!». Le digo: «¡Por lo menos hacete cargo!». Había una historia. Y si la vemos por un lado, parece graciosa, cómica, con este personaje, del porteño que es el estereotipo, que es el tipo tramposo por todos lados, chamuyero, mal hermano. Y después, nos muestra, si nos ponemos un poco más serios, los nuevos valores y cómo se instalaron en una sociedad donde todo vale. «Martínez» es otra cosa. Ese es un cuento del género fantástico que, con mi obsesión, laburé como catorce años, y que un día decidí mandar a un concurso sin la más remota idea de que podía ganar y, qué sé yo… era para ver cómo andaba la historia. Era una sorpresa muy grande para mí también. Grata, por supuesto.

-M.: En esto de crear Literatura, de crear este mundo que quizás sea fantástico pero sobre un amplio sustrato de realidad, y viceversa. ¿Cómo forja esa imagen de tensión entre lo amoral y lo moral en lo contemporáneo?
-O.C.: En la Literatura trato de no ser ni sacerdote ni juez, trato de no juzgar. Los personajes, ahí, son libres y a veces se te van y hacen lo que hacen, así que ahí trato de no bajar línea en cuanto a que ésto es lo que se debe hacer, porque si hay algo ante lo que estoy en contra es contra la cultura represiva, quizás hay cosas con las que no comulgo pero a las que debo entender, entender que así son y que debo contenerlas. Ahora, en eso, también, a veces, hay una riña con los códigos ¿no? Creo que, quizás, por mi edad, por lo que fuera, por los viejos códigos, no sé… hay una línea que no debe pasarse. Si estoy preso y vos sos el cobani, bueno, hay una línea que nos separa… no me drogo con vos, no bebo con vos. Vos sos el dueño de los candados y tenés ahí a mi libertad. En eso sí soy inflexible, pero como me dedico a ese tipo de periodismo. Después, en las relaciones, hay un relato que se llama «GarchAndGo«, que son dos en pareja que habían acordado tener libertad sexual y a las que, después, se les pudre todo, porque esto pasa, incluso, en los límites de los permitidos. Y yo no soy quien para juzgar, y no me interesa, pero sí me sirvió para escribir ese aguafuerte y conocer nuevas formas de relacionarse, porque es evidente que la pareja monogámica está en crisis. Antes, la pareja de nuestros viejos duraba sesenta, setenta años juntos ¿y en qué condiciones? Después, cuando un hijo va al jardín, ya la mayoría de los padres están separados, y cuando va el hijo a la escuela, el porcentaje es abrumadoramente superior. Así que, el mundo sigue cambiando, las relaciones sociales están cambiando y en ese cambio siempre hay crisis de creencias, de enfoques y demás… y nuevos valores que, bueno, pueden ser positivos, y vemos que hoy, por ejemplo, cuando ya se han definido como ciento cincuenta tipos de posibilidades de familia, la familia de papá, mamá y dos hijos es una forma posible, pero no la única.

-M.: Al llevar el libro este título, es imposible no recordar la obra de Roberto Arlt. Hoy, casi un siglo luego. ¿Hay alguna cualidad común que, como hilo conductor, nos traslade de un punto a otro en la lectura, hacia una impresión global de las características que expresan los personajes de las aguafuertes en una obra como la suya?
-O.C.: Son personajes que están al margen, que están al borde y no encajan, no encajan exactamente en los parámetros estandarizados, son diversos, son diversos, para bien o para mal, o que se yó, pero son diversos y dignos de mi atención.

CASTELNOVO: LAS LETRAS EN LA TRINCHERA

Oscar Castelnovo es uno de los periodistas más leídos en Argentina de temas que giran en torno a problemáticas y conflictos sociales graves.

Sus textos más destacados comienzan a ser publicados a principios de la década de 1980.

En 1986 escribe “Lilí, presa política”, en colaboración con Ulises Gorini, extenso reportaje realizado en el Unidad Penitenciaria Nº 3 de Ezeiza (Cárcel de Mujeres) con Hilda Nava de Cuesta, última presa política de la dictadura militar quien cumplió más de 14 años de encierro.

En 1989 escribe en torno a fusilamientos, desapariciones, torturas, y, más tarde, privación de defensa en juicio, en base a resoluciones emitidas por la OEA sobre prisioneros indultados en 2003 por el Estado argentino.

Entre 1989 y 2003 Castelnovo escribe sobre los sobrevivientes a la represión estatal perpetrada en el Cuartel de La Tablada donde el Estado argentino reedita su metodología terrorista. En 1999 escribe el «Aguante correntino», sobre la lucha de los trabajadores y amas de casa autoconvocados en Corrientes, encabezados por la Asamblea Docente, hechos entre los cuales se recuerdan los asesinatos de Francisco Escobar y Mauro Ojeda a manos de Gendarmería.

Entre 1994 y 2005 Castelnovo ofrece investigaciones y entrevistas en América Libre, publicación dirigida por el teólogo brasileño Carlos Alberto Libânio Christo, conocido como Frei Betto.

Entre 1985 y 2012 coordina la sección Derechos humanos de la Revista Propuesta y ofrece coberturas especiales. Entre 1985 y 1988 presenta colaboraciones en Revistas Crisis y Fin de Siglo. Entre 1987 y 2003 colabora con el mensuario de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Entre 1987 y 1989 escribe en Diario Sur, bajo la dirección de Eduardo Luís Duhalde. Entre 1990 y 1996 escribe colaboraciones especializadas en Página 12, que son publicadas en sus contratapas.

En 1996 escribe Hijos “Somos un cacho de la victoria de nuestros viejos”, en colaboración con Cintia Castro, hondo diálogo con cuatro miembros de la Agrupación Hijos que, por aquellos años, iniciaba su aparición en el escenario político argentino.

Entre 2001 y 2003 escribe sobre La masacre de Floresta, sobre la voz de miles de de vecinos de éste barrio de la Ciudad de Buenos Aires unidas en reclamo de Justicia luego del asesino de tres jóvenes a manos del ex policía federal Juan de Dios Velaztiqui, el 29 de diciembre de 2001, condenado luego a prisión perpetua. También escribe sobre Mosconi, la prolongada movilización popular en el norte argentino conducida por la Unión de Trabajadores Desocupados, ex empleados de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (Y.P.F.) en defensa de sus intereses avasallados por la privatización.

Entre 2004 y 2005, Castelnovo escribe sobre las mujeres en situación de prostitución, en torno a una serie de trabajos con Sonia Sánchez, titular de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina-Capital

En 2004 escribe “Ardiente y Pasional. Dolores y rebeldías de la Argentina misma”, publicado por Ediciones Desde la Gente, del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos; una serie de entrevistas con las luchadoras Claudia Aguilera, Familiares de Heridos y Asesinados el 19 y 20 de 2001; Lucía García, Hijos La Plata; Lohana Berkins, dirigente por los derechos Travestis y Transexuales; María Inés Mato, nadadora de aguas abiertas; Juana de Pargament (Juanita) y Ada Feigelmüller de Senar (Cota), de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.

Entre 2007 y 2014 se desempeña como coordinador del Boletín “Para la Libertad” en la Agencia de Comunicación Rodolfo Walsh, donde publica cientos de notas sobre la situación carcelaria, asesinatos, torturas y corrupción.

En 2008 es congratulado entre 6659 participantes con el Primer Concurso “Clarín” de Cuentos, con el texto “Martínez”.

En 2009 escribe “Intensidades de Mujer”, texto publicado por Ediciones América Libre, en base al testimonio de 18 mujeres presas en la Cárcel de Ezeiza.

En 2011 escribe “Cárceles de mala muerte”, libro que coordinó y en cual escribió junto a Adolfo Pérez Esquivel, Alcira Daroqui, detenidos, cautivas y familiares, entre otros.

En 2013 escribe un extenso Informe sobre cárceles argentinas titulado “Una muerte cada 37 horas”. 

Durante la presentación de Aguafuertes «Curtiendo Asfalto», además, presentó un texto de investigación titulado «El genocidio encubierto». http://www.momarandu.com/notix/noticia/04988_curtiendo-asfalto-en-corrientes-con-oscar-castelnovo.htm