A LOS 106 AÑOS, PARTIÓ ROSA ROISINBLIT, PRESIDENTA HONORARIA DE ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

«Fue una gran compañera, amiga leal, siempre dispuesta a hacer lo que la institución requiriera. Su rol para el avance en los estudios genéticos que lograron identificar a los niños desaparecidos fue central», expresó Abuelas de Plaza de Mayo en el emotivo texto de despedida que le dedicó.

Falleció, a los 106 años, Rosa Tarlovsky de Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo y figura central en la defensa de los Derechos Humanos en Argentina. El organismo dio la triste noticia en un comunicado oficial que compartió a través de sus redes sociales este sábado.

“Abuelas de Plaza de Mayo despide con tristeza a la queridísima compañera Rosa Tarlovsky de Roinsinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo hasta 2021, cuando por su avanzada edad pasó a ser presidenta honoraria de la institución. Rosita, como la llama -paradójicamente- la juventud de Abuelas, se fue a los 106 años recién cumplidos, con un enorme trabajo y trayectoria como referenta de derechos humanos en el país y en el mundo”, expresa el texto.

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Hoy más que nunca

Y luego agrega: “Rosa pudo abrazar al nieto que la convirtió en Abuela de Plaza de Mayo, Guillermo Pérez Roisinblit, en el año 2000, pero nunca dejó de buscar a los nietos y nietas de sus compañeras: ‘No estaba acá solamente para buscarlo a él, sino a todos los que faltan’, señaló en una de las miles de entrevistas que concedió a lo largo de su vida, para contar su historia y hacer memoria”.

Su nieto la despidió con un emotivo posteo desde su cuenta de X: “Se fue mi Baba, Rosa y más allá de la tristeza que siento, me alivia pensar que después de 46 años vuelve a encontrarse con mi mamá y con su gran amor, mi abuelo Benjamín. Llegó el momento de su merecido descanso…”.

La historia de Rosa Roisinblit

Rosa había nacido el 15 de agosto de 1919 en Moisés Ville, provincia de Santa Fe, hija de colonos judíos. “Todas las noches después de cenar charlaba con mis padres a la luz de la lámpara de querosene y nos contaban a mis hermanas y a mí por qué tuvieron que venir de Europa a la Argentina escapando de los pogroms zaristas. Eso me quedó muy grabado”, recordó sus palabras Abuelas de Plaza de Mayo

En la Universidad Nacional del Litoral se recibió de obstetra. Se instaló en Buenos Aires en 1949, donde, dos años después, contrajo matrimonio con Benjamín Roisinblit.

El 6 de octubre de 1978, su hija Patricia, de 25 años, embarazada de ocho meses, fue secuestrada junto a José Manuel Pérez Rojo, su pareja. A Mariana Eva, su hija de un año, los militares la abandonaron en casa de unos familiares. Patricia fue llevada a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) donde, en noviembre de 1978, tuvo un varón. .

Rosa buscó a su nieto durante veintidós años hasta que en el 2000, gracias a una denuncia anónima, logró finalmente encontrarlo. En una entrevista que concedió a Infobae, explicó: “Yo no salí, el día que se llevaron a mi hija, a formar parte de Montoneros, o me convertí en una revolucionaria, no, eso no, yo salí a buscar a mi hija, y eso me llevó todos estos años. Ella desapareció en octubre de 1978, y desde entonces yo estoy luchando. No me quedé en casa a llorar, yo salí a luchar. Y yo creo que mi lucha ha dado sus buenos resultados porque hemos obtenido muchos logros”.

Despedida de Rosa Roisinblit

Posteo de Abuelas de Plaza de Mayo anunciando el fallecimiento de Rosa Roisinblit

Fue vicepresidenta de Abuelas hasta 2021, cuando tomó el puesto, menos agotador, de presidenta honoraria. El organismo agregó que “fue una gran compañera, amiga leal, siempre dispuesta a hacer lo que la institución requiriera. Su rol para el avance en los estudios genéticos que lograron identificar a los niños desaparecidos fue central».

Para luego remarcar que, «de memoria prodigiosa, amante del tenis y el tango, podía repetir los campeones de diez años consecutivos de la Roland Garros o cantar mil tangos sin olvidar la letra. También repasar viajes, personalidades y contactos esenciales recogidos en los viajes para seguir la búsqueda”.

«A Rosa le gustaban los festejos, bailar y cantar. Por eso, para sus 100 años Abuelas hizo una gran fiesta que la dejó retratada bailando. Sólo nos quedan palabras de agradecimiento por su entrega, su solidaridad y el amor con el que buscó a los nietos y nietas hasta el final”, concluyó Abuelas.

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