A tres años del asesinato de nuestra compañera Florencia “La China” Cuellar

Grupo Anticarcelario

Llegamos al punto acordado unos minutos después, no éramos muchos pero no nos preocupa porque nunca lo fuimos. El él, el yo y el vos le da confianza a nuestros cuerpos, somos los de las cercanías en las luchas, en la garra y tal vez en los sueños. Pasábamos por poco los veinte en cantidad, ansiosos y preocupados por nuestro futuro accionar, no ignoramos lo que puede llegar a ser capaz la policía, vivimos en un estado represivo. Caminamos pocas cuadras cargando nuestras banderas, los aerosoles que no pudieron materializarse con su complemento. La Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal, era nuestro propósito de lugar, es una esquina del barrio capitalino de Once, Lavalle al 2705 es la dirección más exacta.
Hoy es una tarde de escrache, por suerte ya no llueve ni lo intenta. Vamos dispersos pero no separados; transitamos las calles a contramano, estamos en navidad señores y pareciera que debiéramos desear solo consumo. Nos brindamos a esta pequeña resistencia. Nos somos.
La libertad se aprende y la libertad se aprehende. Pasamos por delante de la entrada al estacionamiento, ya hay policías merodeando, creemos que también los había de civil. Es posible que sepan, están son fechas en que recordamos en acciones las vidas que el silencio de los muros intenta sofocar.

Somos nosotros con pequeños aires que se hacen viento los que recobran nombres,
Florencia, Cecilia, María Laura, Yanina, Ale, Vanesa, Noelia, Romina, Silvia, las pibas que el sistema asesinó entre 2009 y 2012 en el Penal de Ezeiza, todas y cada una de sus muertes no fueron esclarecidas y continúan en la impunidad. Acaso la perversión que existe entre nosotros se magnifica en ese otro mundo de encierro, lugares donde no existen reclamos pero si una manía que se certifica oficialmente en “suicidados”. Sobrepoblación, discriminación, tortura y muerte, los muros separan mientras que en su internalidad el rasgo que designa es la pobreza.

La rapidez nos liquidó. Descubrimos las banderas “LA ACCION ESTA EN LA CALLE”, “POR ELLOS Y POR TODAS LAS MUERTES EN PRISIONES”, “COMPAS PRESENTES”. Varios hicieron una pegatina entre los vidrios y las cuadraturas de la esquina, entre fotos de “la China” los carteles decían “LA CARCEL NO ACABA CON LA DELINCUENCIA, ACABA CON LAS PERSONAS”. Todo coincidió en sincronía, el corte de la calle Lavalle, una compañera tomando el megáfono para llegar al más lejano interés, otro trepándose en la fachada para sujetar una bandera. La esquina hacia Pueyrredón fue resistencia por tan solo cinco minutos.

Con la actitud de ser policías, tres oficiales se acercaron hacia donde estaba el compañero atando la bandera al edificio, le pedían que se baje, le insistían en mostrar los documentos. No solo a él, eran persecutorios con todos quienes estábamos allí y cuando todo pende del límite que solo existe entre la cabeza de un policía y el movimiento de su mano hasta el arma que porta, se hacen complejas las decisiones veloces. Ante esta actitud de sobrepasar nuestra expresión, hubo respuesta y aparecieron las piedras al igual que las corridas. Nadie quiere
caer preso por retomar la memoria y hacerla contrapropuesta, la placa y nuestra legitimación. Tras una cortina de humo que provenía de una bengala que se dejó en la esquina nos fuimos mirando como increpaban a un compañero, “esto es un delito” le proponía en tono de la amenaza. Todos nos fuimos de ahí en esa efímera fluidez desembocada, todos en esa limitada pero inmensa necesidad conjunta.
Florencia acá te resistimos junto a quienes se organizan en torno a la justa
justeza de la justicia. Orgullo de rebeldía, convicción coherente de no dejarte avasallar por el sistema de exterminio.
Llegamos al punto acordado unos minutos después, no éramos muchos pero no nos preocupa porque nunca lo fuimos. El él, el yo y el vos le da confianza a nuestros cuerpos, somos los de las cercanías en las luchas, en la garra y tal vez en los sueños. Pasábamos por poco los veinte en cantidad, ansiosos y preocupados por nuestro futuro accionar, no ignoramos lo que puede llegar a ser capaz la policía, vivimos en un estado represivo. Caminamos pocas cuadras cargando nuestras banderas, los aerosoles que no pudieron materializarse con su complemento. La Dirección Nacional del Servicio Penitenciario Federal, era nuestro propósito de lugar, es una esquina del barrio capitalino de Once, Lavalle al 2705 es la dirección más exacta.

Hoy es una tarde de escrache, por suerte ya no llueve ni lo intenta. Vamos dispersos pero no separados; transitamos las calles a contramano, estamos en navidad señores y pareciera que debiéramos desear solo consumo. Nos brindamos a esta pequeña resistencia. Nos somos.

La libertad se aprende y la libertad se aprehende. Pasamos por delante de la entrada al estacionamiento, ya hay policías merodeando, creemos que también los había de civil. Es posible que sepan, están son fechas en que recordamos en acciones las vidas que el silencio de los muros intenta sofocar.

Somos nosotros con pequeños aires que se hacen viento los que recobran nombres,
Florencia, Cecilia, María Laura, Yanina, Ale, Vanesa, Noelia, Romina, Silvia, las pibas que el sistema asesinó entre 2009 y 2012 en el Penal de Ezeiza, todas y cada una de sus muertes no fueron esclarecidas y continúan en la impunidad. Acaso la perversión que existe entre nosotros se magnifica en ese otro mundo de encierro, lugares donde no existen reclamos pero si una manía que se certifica oficialmente en “suicidados”. Sobrepoblación, discriminación, tortura y muerte, los muros separan mientras que en su internalidad el rasgo que designa es la pobreza.

La rapidez nos liquidó. Descubrimos las banderas “LA ACCION ESTA EN LA CALLE”, “POR ELLOS Y POR TODAS LAS MUERTES EN PRISIONES”, “COMPAS PRESENTES”. Varios hicieron una pegatina entre los vidrios y las cuadraturas de la esquina, entre fotos de “la China” los carteles decían “LA CARCEL NO ACABA CON LA DELINCUENCIA, ACABA CON LAS PERSONAS”. Todo coincidió en sincronía, el corte de la calle Lavalle, una compañera tomando el megáfono para llegar al más lejano interés, otro trepándose en la fachada para sujetar una bandera. La esquina hacia Pueyrredón fue resistencia por tan solo cinco minutos.

Con la actitud de ser policías, tres oficiales se acercaron hacia donde estaba el compañero atando la bandera al edificio, le pedían que se baje, le insistían en mostrar los documentos. No solo a él, eran persecutorios con todos quienes estábamos allí y cuando todo pende del límite que solo existe entre la cabeza de un policía y el movimiento de su mano hasta el arma que porta, se hacen complejas las decisiones veloces. Ante esta actitud de sobrepasar nuestra expresión, hubo respuesta y aparecieron las piedras al igual que las corridas. Nadie quiere
caer preso por retomar la memoria y hacerla contrapropuesta, la placa y nuestra legitimación. Tras una cortina de humo que provenía de una bengala que se dejó en la esquina nos fuimos mirando como increpaban a un compañero, “esto es un delito” le proponía en tono de la amenaza. Todos nos fuimos de ahí en esa efímera fluidez desembocada, todos en esa limitada pero inmensa necesidad conjunta.
Florencia acá te resistimos junto a quienes se organizan en torno a la justa justeza de la justicia. Orgullo de rebeldía, convicción coherente de no dejarte avasallar por el sistema de exterminio.

Nosotros tenemos que aprender mucho de tu actitud, nosotros tenemos la implacable
integridad de la dignidad porque nos indignamos día a día. No naturalizamos, no negamos los asesinatos, no ocultamos nuestro miedo, lo hacemos bandera, lo gritamos en las calles con la misma intensidad que tu nombre, lo hacemos espontánea rebelión.

No parimos hijos para que la represión planificada por el estado y su conjunto, la yuta y el servicio penitenciario los asesinen. Podemos retomar las calles, encontrarnos con un nosotros real, entre las rejas que nos impongan para algún día derribar los muros. Sabemos que no nos espera un mundo de alegrías sino de resistencias, las genuinas formas, nos espera un mundo sin fronteras sin el maldito designio de llegar a ser presos sociales, políticos, sirios, mapuches, palestinos, colombianos. Ahí nos encontraremos la fortaleza de la China, la Colo, con Romina Leotta, María Laura, con Painnenfil, con Noelia, Vanesa, con Cecilia, Silvia.

Ante la continuidad de la dictadura en las cárceles: Lucha y acción directa