Pero la requisa no fue el final. Cuando ya los policías se habían ido, a Santillán le acercaron una advertencia: “Cuidate y hablá con tu gente porque los del gobierno te quieren matar”. También le dijeron que mientras estuviera preso se cuidara, fundamentalmente de noche. En un Estado policial y de persecución sistemática como Formosa, es difícil saber cuándo se trata de una advertencia amigable o si es una amenaza directa en formato amigable.
A Agustín Santillán, preso político del gobierno de Insfrán, le dicen que no les alcanza con verlo preso y aislado, le aseguran que lo quieren muerto. Por lo que pudimos ver en nuestra corta recorrida, a los que no están presos, también los quieren muertos. Eso tiene una sola definición que podrá sonar exagerada y que no es una novedad para quienes conocen la realidad de los pueblos originarios en Argentina. La definición duele, pero no queda otra que aplicarla en este caso. Esto se nombra de una sola manera: genocidio.