Este colectivo, muy arropado por el veterano grupo de PreSOS Galiza, nace en marzo de 2012 por la necesidad de poner en marcha una red de familiares a las que les ha tocado vivir la muerte de un ser querido en centros de privación de libertad. Una unión para gritar más alto y más fuerte contra la impunidad policial y carcelaria que se da en la mayoría de casos de muerte, torturas y malos tratos en las comisarías y prisiones.
Ahora Nais contra a impunidade esta movilizándose por todo el Estado para presentar la Campaña antirrepresiva #15procesad@s, en respuesta a la criminalización de 15 personas del colectivo por un acto de protesta por el caso de Diego Viña que se realizó el 12 de octubre de 2010. Aprovechando su paso por Catalunya, hemos hablado sobre apoyo mutuo y solidaridad con las tres madres y el abogado Fran del Buey, que a su vez también es familiar afectado por la muerte de un hermano en prisión.
¿Qué hacéis desde ‘Nais contra a impunidade’?
Fran del Buey: Hay tres pilares. El fundamental es el apoyo a la familia, ofrecerles un abrazo, un hombro donde llorar. Una segunda parte del trabajo es dar seguimiento a sus problemas mediante un servicio de asesoramiento jurídico gratuito. Acompañarles a las administraciones, explicar los casos y la situación desde una perspectiva de autodefensa. Se enseña a la familias a entender. El tercer pilar es la protesta, activar los mecanismos que tengamos, como una concentración, una manifestación o un acto público, para difundir los casos de impunidad. Son tres partes, pues: abrazar, entender y denunciar.
¿Por qué madres? ¿Qué especificidad hay en esa unión?
Pastora González: Yo creo que como madres no tomamos referencia de nadie, sino que nos mueve el impulso. Cuando te tocan un hijo, ahí sale un volcán. Y más si hay torturas, muerte y no hay explicaciones. Hemos decidido hacer Madres Contra la Impunidad después de comprobar que cada vez hay más hijos muertos a manos de carceleros, policía, en los centros de detención… Las familias y las madres tenemos que dar una respuesta porque son hijos los que están muertos, no son paquetes. El apoyo a las familias es muy importante porque, yo por ejemplo, con el caso de Xosé, me encontré muchas veces sola y no sabes para donde tirar.
“Yo he hecho de padre y madre de mis hijos. El padre ha fallado siempre. He tenido que salir a la calle y dejar la depresión. A mí la lucha me hace sentir viva”
Carmen Castro: Una madre o una familia a nivel individual se siente como atrapada, no sabe qué hacer, y yo he tenido la suerte de conectar con el colectivo PreSOS Galiza en aquel momento y ya después a lo largo del tiempo con otros colectivos. Ahora me siento muy apoyada y es necesario que todas estemos ahí. Estos casos de impunidad destruyen y es necesario el apoyo.
¿Qué os aporta luchar como madres y mujeres?
P.G. Yo he hecho, por desgracia o por suerte, de padre y madre de mis hijos. El padre ha fallado siempre. He tenido que salir a la calle y dejar la depresión que tenía y ponerme a trabajar para sacar a mi familia adelante. ¿Qué nos aporta la lucha? A mí me hace sentir viva. Porque yo no puedo olvidar que me han matado al hijo, me lo han torturado, no he disfrutado de él y no puedo cerrar los ojos ante esto. Por eso he salido y salgo a la calle a gritar la muerte y la tortura de mi hijo y a pedir explicaciones. Llevo desde que él murió [en 2005] gritando en la calle y nadie me ha dado una respuesta. Pero yo, mientras tenga vida, pienso seguir preguntado por qué y espero que, de tanto llamar, de tanto golpear, de tanto gritar… alguien abra una puerta, escuche a las familias. Y no lo digo sólo a la gente poderosa, sino a las pobres y madres de los pobres.
Muchas veces, en los casos de represión y violencia policial o carcelaria, las familias temen hacer ruido por temor a represalias, a la estigmatización social que conlleva la protesta o porque directamente no ven la reivindicación como algo positivo en sus casos. ¿Os habéis encontrado a familias con estos miedos o vosotras mismas habéis experimentado estos temores?
Lola Riveiro: Yo no tengo miedo por mí, tengo miedo por Noelia. Las represalias caen sobre mi hija. Si fuera sólo por mi, no pasaría nada porque yo estoy libre, aunque me siento presa igual al saber lo que está pasando ahí dentro. Entonces hay ciertas cosas que no puedo hablar, lo que hacen con ella: palizas, roturas de huesos, malas tratos, agresiones. Entonces tengo miedo, pero por ella. Porque hoy está viva, pero puede que mañana no. Ya sabemos que muchos en el camino aparecen ahorcados o aparecen con sobredosis y tendríamos que hablar mucho de este tema.
C.C. En mi caso no he tenido miedo, porque la injusticias nunca me han gustado. Mas que miedo, es que suceden cosas y que no sepas por ti misma que puedes hacer. Yo hoy en día puedo decir que estoy más preparada para reaccionar, ayudar a otras personas y que ninguna muerte pueda quedar impune como en el caso de Diego, que no quisieron abrir ninguna investigación. Yo me siento acompaña y miedo, ahora, ninguno.
“Las familias recibimos represalias a través de la multas. Atacan al bolsillo del pobre. Con las imputaciones, la denuncia se ha vuelto del revés y ahora somos nosotras, la gente que pide justicia, las perseguidas”
P.G. En Coruña llevamos muchos años saliendo a la calle y siempre somos las mismas. Y las cárceles están llenas de presos. No sé si sucede lo mismo, pero yo quiero hacer una llamada a las familias, pues no tienen por qué avergonzarse de sus hijos. Y si han hecho algo, están dentro de la cárcel privados de libertad y pagando por ello. Pues algunos señores han decidido que tienen que pagar y cómo tienen que pagar por ello. Son sus hijos, están presos y tienen unos derechos. Que salgan a la calle, que no seamos nosotras solas. Yo desde luego miedo ninguno, porque más daño del que me han hecho no me lo pueden hacer. Ahora, hay otras formas de hacer daño. Las madres y las familias recibimos represalias a través de la multas. Atacan económicamente al bolsillo del pobre. Yo tengo una pensión de 400 euros, Carmen también y ahora, por reivindicar el caso de Diego, apoyar a Carmen y pedir que se abra una investigación de los hechos, han imputado a 15 personas e incluso se han atrevido a denunciar a los familiares de Diego. La denuncia se ha vuelto del revés y ahora somos nosotras, la gente que pide justicia, las perseguidas. Estamos denunciadas por injurias a la Guardia Civil solo por querer saber qué pasó esa noche con Diego Viña. Nos piden hasta 3.600 euros de multa o 9 meses de cárcel por cada una. Las madres tenemos todo el derecho de salir a la calle a gritar las torturas y la muerte de nuestros hijos. ¿Cómo pueden condenarnos? Aquí se está castigando el dolor de las madres y de eso tengo miedo: de que nadie haga nada. Que lo jueces lo permitan. Y sobre todo que nos cojan por la parte económica, porque somos pobres. Esto me crea impotencia y rabia.
¿Qué fuente de fortaleza encontráis en el colectivo?
P.G. El amor y el cuidado entre nosotras. El amor es lo más importante. Un abrazo cuando lloramos. Muchas de nosotras estamos en tratamiento, yo personalmente no tomo pastillas, no porque no me haga falta, pero no sería yo misma si tomara pastillas. Necesito la rabia para poder seguir adelante. Pues tenemos que darnos ánimos cuando estamos depresivas. Tenemos que luchar porque se lo debemos a nuestros hijos y a los hijos de otras madres. Ahora no hay tiempo para depresiones, sino para dar respuesta. Nos encontramos y charlamos mucho sobre cómo estamos y qué problemas tenemos. Pero también nos juntamos para hacer cosas que nos relajen, como ir a la montaña o pasear por la playa.
Ahora os enfrentáis a la justicia por un acto de protesta por el caso de Diego Viña que organizasteis el 12 de octubre de 2010 en la salida de la delegación de la Guardia Civil y de la subdelegación del Gobierno en Coruña. ¿Nos podéis explicar este proceso?
F.B. En la protesta de 2010 la Guardia Civil identifica a 15 personas y recoge la información de difusión de la protesta. Lo trasladaron a la subdelegación del Gobierno para que se iniciara un proceso sancionador contra dos personas por un supuesto de concentración no comunicada según la ley de participación. Al mismo tiempo remiten al Juzgado de Instrucción el atestado para que el juez determine qué tipo delictivo se produce. La sorpresa es que el juzgado de instrucción considera el contenido del atestado como un delito contra el honor de la Guardia Civil. Esto ya no se trata del derecho a libertad de expresión sino que es el derecho al duelo, derecho a sentir, a llorar, a gritar y a protestar. Los muertos tienen derecho a ser recordados, como mi hermano, como Xosé, como Diego y como muchos más. Este es un proceso absurdo.
¿Cómo se puede apoyar la campaña por este juicio y contra represión ante reivindicaciones contra la impunidad?
C.C. Yo cuando empecé con el tema de Diego de pedir justicia, aprendí que para la Justicia los sentimientos no cuentan
P.G. Pues dar solidaridad escuchando a las madres y sobre todo tener en cuenta nuestro caso para estar alerta, pues esto no sucede en Galicia solo sino en todas partes. También es importante no tener miedo y denunciar la persecución que están haciendo a este colectivo que está luchando contra la impunidad. Cada vez seremos más y la unión hace la fuerza. Nosotras creemos que de tanto llamar a la puerta, alguien o algún juez tendrá que escuchar. También hago un llamamiento a acompañarnos delante de los juzgados cuando suceda este juicio, que durará 2 o 3 días.
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