¿Cuánto pueblo hace falta en las calles para que Donza y La Bonaerense pierdan el juicio?

Oscar Castelnovo

En su reciente visita a esta ciudad, la Gobernadora Vidal se vio obligada a hablar unos minutos con cuatro mujeres, tres mamás y una compañera de los pibes, ante la inminencia de un posible escrache de Jx7, durante a una entrega de viviendas. Allí, Vidal manifestó NO saber que aún no había un “buscado/recompensa” por Donza. Lo afirmado por la mandataria no resulta creíble. Pero si de verdad Vidal ignoraba que el Estado que gestiona no había movido ni siquiera las apariencias ante la mayor masacre perpetrada por la Policía Bonaerense en su historia, entonces está en problemas mayores al de la mentira. Como se sabe, el mando de las fuerzas de Seguridad lo ejerce el Poder Ejecutivo y no un ente ignoto en un planeta lejano. Vidal es la titular de ese P.E. y comanda una de las fuerzas más devastadoras de todo el país en cualquier modalidad de crímenes represivos. Éstos no comenzaron con Vidal, es cierto. Pero continuaron a paso redoblado.

Los tiempos y los porcentajes
La inteligencia policial impulsó, desde el primer momento, una campaña de victimización de los uniformados y atacó a los familiares: “7 chorros menos” y “7 lacras menos” fueron acometidas escritas una y otra vez en las redes sociales. A la vez, “La Fuerza” armó dos marchas en la ciudad, en defensa de los “pobres policías” que habían sido enjuiciados por “abandono de persona seguido de muerte”.

Y si bien existen contradicciones entre el juez de Garantías César Solazzi, el fiscal Nelson Mastorchio con la Bonaerense; estas diferencias no son antagónicas. Solo obedecen a criterios que difieren en los porcentajes y los tiempos de la impunidad. A los azules les urge el reloj y quieren eludir toda responsabilidad. Pero la Familia Judicial, Policial y la Penitenciaria, la casta política y sus medios son una sola “Omertá” (así llama la mafia siciliana al pacto de sangre y silenciamiento que exige a sus miembros). La contundencia de la pelea de Jx7, la trascendencia del crimen en la Argentina y en el exterior obligó a la Justicia a actuar, aunque con infinita indulgencia que jamás conocieron los pibes del pobrerío. Con las tremendas evidencias de la Masacre, la carátula nunca debió ser “abandono de persona seguido de muerte”, que comporta una pena de 5 a 15 años de prisión. La verdad fue muy distinta y se trató de una matanza planificada, con homicidios múltiples perpetrados con alevosía. Y eso sella una condena a perpetua. Cierto es que la carátula puede cambiar. Tan cierto como que dependerá de las presiones que se ejerzan: los unos para defenderla y los otros para tumbarla.

La indulgencia de la Justicia también se vio en la premura con la que concedió el arresto domiciliario a cuatro de los imputados, la modorra en hallar a Donza y la contrastante realidad: el 60 por ciento de los presos en las cárceles de mala muerte de la Argentina se hacina tras los barrotes con prisión preventiva y no conoció, nunca, tanta generosidad de los magistrados.

Pérez Esquivel versus los medios hegemónicos
Por su parte, los medios hegemónicos -de Pergamino o nacionales -, agravian a los pibes, por caso, enviando al primer párrafo el hecho real o ficticio que motivó su detención y separándolo de sus otras dimensiones humanas. De ese modo los sumergen en un eterno estigma: “Delincuentes”. Es allí cuando cobran valor las palabras del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, quien vino a esta ciudad como presidente de la Comisión Provincial por la Memoria y expresó: “estos chicos eran más enfermos que delincuentes”, en referencia a los problemas de adicción que enfrentaban varios de ellos, cuando el Estado optó por apresarlos en lugar de brindarles atención. El Estado es propietario de una inmensa caja de herramientas: asistentes sociales, cultura, deportes, psicólogas, psiquiatras, música, teatro, emprendimientos productivos, entre tantas otras. Sin embargo, abrió esa caja y eligió el garrote, las itakas, el fuego y el monóxido de carbono.

A la vez, los medios hegemónicos dan cuenta que Donza había pedido a sus superiores colchones ignífugos y reclamado por la superpoblación en la Comisaría bajo su mando. Hoy, a la luz de los hechos, estas solicitudes documentadas dan cuenta de una “cobertura previa”, parte de la planificación y, claramente, serán argumentos de sus abogados para eximirlo de culpa y cargo. Pero un sector del pueblo ya perdió toda ingenuidad respecto de “La Fuerza”: Donza no debió pedir colchones ignífugos, debió tenerlos. Donza no fue “víctima” de sus superiores, fue ascendido y ahora está protegido por ellos.

Solidaridad desde el Centro Universitario Devoto y el Sutpla
Un tramo significativo en favor de la impunidad tuvo -recientemente – como protagonista menor, en las redes sociales, al señor Rodrigo Díaz, ex dirigente del Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria (Sutpla), y – tal como él lo escribe y recalca-, ex detenido en Villa Devoto. Precisamente allí, Díaz no puede ingresar porque – elegantemente dicho- no sería bien recibido. Explicar cómo Díaz pasó de ser un detenido, aparentemente luchador del Sutpla a convertirse en asesor de los abogados de los policías masacradores en Pergamino, atacar a los pibes asesinados, a sus familias y a luchadores que bregan por justicia, es una labor que excede la capacidad de esta Agencia.
Pero quienes lo conocieron bien, sus ex compañeros, que siguen en una encomiable lucha tras las rejas en Devoto, hicieron llegar a la APL el siguiente pronunciamiento:
Al comienzo, el texto afirma: “Estudiantes del Centro Universitario Devoto, compañeros organizados en el Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria (Sutpla), en conjunto con detenidos en este Complejo Penitenciario Federal de la C.A.B.A., más conocido como Cárcel de Villa Devoto, manifestamos nuestra solidaridad con los familiares y amigos de los 7 pibes masacrados en la Comisaría 1° de Pergamino, el pasado 2 de marzo, por la Policía Bonaerense: Alan Córdoba, Sergio Filiberto, Federico Perrotta, Fernando Latorre, Franco Pizarro, Juan Cabrera y John Claros”.

Más adelante, los compañeros enfatizan: “A todas las familias les decimos que cuenten con nosotros para lo que necesiten, porque nos duelen sus pérdidas y comprendemos su dolor ya que sufrimos el accionar represivo de las fuerzas de “Seguridad” en nuestro país como una política destinada a los sectores más desfavorecidos por este injusto ordenamiento social”.

Y ya en referencia al vocero policial, subrayan: “ desde el penal de Devoto queremos manifestar nuestra más profunda discrepancia con el ex-detenido, señor Rodrigo Díaz. Deseamos poner en conocimiento de la comunidad toda, que los pensamientos que Díaz vuelca en cada intervención que realiza, resultan a nuestro criterio irresponsables, que favorecen a los represores y no representan en NADA el pensamiento de este colectivo. Entre muchas otras actividades que día a día realiza el Sutpla, se ha comunicado con el señor Díaz, mediante carta documento para que se abstenga de continuar invocando el cargo que él alega ostentar en el Sindicato. Es cierto que en su fundación sí fue secretario del SUTPLA, cargo que perdió años después en elecciones sindicales. Luego, han acontecido un sinfín de inconvenientes que lo único que han hecho es profundizar la distancia ideológica que tenemos con él”.
Por último, los estudiantes universitarios sostienen: “Desde aquí deseamos ponernos a disposición para hacer cuanto podamos en esta lucha por garantizar derechos a todo compañero detenido, como así también para sumar nuestra voz y evidenciar la parcialidad de este sistema perverso el que con su ferocidad represiva termina arrasando vidas del pueblo excluido y/o cuestionador, como es el caso de la Masacre de Pergamino. Creemos firmemente que en la organización está el arma principal contra los embates que se vienen de uno y otro lado de las rejas. Planteamos al trabajo y la educación como ejes centrales para empezar a construir condiciones dignas para nuestros compañeros detenidos. La lucha es enorme, pero nuestras fuerzas son aún más grandes. Firmes y Fuertes, estamos con ustedes en cada acción y en cada lucha por un horizonte de justicia y equidad”.

Cabe destacar que no existe en todo el mundo una experiencia como la desarrollada en Centro Universitario Devoto, sitio que se convirtió en materia de abordaje de numerosos investigadores de otros países. El aprendizaje en el CUD es posible, A PESAR del Servicio Penitenciario Federal, y se realiza con el esfuerzo de los compañeros allí detenidos y el de los docentes de la UBA, entre otros. Allí se han recibido cientos de profesionales desde 1985 a la fecha y, por caso, el porcentaje de reincidencia en el CUD es del 7 por ciento, mientras que supera el 50 por ciento en los campos de concentración Siglo XXI.

“La impunidad antecede a las masacres”
La Masacre en Pergamino no fue azarosa ni provocada por una pelea, está enmarcada en el genocidio “por goteo” o como le llamen, que necesita el modelo capitalista en esta etapa. Los exterminios son siempre “reorganizadores”: El general Roca encabezó una etapa del genocidio continuado que sufrieron los pueblos originarios porque éstos “no encajaban” en el nuevo diseño de sociedad, para el cual se les arrebato su territorio. La tiranía cívico-militar, iniciada en 1976, desapareció a 30 mil revolucionarios porque con ellos vivos no hubiera sido posible la construcción del neoliberalismo en el cual “no encajaban”. Del mismo modo, “no encajan” lxs pibxs excluidxs y/o rebeldes que el sistema considera población “sobrante” y/o peligrosa. Por eso, para ellxs están reservadas las balas, las rejas, el fuego y el monóxido. Durante estas tres décadas, la fuerzas represivas del Estado, ya sea con los fusilamientos en las calles, la tortura en los sitios de encierro, los suicidios fraguados, los apuñalamientos o las llamadas “muertes en contexto de incendio”, entre otras modalidades, ultimaron a más de 5100 pibes de los sectores más vulnerados. Ni un solo día el Estado depuso su plan de exterminio bajo ninguno de los gobiernos, diszque constitucionales, donde cada gestión superó a la anterior en el aniquilamiento.
Existirán quienes cuestionen estas líneas, porque acusan al comisario Donza y a La Bonaerense de haber planificado la Masacre que algunos siguen llamando motín. Es entonces que cobran relieve las palabras de Alfredo Grande, precisamente cuando brindó su charla-debate en Pergamino: “Creo profundamente que la impunidad antecede a las masacres. Ellos perpetran las sucesivas masacres porque confían en que habrá impunidad”.
Por eso se trata de enfrentar la “Omertá” argentina. La pelea por justicia estará asociada al cambio social o destinada a sucumbir. No está escrito en ningún texto divino que el despojo y la impunidad son eternos. Tampoco que las matanzas serán encubiertas una y otra vez. En mucho depende de nosotros. De nuestra movilización en el espacio público. Nuestro espacio. ¿Cuánto pueblo hace falta en las calles para que Donza y La Bonaerense pierdan el juicio?