(Julia Callejón/ APL) Los Azucareros de Ledesma lanzaron a las 5 am de este martes un paro por 24 hs, tras el deceso de cuatro empleados y tres familiares, a causa del Covid-19. El ingenio Ledesma que emplea 7 mil trabajadores se encuentra con todas sus actividades produciendo sin que su dueño, Pedro Blaquier, tome las medidas de precaución para evitar lo irreparable. La conducción del Sindicato de Obreros y Empleados del Ingenio Ledesma denuncia que la empresa se ha convertido en un foco de contagio para toda la comunidad, y reclaman la realización masiva de testeos a los trabajadores, cambios en el departamento de medicina laboral, la ralentización del movimiento de personas, el respeto de los tiempos de recuperación, el seguimiento y evolución de los trabajadores, la eliminación de sanciones, el control estricto de los protocolos, el licenciamiento de los empleados mayores de 60 años y el respeto del salario de los trabajadores que se encuentran en aislamiento.
Por otra parte, este lunes, trabajadores de la salud protestaron en la Casa de Gobierno, para reclamar elementos de protección y llamar la atención sobre la gran cantidad de contagios que se cuentan entre los trabajadores de la salud. Nelson Vega, un enfermero del Hospital Gallardo, realizó un encadenamiento simbólico, para denunciar que hay demoras en la entrega de los resultados de los hisopados, razón por la cual hay trabajadores del hospital que pasan horas atendiendo y contagiando, sin saber que en realidad son positivos y denunció además que él y sus compañeros no tiene los elementos de bioseguridad necesarios; que están sobrecargados de trabajo; que están sin licencias y agotados, atendiendo sin saber si ellos mismos se encuentran sanos o enfermos.
FALTA DE INSUMOS
La semana anterior, en otra localidad, la misma situación fue relatada por Sonia del Valle Almaraz, médica de terapia intensiva del Hospital Paterson de San Pedro, en una carta en la que reclamaba exactamente lo mismo: la falta de insumos para enfrentar la pandemia (equipo médico para atender a los pacientes de terapia, y material de protección para los trabajadores). En esta carta Sonia calificó a los insumos que les proveen no solo como escaso sino como de baja calidad, y que por lo tanto no cumplen la función de protegerlos. Días antes, a principio de julio, la misma carta se escribía esta vez en el puño del personal del Hospital Oscar Orías, de Libertador, para denunciar los contagios por falta de “elementos mínimos para trabajar”.
La angustiante situación de los trabajadores de la salud, de lo que estos son solo algunos ejemplos, originó todo tipo de reclamos, como acciones en redes sociales, ruidazos y concentraciones en hospitales y centros de atención primaria. Todas medidas de fuerza que no han cesado desde los primeros casos de covid-19 en el país. A estos reclamos de la salud –y ahora el de los azucareros- se suman también los propios de los trabajadores del transporte, de la policía y fuerzas de seguridad, y de los múltiples sectores que a diario se auto aíslan y exigen testeos, ante las sospecha de casos.
LA SALUD Y LA VIDA
La semana pasada, con el fallecimiento de un chofer por Covid-19, la UTA impulsó un paro para reclamar medidas de bioseguridad en los lugares de trabajo. También reclamó el SEOM (sindicato de Empleados y Obreros Municipales), que oportunamente denunció el inminente colapso sanitario, y con varios comunicados y documentos, responsabilizó al gobierno por no garantizar acciones dirigidas a la prevención. Así también trabajadores de la recolección protagonizaron un paro de tareas a fines de julio, ante la aparición de casos en el sector, y para exigir el testeo de los contactos estrechos de los diagnosticados.
El desinterés sobre la salud de las personas hace que, ni las empresas ni el Estado, tomen las medidas necesarias. Esta actitud criminal pone en riesgo no sólo a trabajadores y obreros, sino también a sus familias, contribuyendo además a la circulación del virus. El reclamo que se repite entre los trabajadores se encuentra justamente relacionado con esto. Trabajadores esenciales –y no tanto- piden nada más ni nada menos, medidas preventivas y protocolos efectivos para no contagiarse en sus lugares de trabajo, y no llevar el virus a sus familias.
Sin embargo, el Gobernador Gerardo Morales, y el COE en su conjunto, acusan al pueblo por no hacer lo necesario para no contagiarse, y tildan a la ciudadanía de irresponsables ante cada caso. Han decretado para las cámaras y desde sus sillones la etapa de la “Responsabilidad social individual”, trasladando con ello la carga a las personas, olvidándose que ellos son el Estado. La realidad que está detrás de este planteo mentiroso es que el gobierno fantaseó la vuelta a una cuarentena estricta fase 1 que en realidad nunca existió, porque el gobierno priorizó la economía por sobre la salud, y liberó en pleno rebrote actividades comerciales y económicas que objetivamente contribuyeron a la circulación de personas y por lo tanto del virus, dando como resultado que los contagios pasaran de “la primera línea” de exposición (salud-seguridad), al sector privado y empresas, consolidándose la temida circulación social.
La situación de Jujuy es apremiante. Aunque la provincia tuvo un tiempo generoso para prepararse al permanecer casi dos meses sin casos, el rebrote que se produjo a mediados de junio ya nos dejó en colapso para agosto. Los principales hospitales y centros de salud están sin terapias intensivas. La curva de crecimiento de los casos ubica a Jujuy entre las cuatro provincias con mayor cantidad de contagios, detrás de Buenos Aires, CABA y Chaco. El inminente fracaso en la contención, de lo que hace un mes y medio, eran unos pocos infectados, ha dejado a la vista la falta de infraestructura.
El estructural desfinanciamiento de la salud pública es brutal y de larga data en la provincia, aunque en los últimos años ha recibido una arremetida importante, sobre todo de la mano de un proceso de privatización, que ha dejado a los hospitales sin especialidades. Mucho En este marco, la estrategia sanitaria de Morales apuntó no a reforzar el deficiente sistema de salud, sino a la cuarentena, el encierro y la represión.
Ahora, que los casos proliferan y el contagio parece imparable, el gobierno va “haciendo agua” en casi todos los desafíos que se le presentan: testeando de manera insuficiente, sumando bajas entre los trabajadores esenciales y de la salud, aislando enfermos en condiciones inhumanas o en sus mismos hogares, y acarreando índices de contagio y mortandad elevados, aunque el COE deliberadamente no informa sobre estas dos variables. Tampoco da a conocer la edad de un número importante de personas fallecidas, sin embargo en base a los datos que si se tienen, se puede saber que el promedio de edad está cerca de los 60 años, muy por debajo del nacional que se encuentra en 72 años; por su parte la tasa de mortandad es elevada, se estima en 2,40 mientras que la nacional está en 1,8.
ABANDONO DE PERSONA
El Estado ya entró en el camino del abandono de personas, porque el COE no atiende el teléfono a la gente que tiene síntomas y debe esperar en sus casas. El SAME tampoco contesta, y en muchos hospitales ya rechazan a nuevos pacientes. Esta situación se agrava en la zona de las yungas, en departamentos como Ledesma y San Pedro, donde las denuncias que se hacen ver por medios locales y redes sociales demuestran el total colapso.
Hace ya dos semanas llamó la atención de todos los jujeños como los casos fatales informados por el COE del 21 de julio se vieron duplicados pocas horas después, porque se sumaron positivos post mortem. Estos hisopados post mortem a “algunos fallecidos”, sumaron seis decesos más por coronavirus. Esta anomalía, de alguna manera no hacía más que evidenciar la falta de atención y respuestas que ya estaban padeciendo enfermos con síntomas, que nunca llegaron ni al diagnóstico, ni a la atención.
Cuando el COE jujeño, en concordancia con los lineamientos nacionales, informó que todo caso compatible con sintomatología covid-19 se iba a tomar como positivo -se testeara o no-, y que por este motivo el afectado -y toda su familia- entraban en cuarentena en sus propios hogares, muchos sospecharon este tipo de desenlace: el fallecimiento en los hogares, sin atención ni seguimiento de muchas personas, sobre todo de la población más vulnerables. Hoy esta triste realidad está confirmada en las señoras mayores que hay fallecido en sus casas, en la joven embarazada y su bebe, en los reclamos por atención medica, en los pedidos de servicios funerarios, y en tantos otros casos donde nadie contesta.
Mientras los gremios, sindicatos, organizaciones comunitarias, partidos de izquierda y organizaciones sociales intentan visibilizar los reclamos y palear algunas de las necesidades más urgentes de trabajadores y enfermos, el Estado, a través del COE presenta shows televisivos con cada vez más escasa información. En ellos se dedican a culpar a las víctimas por su suerte, a la par que entre se desviven en elogios y camaradería para con ellos mismos. Para completar el cuadro de abandono total, la comitiva del ministerio de Salud de la Nación que visitó la provincia recientemente, en un vergonzoso acto de complicidad, convalidó lo actuado en materia sanitaria por la provincia, y reforzó la cuarentena casi como la única medida para frenar la propagación, minimizando incluso la importancia del testeo. Mientras tanto en la otra trinchera de la historia la solidaridad prolifera de la mano de particulares, que hacen donativos a los mismos hospitales del Estado, se desarrolla el paro azucarero en una de las emblemáticas empresas del establishment jujeño, y este jueves de planea el cuarto ruidazo por la salud pública.