“Curtiendo asfalto” en Corrientes con Oscar Castelnovo

El jueves 28 de noviembre a las 19:30, en el Centro Cultural Universitario de Corrientes, el escritor y periodista porteño Oscar Castelnovo presentará su libro de aguafuertes, “Curtiendo Asfalto”. Aquí les acercamos un adelanto –por escrito y en audio- de uno de los textos. La presentación en el CCU será en el Salón Azul, primer piso -9 de julio y Córdoba de la capital correntina-. Además, estarán a la venta los libros de Castelnovo y el público podrá dialogar con el autor. En la mesa, junto a Castelnovo, estarán presentes la docente de guaraní Balbina Pittoni; Hilda Presman de la Red Corrientes de Derechos Humanos y el periodista Miguel di Spalatro. El poeta Mario Pettorossi, escribió en el prólogo de “Curtiendo asfalto” que “desde varios planos se nos aparecen nuevas manifestaciones del erotismo, desde lo sórdido a lo más emocional y tierno, como así también todo lo que lo rodea, el ambiente, los roles, las drogas, los tríos, la infidelidad, la culpa y más. Y a esto se le agregan los encantadores personajes magistralmente delineados como el boxeador, el profe de chamuyo, la maga, el impotente, el hermano traidor, las presas amantes, los vecinos, los borrachos y otros que completan esta maravillosa jungla de Buenos Aires (…) Podemos apreciar cómo se enriquece este libro con las aguafuertes de su reciente gira europea. Castelnovo escribe en Andalucía, por caso en la taberna más antigua de Granada y allí, rodeado por el vino y la luna, entre cantaores y bailaoras, bañado por un singular hechizo buscará al poeta Federico García Lorca.(…) Con el corazón partido entre el escritor y el periodista, reitera su original mirada en el centro de Roma, con una chica trans, en una movilización de los “chalecos amarillos” de Toulouse y dialogando con una “prostituta francesa”, para luego tomar un vino amargo con la escultura de Carlos Gardel”.

LEAMOS Y ESCUCHEMOS UNA DE LAS AGUAFUERTES DE CURTIENDO ASFALTO: “YA LE DIJE QUE NO SOY MAÑANERO” –lee la locutora Roxana Arazi-


Sin siquiera insinuarlo, sin dar señal de aviso ella me abraza ni bien me desnudo. Ya le dije que no es correspondida, le detallé que no soy mañanero, que me levanto de mal humor. Además, aunque estuve duro, le aclaré con voz nítida y alta: “Si fueras la única que existiese, ni en mis noches de soledad y urgencia, jamás de los jamases acudiría a vos”. ¿Qué parte de todo esto no entendés? No me gustan los mimos a la mañana y con vos, a ninguna hora, no me motivás, pero, invariablemente, apenas me saco la ropa. ¡Zas! ahí la tenés: envolviéndome con sus caricias. No quisiera ofenderla, pero le expliqué que pertenezco a la clase oprimida no a la hegemónica, que debo bañarme, afeitarme, recortar mis bigotes, vestirme, tomar mate, café, comer una fruta, un par de galletitas, un huevo duro, todo eso en menos de veinte minutos, y enseguida, ponerme a ver los mails para el laburo. No estoy como para que me abrace y menos, donde lo hace y como lo hace. Carece de pudores, avanza en mis zonas más íntimas, no la soporto. Empiezo mi vida apurado por el yugo capitalista y maldigo mi suerte en esta reencarnación al abrir los ojos. Y ella insiste machacosamente con su amor que nadie le requirió. No sé qué voy a hacer con ella. Mañana tendrá su última oportunidad de tratarme con respeto. Si no lo hace, voy a descolgar de la bañera a esta maldita cortina plástica y pegajosa.