(Por Kuña Mbarete/APL) La conquista y colonización en muchas regiones de Abya Yala (América en lengua Kuna) no significó/significa solamente el saqueo económico, la imposición de una lengua, el sometimiento a trabajos forzados, la persecución a espiritualidades, el desplazamiento territorial etc. También, como denuncian muchos espacios antirracistas en la actualidad, fue una imposición del binarismo de género; la heterosexualidad como norma; y , en algunos casos, la monogamia como único modo de vincularnos. Todos estos aspectos fueron impuestos por medio de la violencia, la persecución, el encarcelamiento y el exilio sobre identidades indígenas, afro indígenas o afrodescendientes. Por eso, repensando las imposiciones coloniales en el mes del orgullo LGTBIQA+ es que surgen estas líneas que buscan denunciar cómo en muchos territorios, y en especial en el Guaraní, las diversidades ancestrales han resistido ante quienes con la Cruz y la espada buscaron unificarlas.
A más de veinte años de la llegada de los Europeos a Abya Yala, en 1513, Vasco Núñez de Balboa, un conquistador español que se encontraba en la actual Panamá decidió capturar a un grupo de indígenas homosexuales para luego tirarles perros hambrientos para que los desmembraran, atacaran, asesinaran lentamente. La utilización de los perros como “arma” fue muy común en la conquista y colonización, la gran diferencia de este caso es que Balboa mandó a ilustrar dicha cacería a Theodore de Bry (imagen que acompaña esta nota). Es decir, Balboa buscaba inmortalizar ese momento atroz para que no solo se difundiera de boca en boca, sino también por medio de la imagen. Si “una imagen vale más qué mil palabras” en este periodo más. Las imágenes fueron difusoras de los ideales cristianos, europeos, heterosexuales y binarios. Que cinco siglos atrás un conquistador mandara a ilustrar un acto de tal violencia hacia las diversidades ancestrales tenía un solo objetivo; señalar que eso no iba a ser tolerado, disciplinar con el horror, colonizar nuestras maneras de ser.
Si bien en toda Abya Yala las manifestaciones que no son heterosexuales abundan, como también aquellas que no son binarias; es la blanquitud* la que ha impuesto desde el discurso que son ellxs lxs que “traen” la diversidad sexual y de género a nuestros territorios. Durante todo el mes (el cual recuerda los disturbios de Stonewall de 1969 movilizados por Marsha P. Johnson, una mujer trans negra) los recursos racistas y de invisibilización se reproducen incansablemente haciéndonos creer que nuestras identidades son conservadoras, arcaicas, retrógradas.
Nadie que herede los privilegios de los conquistadores que fueron capaces de mandar a retratar una cacería a homosexuales por perros hambrientos para que sirva de difusión de “normalidad”, de disciplinamiento de la diversidad ancestral, puede decir una cosa así.
En el camino de derribar los discursos racistas es que es necesario señalar que la violencia colonial y los lugares de encarcelamiento lograron imponer como “normalidad” las relaciones cishetero- monógamas. Es decir, de hombres (en un sentido de sexo y generó), con mujeres (en el mismo sentido, desde el sexo y generó). Cualquier vinculo que escapara a la “norma” era reprimido, violentado por los conquistadores, los colonizadores o las muchas formas en que la Iglesia se establecio en Abya Yala.
En el caso específico del Taragui** y del territorio influido por las Misiones Jesuíticas y Franciscanas, hay dos casos registrados de 1661 que señalan esa diversidad ancestral que escapaba a lo que los invasores consideraban “normal” y que significó un quiebre que continúa hasta la actualidad. Pero antes de eso, hay que mencionar que previo a ese año los misioneros habían tenido una actitud de “tolerancia”. Son muchas las fuentes históricas que muestran cómo estos preferían mantener alejados a los hombres, por ejemplo, porque eran homosexuales . Y si bien públicamente no lo decían, en sus cartas privadas si hacían mención a esto, lo que muestra que era algo cotidiano con lo cual tuvieron que convivir: Quizá porque era bastante común y ellos no podían enfrentarse a ellas sin generar una reacción de resistencia generalizada o porque estaban abocados a disciplinar otras cuestiones como a las mujeres y los vínculos polígamos.
Sea cual sea el motivo, todo cambió en 1661. Simon de Ojeda escribió en ese año sobre dos casos; uno del pueblo de Corrientes y otro de San Ignacio. En el primer caso era un cuerpo “masculino” disidente de la imposición blanca. Si bien esto era cotidiano, esta vez no lo dejaron pasar. Intentaron por muchos medios convencerlo de que dejara ese modo de ser ancestral y se casara; adoptando asi un modo de vida heterosexual, binario y monogamico de manera forzada.
En el segundo caso, ocurrido en San Ignacio la violencia fue hacia tres indígenas. Desde la humillación pública con azotes incluidos, no solo en sus aldeas sino en otras también (siempre la estrategia de que la crueldad pueda ser vista por muchos ojos para qué sirva de ejemplo); hasta una representación de cómo serían consumidos por el fuego del infierno tirando animales vivos a las llamas;para por último ser desterrados.
Estos casos no solo buscaban disciplinar, sino que el castigo comenzó a formar parte de manera más frecuente y sostenida por los misioneros. Los jesuitas y sus instituciones fueron el brazo necesario para que las identidades disidentes sufrieran toda la violencia y la tortura. También son los responsables de provocar, por medio de la violencia y el punitivismo, el destierro de aquellas personas que no vivían de acuerdo a la moral cristiana y blanca.
Ese destierro inaugural de 1661 de las disidencias ancestrales en estos territorios continua tristemente y se lo puede ver en varios lugares de Abya Yala. Siendo, básicamente la migración forzada de aquellxs que resistian (resisten) a la imposición blanca de heterosexualidad, de un binarismo de género y de la monogamia que sólo busca (y tomando las palabras de una hermana guaraní) volvernos monocultivo cuando en realidad tenemos toda la diversidad del monte, de la selva en nosotrxs, esperando pronto a que podamos manifestarla.
*Cuando se menciona a la blanquitud no es exclusivamente por el color de la piel, sino qué apunta a la ideología que está sostenida por una valoración y unos modos de actuar. Estos generan una distribución desigual del poder y los privilegios en función del color de la piel.
**Taragui, Taragüí o taraguy es como el pueblo guaraní denomino ancestralmente a lo que en la actualidad es la Provincia de Corrientes.