La “razón occidental” proclama, en consecuencia, que el “hombre blanco, civilizado y de origen europeo” se encuentra absolutamente legitimado para domesticar, disciplinar, educar, instruir y castigar a todas aquellas “bestias” (anormales y deformes) que pretendan (real o potencialmente) apartarse de sus reglas, sus hábitos, sus modos específicos de comprender el devenir del mundo y/o controvertir su posición de privilegio.
La “conquista del desierto”, que tuvo lugar en Argentina hacia fines del siglo XIX, no es un hecho aislado, sino una de las tantas manifestaciones fácticas del proyecto aludido.
El origen de dicho proyecto político coincide con la llegada de Cristóbal Colón al continente americano, el 12 de octubre de 1492.
Desde entonces, ininterrumpidamente, América ha sido testigo de uno de los más feroces genocidios/etnocidios de la historia universal.
La legitimidad y/o justificación moral de dicho genocidio/etnocidio es (fue) precisamente “la razón occidental” a la que venimos haciendo referencia.
La “razón occidental” se apoya mayormente en dos pilares: la tradición religiosa judeocristiana y la tradición filosófica helénico latina.
Creemos como creemos por Jerusalén y Roma, pensamos como pensamos por Atenas y Roma.
La tradición religiosa judeocristiana se erige como pilar fundamental de “la razón occidental” debido a su funcionalidad intrínseca con el poder político imperial/concentracionario (Moisés, Josías, Jesucristo, siglo IV d.c., Constantino, Teodosio, Imperio Romano, etc.).
La tradición filosófica helénico latina se erige como pilar fundamental de “la razón occidental” debido a su funcionalidad intrínseca con la tradición religiosa judeocristiana (siglo V a.c., Platón, Alejandro Magno, panhelenismo, siglo V d.c., San Agustín, etc.).
El desarrollo medieval del cristianismo y las inocultables aspiraciones universales/totalitarias de sus principales socios, derivan necesariamente en la formación de los embrionarios “estados nacionales”.
Los “estados nacionales” de entonces son por definición imperialistas.
Uno de los “estados nacionales” emergentes, allá por el siglo XV d.c., es el Reino de España (o mejor dicho, lo que hoy conocemos como Reino de España). Sus líderes, Isabel y Fernando, son popularmente conocidos como los “reyes católicos”.
Los “reyes católicos” fueron fundamentales para que Cristóbal Colón desembarque en nuestro continente, dando inicio a uno de los más feroces genocidios/etnocidios de la historia universal.
La Iglesia Católica es, claro está, una de las instituciones que dio mayor legitimidad al etnocidio/genocidio referido.
Sin la Iglesia Católica el exterminio de los pueblos originarios no hubiera sido posible. Sin la Iglesia Católica, Cristóbal Colón no hubiera podido llegar a nuestro continente. Sin la Iglesia Católica no hubiera tenido lugar “la conquista del desierto”. Sin la Iglesia Católica los mapuches, probablemente, seguirían siendo “los dueños” de sus tierras.
La Iglesia Católica actualmente se encuentra liderada por Jorge Bergoglio, más conocido como “Papa Francisco”.
El pasado 6 de diciembre de 2017, el hermano de Santiago Maldonado, Sergio, visitó el Vaticano y tuvo una audiencia con el Papa Francisco.
En la audiencia, el Papa Francisco, se comprometió a “acompañar a la familia en su reclamo de justicia” por la muerte de Santiago Maldonado.
El hermano de Santiago Maldonado celebró –enérgicamente- la actitud del Papa Francisco.
El Síndrome de Estocolmo suele ser definido como un trastorno psicológico que “aparece en la persona que ha sido secuestrada y que consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores e identificarse progresivamente con sus ideas”.
Otra vez ganaron ellos.