«El teatro es un arte vivo»

Oscar Castelnovo

¿Cómo surgió la idea de hacer la obra?
Florencia: Es una obra que tiene su historia. El autor es Antonio Quinet, un psicoanalista y dramaturgo brasilero de Río de Janeiro. Él logra que la embajada de Brasil y la de Francia lleven la obra al último consultorio de Freud que es un museo hoy en día, en Londres. Hace la obra en ese consultorio, en Londres, donde se había exiliado Freud perseguido por los nazis. Luego Quinet hace temporada en Rio de Janeiro durante 2015 y 2016. En Buenos Aires se hizo una performance en el Centro Cultural Rojas en ocasión de un Simposio Internacional de Psicoanálisis, donde yo trabajé con Quinet. Me quedé con muchísimas ganas de hacer la obra acá. Antonio Quinet me había dado los derechos de la obra y ahí empecé a buscar al Freud argentino. Así fue mi encuentro con Alfredo Grande, que me pareció que era la persona y el personaje más apropiado, nos conectamos y nos empezamos a conocer, vimos que el proyecto era posible y convocamos a Sebastián Raffa (director), quien se sumó.

Hilda era una mujer luchadora y muy libre. ¿Cuáles son los rasgos de ella con los que te identificaste?
Florencia: Soy también muy luchadora, quizás no transgresora como ella pero creo que tengo algo de la pasión en relación a ella: un deseo decidido. Hilda tenía ese deseo decidido, a ella le pasó de todo en la vida, perdió en la guerra a su padre, su hermano y su primer hijo. Tuvo amores muy desencontrados y sin embargo logró resurgir y seguir para adelante transformándose en un ícono de la cultura. Entonces, si tenemos algún rasgo en común diría que es la perseverancia y el deseo.

Alfredo, ¿es “el sueño del pibe” para un psicoanalista, dramaturgo y actor hacer este papel?
Alfredo: No sé si el sueño del pibe pero sí es un ofrecimiento muy generoso de Florencia, una oportunidad. Yo he hecho mucho teatro, no me considero un actor profesional pero siento mucho las tablas. Creo que el teatro es una actitud mental, es poner afuera todo lo que uno tiene adentro. Es un arte vivo, no hay teatro sin público. Una escultura, si no se la roban del museo, al cabo de un año está igual. En el teatro cada ensayo y cada función son distintos momentos. Entonces el teatro no es solamente impresión sino expresión. Y en esto de expresarse, la propuesta de Florencia me atrajo muchísimo sobre todo porque la obra ya venía de una experiencia previa, ya estaba consolidada. A partir de propuestas de Sebastián y nuestras el texto se fue reformulando, lo consultamos con el autor y estuvo de acuerdo, de manera que esto es un estreno con todo lo que ello implica. La figura de Freud trasciende al psicoanálisis. No diría que fue un transgresor pero sí que fue un autor revolucionario que invirtió la racionalidad de Occidente, lo cual tuvo consecuencias en toda la cultura. A su vez, esa racionalidad invertida fue invertida nuevamente, así es la vida aunque no debería serlo. Yo creo que cada uno tiene el Freud que se merece y este es el que nosotros nos merecemos. “Hilda y Freud. Amor en clave de diván” es una propuesta amorosamente muy potente. Me gustó mucho lo que decía Florencia del deseo decidido. Hay deseos que no se deciden nunca, que se quedan siempre con las ganas y creo que Hilda Doolittle, si se quedó con ganas de algo, debe haber sido de muy pocas cosas. Los deseos decididos son una propuesta muy interesante. La decisión de sostener el propio deseo y llevarlo al acto, a la realidad. A veces los psicoanalistas hemos sido quizás demasiado severos con esto de llevar al acto, pero el deseo que no se decide te amarga el alma. Creo que esta obra habla de eso, de la decisión en sostener los propios deseos.

Me impactó la libertad de Hilda, quien estuvo con su compañera hasta el fin de sus días pero a la vez con una actitud precursora respecto de lo que hoy sería algo así como el amor libre, también mantuvo parejas hombres y, en ocasiones, los compartían.
Florencia: Sí, creo que lo vivió plenamente y sin demasiados prejuicios. Ella tuvo bastantes hombres en su vida y bastantes desengaños con ellos, pareciera también. Ella termina sus días con Bryher, su pareja estable con quien crían a la hija de Hilda, pero también continúa manteniendo vínculos con algún hombre. Indudablemente ha sido precursora. Es muy interesante porque en su análisis no aparece demasiada pregunta sobre eso, ella lo vive.

¿Cómo se expresa en la obra la lucha contra cultura represora tan permanente en tu discurso?
Alfredo: Creo que de alguna manera lo que Flor dice apunta a eso. Hilda vive todo el tiempo contra la cultura represora: se tiene que ir de su pueblo, emigra. Es lo que se llama el éxodo como una propuesta de liberación. Ella hace un éxodo. Corta toda las amarras y empieza una vida diferente en un lugar diferente, lo cual es muy difícil. Ella hace un éxodo que, como todo éxodo, es una propuesta libertaria. En ese sentido yo diría que ella vivió su época a plenitud, que quienes hemos retrocedido somos nosotros, post guerras de todo tipo y tamaño mediante, que nos han hecho retroceder. A veces, desde el lugar del retroceso uno ve como que el otro se anticipó y en realidad el otro estuvo en el lugar que quería estar. No sé cuántos de nosotros hoy podemos decir eso. Creo que la propuesta de Florencia de hacer esta obra habla de su deseo decidido y en esto yo me he permitido acompañarla. En Argentina hay ejemplos muy importantes en ese sentido, de psicoanálisis y teatro. El más conocido y quizás el más talentoso es Tato Pavlosky pero no es el único. El psicoanálisis y el teatro tienen un núcleo en común: poner en superficie lo fundante. Uno en el escenario y otro en el diván, con público ambos porque el psicoanalista es de alguna manera público de su paciente y viceversa. Hay un montón de cuestiones en común e incluso se ha desarrollado el teatro como técnica psicoterapéutica: el psicodrama, el sociodrama. Nosotros mantenemos nuestra identidad de psicoanalistas y de actriz y actor no disociadas sino integradas en eso que es el acto de la creación, el acto bello, estético, sublimatorio y decidido, porque crear es decidirse a crear. Es mucho más fácil leer la literatura universal que escribir cinco o diez páginas. Para escribir hay que decidirse. Creo que Hilda es una excelente metáfora de eso, de decidirse a vivir de acuerdo a como uno cree que tiene que hacerlo.

Hoy en muchos lugares del planeta te matan por ser homosexual, te lapidan si sos mujer y fuiste infiel. En Argentina la ley de matrimonio igualitario existe desde hace muy poquito. Da la sensación de que Hilda levantó un estandarte allí donde no había condiciones sociales para la aceptación de esto.
Alfredo: Es un tema para pensarlo y evaluarlo. Yo creo que cuando algo emerge es justamente porque las condiciones están dadas para ello. La diferencia es que algunos aprovechan esas condiciones y otros no. Nada florece sin las condiciones adecuadas, pero no todas las semillas germinan. Yo diría que en todas las post guerras -no solo la Primera y segunda guerras mundiales se produjeron retrocesos brutales. Incluso antes de la guerra contra la sexualidad, que fue fundamentalmente el Sida, no todo el mundo vivía su libertad sexual como tal. Hay temas tabú en distintas clases sociales. Lo que vos decías es importante: las condiciones sociales han sido desfavorables siempre para el mismo Freud. Él hizo lo que su amigo y colega Breuer no pudo hacer: ir realmente contra los paradigmas morales y científicos de la época. Se puede decir que él creó sus propias condiciones. Por eso alguien dijo que era un genio, porque él creó a los pre freudianos. Y también creó a los post freudianos. Algunos lamentablemente…

¿Qué cambios hicieron en la adaptación respecto de la obra original?
Florencia: La transformamos en más intimista, con mayor acercamiento entre Hilda y Freud. Originalmente estaba pensada más en bloques de monólogos de cada personaje que interactuaban después. En la propuesta de Sebastián y nuestra, la interacción se da desde el inicio, de modo que se viera lo que le iba pasando a estos personajes entre sí. Fue un vínculo de admiración mutua, de un amor sublimado pero amor en fin. Esto hemos querido transmitir en las diferentes escenas. La puesta es completamente distinta, en la original había más elementos audiovisuales como proyecciones, etc. La música es otra también, que permite mayor acercamiento. Esencialmente la hemos transformado en una relación de amor en clave de diván.

Alfredo: Antonio Qiunet escribe algo muy importante y talentoso, hace una síntesis de la narrativa y de la dramática, incluso agrega cuestiones de impacto visual. La propuesta de la dirección y nuestra, que fue un trabajo en equipo, fue hacer mucho más palanca en el devenir dramático, en el sentir, el hacer, el pensar. También en la intimidad en el sentido de mayor proximidad afectiva. Eso queremos que se transmita. Freud veía las cuestiones desde un lugar científico, hiperracional te diría. Era un hombre que controlaba mucho sus afectos, que también pasó situaciones sumamente graves en su vida y era un genio. Los genios crean sus propias determinaciones. En ese sentido Hilda es su alma gemela. Hay un párrafo en que Freud se refiere a una pareja de Hilda como su alma gemela, pero creo que en la obra va a quedar muy claro que las almas gemelas son Hilda y Freud.

¿Piensan que hay un público en especial para este tipo de obras?
Alfredo: Hay un público que es mucho público. Freud es un creador, un revolucionario en el terreno de las ideas, un genio. Por algo quemaron sus libros “dime qué libros queman y te diré quién eres”. Freud revolucionó la razón de Occidente. En ese sentido es muy difícil discutirlo. Y entonces resulta atractivo a muchos públicos.

Florencia: Creo que a todo el ambiente “psi” le puede interesar esta obra que muestra a un Freud vivo, con intervenciones en sus sesiones. Pero también a la comunidad lesbiana y bisexual, porque se habla de una relación entre dos mujeres que crían una hija, mientras que Hilda no dejaba por eso de mantener relaciones con hombres. Entonces diría que esta obra convoca no solamente al público del ámbito del psicoanálisis sino que tiene una convocatoria bien amplia, muy diversa que puede convocar a toda persona inquieta, en búsqueda de sí misma o simplemente disfrutar de vidas que la van a conmover.