(Por Oscar Castelnovo/APL) Rodeada del amor que la envolvió desde el mediodía hasta el anochecer, ella no se sentó más de unos minutos, desplegó de pie abrazos, besos y esa ternura que nos brinda desde que era la directora del periódico Madres de Plaza de Mayo y secretaria de la Asociación. Hace mucho que dejó la organización, pero nunca sus convicciones y por eso fue acaudalada en estrujones, y emoción tras emoción,  entre otros regalos., Su mente encomiable destella más que lúcida y, como antes, lanza la respuesta justa, al instante, punzante o risueña según corresponda. Ningún gobierno -dizque democrático- tuvo el valor de abrir los archivos y por esa causa ella no sabe qué pasó con Fernando, el hijo que le arrebatara la dictadura cívico-militar- eclesiástica, el 10 de mayo de 1976, cuando con el pañuelo blanco y la garganta enrojecida enfrentó a la tiranía con el valor que supo aplaudir el mundo. María del Rosario Carballeda de Cerruti -tales son sus nombres-, aunque los íntimos la llaman simplemente «Negra»-,repitió varias veces la palabra «dignidad» en la tarde que la estrechaba una y otra vez, sin pausas. En la habitación que era de Fernando, late la computadora con sus textos y desde las fotos nos miran sus ancestros asturianos o gallegos, sus hijos, sus nietos y amigos que cosechó a puro cariño. También los cuadros que pinta. Sí, increíblemente, aún realiza todas las tareas del hogar ni bien se despierta, luego desayuna, hace las compras acompañada de sus nietos y hasta se hace tiempo para pintar. Al sonar de cada timbre se acerca rápida a mirar en la entrada quien más llega a saludarla a los gritos de euforia. La despedida de cada quien, exhibe lágrimas, pero no son de tristeza. Existen ocasiones en las que las palabras no logran definir los sentimientos, por caso, cuando uno descubre su rostro mojado tras abrazar a la «Negra» con un «hasta siempre, corazón».