Haití: La bronca de la calle contra la corrupción del poder y el mal vivir del pueblo.

(Por Marion Saint-Ybars/APL) “En las últimas 6 semanas los haitianos estuvieron en huelga y en la calle. La represión policial mató, al menos, a 30 personas. Hoy Haití está revolucionado pero los medios de comunicación no hablan de lo que está pasando. ¿Acaso el silencio sobre la situación de Haití no se debe al menos en parte al hecho de que no ofrece la posibilidad de una recuperación ideológica que establezca la “democracia occidental” como el mejor modelo político y social? Las calles de Haití hoy día: ira popular y represión policial. Los haitianos siguen pagando su independencia de 1804”. Fragmento del artículo de MSY, corresponsal de la Agencia Para la Libertad.

El domingo 1 de enero de 1804, la isla de Santo Domingo se independiza después de una larga y mortal guerra de liberación. La antigua colonia francesa se convirtió en el primer Estado negro de los tiempos modernos y el segundo Estado independiente de las Américas (después de los Estados Unidos). Adopta para la ocasión el nombre que le dieron los indígenas tainos antes de la llegada de Cristóbal Colón: Haití.

Hoy Haití está revolucionado pero los medios de comunicación no hablan de lo que está pasando. Se sabe poco de Haití.

Manifestaciones reprimidas por el ejército, bloqueos que lo paralizan todo, escasez de electricidad y agua, personas enfermas que mueren a las puertas del hospital, escuelas que en su mayor parte no han vuelto a abrir desde septiembre. Los haitianos han estado exigiendo durante meses la renuncia de su presidente, Jovenel Moïse, presidente corrupto y esquivo cuyo último discurso a fines de septiembre para pedir una “tregua” fue transmitido en medio de la noche, a las 2 de la mañana.

En 2018, estallaron protestas para exigir que se arroje luz sobre posibles malas prácticas (corrupción) dentro de Petrocaribe, una alianza a través de la cual Venezuela vende petróleo a precios preferenciales a varios países de la región. Una investigación durante el período 2008-2016 destaca las responsabilidades de varios ex ministros, así como de una empresa encabezada por Jovenel Moïse antes de ser elegido presidente. Los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes mataron a una persona en la capital. “Al menos una docena de personas han muerto, según un informe provisional preparado por organizaciones de derechos humanos sobre movilizaciones antigubernamentales desde el jueves 7 de febrero”, informa AlterPresse. La oposición habla de cincuenta muertos.

Las llamadas al diálogo del presidente Jovenel Moïse, elegido en 2017, no duraron mucho. Ha pasado un año desde que poderosas movilizaciones sociales contra el alto costo de la vida y la corrupción al más alto nivel del Estado convulsionan a Haití. En las principales ciudades, incluida la capital Puerto Príncipe, han visto grandes desfiles que exigen la renuncia del presidente, acusado de malversación de fondos de los acuerdos de cooperación petrolera de Petrocaribe. Algunas manifestaciones degeneraron en enfrentamientos entre manifestantes y la policía, dejando al menos 15 personas heridas en Cap-Haïtien (norte del país).

El país más pobre de América no había visto tal movimiento en años. Ilustra la profunda división entre una población que la dejan sola y enfrenta una inflación desenfrenada y autoridades egocéntricas que se niegan a escuchar malestar social estructural.

Desde febrero de 2019, el país caribeño está experimentando una nueva ola de protestas debido al fuerte deterioro de las condiciones de vida: los haitianos sobreviven en promedio con menos de u$s 2 por día. Ya en junio, después de varias semanas de levantamientos populares en Puerto Príncipe y bajo la presión de los diputados, el primer ministro Jack Guy Lafontant se vio obligado a renunciar. El presidente Jovenel Moïse tuvo que posponer la eliminación de los subsidios al combustible según lo solicitado por el FMI. Desde entonces, la situación ha seguido deteriorándose debido a una fuerte devaluación de la gourde (la moneda nacional) frente al dólar, una inflación galopante, así como una grave crisis debido a la escasez de diesel.

Las organizaciones políticas, sindicales y populares, incluida la fusión de los socialdemócratas haitianos y la organización del pueblo en lucha, exigen al presidente que renuncie. Abogan por el establecimiento de un “poder de transición de la ruptura” con el fin de poner fin a las prácticas de mecenazgo y la corrupción. “La situación de hoy exige una ruptura completa con la forma actual de gobierno”, dicen. “La hora es seria, la miseria aumenta, el bien común está amenazado. ¡El país está al borde del abismo! Esta situación no puede prolongarse “, respondieron los obispos católicos. Del lado de las autoridades, el silencio es ensordecedor.

Tras la renuncia en marzo del primer ministro Jean-Henry Céant, expulsado por la presión de la calle, el nombramiento del nuevo ejecutivo de Fritz-William Michel a principios de septiembre no tuvo el efecto deseado. Al contrario, el aplazamiento de las elecciones municipales y legislativas, programadas para este otoño, revela una vez más la gran fragilidad institucional y las autoridades desconectadas de la realidad.

En las últimas 6 semanas los haitianos estuvieron en huelga y en la calle. La represión policial mató a 30 personas. ¿Acaso el silencio sobre la situación de Haití no se debe al menos en parte al hecho de que no ofrece la posibilidad de una recuperación ideológica que establezca la “democracia occidental” como el mejor modelo político y social? Las calles de Haití hoy día: ira popular y represión policial. Los haitianos siguen pagando su independencia de 1804.