¡Hasta siempre, Norita!

(Por Oscar Castelnovo/ APL) Es la nota que ninguno de nosotrxs quisiera escribir. Bajo el fuego de la desolación, el dolor se ensancha en el alma. Allí arde como los bosques incendiados por los poderosos que combatiste. No hubo lucha ni geografía que haya detenido tu marcha desparramadora de solidaridad amorosa. Desde la Plaza de Mayo hasta Palestina o en todos los puntos cardinales. Por Juan, Pedro, María o Lichita,  allí estabas. Peleando por todxs nosotros. No importaba si éramos obreros, estudiantes, mujeres, travestis o mapuches. Vos estabas. Era singular tu ánimo. Esa sonrisa te hacía más bonita y radiante. Nos daba potencia cuando flaqueábamos. Nuestros brindis con cerveza, a tus 93, los llevo en el corazón y los recuerdo cada vez que necesito envión, aunque en ocasiones me arrancan inesperadas risas de amor.

Nunca te faltó autocrítica: «Una vez le dije a Gustavo que no vaya tan adelante, que era peligroso». Y él me respondió: «Mamá, eso no te lo puedo prometer porque si no voy yo, irá otro compañero que correrá el mismo riesgo». Aprendiste de tu hijo desparecido, aún mucho después de que se  lo llevaran los milicos. Y así lo decías. Cómo no amarte del modo en que te amamos. Es auténtica la sensación de orfandad que nos embarga. Es dura. Pero estarás con nosotros porque te llevamos dentro. No solo en las banderas. Muy adentro donde nada ni nadie podrá matarte. Desde allí, tus gritos de cada jueves nos resuenan: 30 mil detenidos-desparecidos: ¡Presente! Hasta la victoria: ¡Siempre!. ¡Venceremos! ¡Venceremos! ¡Venceremos!

Entrevista a Norita
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