( Por Leandro Albani/Sudestada) Desde hace décadas, el Estado de Israel despliega un tenebroso plan de persecución, represión, apartheid y muerte contra los palestinos y las palestinas que tiene como blanco principal a los niños y a las niñas de una sociedad. Como alguna vez dijo el intelectual Ilan Pape, los sucesivos gobernantes israelíes (y las fuerzas militares a su mando) aplican un “genocidio progresivo” contra una población que demanda –con todo el derecho internacional a su favor y un respaldo internacional masivo– que se respeten sus derechos y se le devuelva su territorio histórico, ocupado desde finales de la década de 1940.
Si hay algo que caracteriza al poder israelí, tanto político como militar, es su obsesión por cortar de raíz lo que muchos de sus dirigentes y líderes califican, sin pudor, como el huevo de la serpiente (palestina, por supuesto): los niños y las niñas que nacen bajo ocupación, aislados, empobrecidos y desplazados para una maquinaria político-institucional-social que se nuclea alrededor de un Estado impuesto en Medio Oriente bajo diferentes excusas y “razones”, siempre avalado por las grandes potencias (con Estados Unidos a la cabeza) y que, con el correr de los años, dejó algo por demás de demostrado: su desprecio total a los derechos humanos.
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Las cifras y estadísticas son frías e impersonales, pero muchas veces sirven para dar magnitud a un hecho y mostrar sus consecuencias. Con la ocupación ilegal de Israel al territorio palestino, se puede aplicar esta ecuación.
A principios de 2021, la Asamblea Nacional de las Familias de los Mártires de Palestina (ANFMP) difundió un informe en el que constata el aumento de muertos palestinos durante 2021, en manos de las fuerzas militares israelíes. Según la investigación, el total de pobladores asesinados asciende a 357, de los cuales 79 son niños y 69 son mujeres. Entre los muertos hay bebés lactantes, niñas y niños de muy corta edad, y ancianos de muy avanzada edad.
Desde la ANFMP manifestaron que la alta tasa de víctimas fatales corresponde a la lógica oficial israelí de disparar a matar. A su vez, advirtieron, que esto se debe a las instrucciones dadas a los soldados de ocupación desde el nivel político y militar israelí con respecto a disparar contra de cualquier palestino, independientemente del grupo de edad o género. En la ANFMP también alertaron que los soldados y los colonos israelíes –civiles armados que ocupan tierras– siempre cuentan con la protección y resguardo legal de Tel Aviv.
La ONG Defensa Internacional de la Infancia (DCI) indicó que los y las niñas palestinas asesinadas en 2021 se ubican en 86. En declaraciones a la agencia EFE, el director de la ONG, Khaled Quzmar, aseguró que el año pasado fue el “más mortífero” para los menores de edad desde 2014.
Desde DCI expresaron que con “regularidad” las fuerzas israelíes “usan fuerza letal contra niños palestinos en circunstancias que pueden equivaler a ejecuciones extrajudiciales o deliberadas”. Al mismo tiempo, se denunció la “falta de voluntad política de la comunidad internacional para responsabilizar” a altos cargos políticos y militares israelíes.
Según las investigaciones de DCI, al menos 2.198 menores palestinos murieron desde 2000 “como resultado de la presencia militar y de colonos israelíes en territorio palestino ocupado”.
Por otra parte, diversas organizaciones de derechos humanos palestinas, basadas en un informe conjunto redactado por presos y presas políticas palestina, señalaron que en 2021 las fuerzas de ocupación israelíes arrestaron a alrededor de 8.000 pobladores, de los cuales 1.300 eran menores de edad y 184 eran mujeres. A finales del año pasado, según las mismas organizaciones, 4.600 ciudadanos palestinos fueron detenidos, de los cuales 34 son mujeres, 160 son niños, y del total unos 500 fueron arrestado bajo la figura de “detenidos administrativos”, con la cual el Estado israelí encarcela a hombres y mujeres y los despoja de cualquier derechos legal y judicial. Entre los detenidos el año pasado también hubo nueve legisladores.
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A principios de febrero, Amnistía Internacional (AI) publicó el informe “El apartheid israelí contra la población palestina: Cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad” (https://amnistia.org.mx/contenido/index.php/el-apartheid-israeli-contra-la-poblacion-palestina/), que generó duras críticas por parte del gobierno de Tel Aviv. En la investigación de 182 páginas, AI acusó a Israel de imponer el apartheid, traslados forzosos, torturas, homicidios ilegítimos y ocupaciones ilegales de tierras palestinas. Aunque Amnistía Internacional no puede calificarse como una institución vinculada a procesos políticos progresistas o de izquierda, el canciller israelí, Yair Lapid –que muchos medios de comunicación presentaron como “progresista” cuando asumió-– dio la orden de que el informe no se difundiera y calificó a AI como una organización “radical”. Desde la cancillería israelí, manifestaron que el documento “niega el derecho a existir de Israel como Estado-nación del pueblo judío con un lenguaje que le demoniza y que echa leña al fuego del antisemitismo”. Esta definición es el escudo permanente que utilizan los sucesivos gobiernos israelíes cuando se los critica o denuncia por la política represiva que aplican contra el pueblo palestino.
El informe de AI es uno más de las decenas de investigaciones realizadas por diversas instituciones, que van desde agencias de la ONU a organizaciones de derechos humanos israelíes y palestinas, que dejan al descubierto el sistema de opresión, colonización y muerte que el poder israelí –anclado en la ideología sionista– machaca desde hace décadas contra palestinos y palestinas.
Cuando el 30 de marzo de 2018 comenzaron las denominadas Marchas de Retorno, en las cuales los pobladores palestinos se movilizaban hacia la frontera con la Franja de Gaza en demanda de sus derechos, Israel lanzó un operativo militar que tuvo como “figuras estelares” a sus francotiradores. Por supuesto, los y las niñas que se sumaban a las marcha también se convirtieron en blancos militares.
Para mayo de 2019, el Ministerio de Salud de Palestina en Gaza informaba que hasta ese momento 305 palestinos había sido asesinados y 17.335 heridos durante las manifestaciones, realizadas todos los días viernes. Del total, 59 eran niños y 10 mujeres. Entre los heridos, había para entonces 3.565 niños, 1.168 mujeres y 104 ancianos. La cartera de salud palestina detalló que 1.685 sufrieron lesiones en la cabeza y el cuello, 122 en las extremidades inferiores y 14 en las extremidades superiores.
En julio del mismo año, la reconocida organización de derechos humanos Adalah denunció que “los francotiradores israelíes pueden disparar con fuego real, incluso cuando (los palestinos) ya no participan en la protesta o están descansando”. Además, se apuntó que los francotiradores disparaban contra “figuras ficticias” creadas y que son denominadas como “instigadores clave” o “alborotadores clave”. Estas figuras, según la ONG, no están “ancladas en el derecho internacional”.
La muerte todo el día frente a sus ojos. Eso viven los niños y las niñas de Palestina. Ya sea en la Franja de Gaza o en Cisjordania (las dos porciones de tierra donde quedó recluido el pueblo palestino), los más pequeños sobreviven en ese genocidio permanente del que habla Ilan Pape. Mientras esto sucede, el mundo sigue funcionando, abrazado a la frialdad de una real politik que siempre, pero siempre, favorece a Israel.