(Por Abel Bohoslavsky*/ El Furgón) Esta “otra carta” de despedida del Che a Fidel fechada el 26 de marzo de 1965 (ver El Furgón), fue hecha pública hace muy poco, en 2019, más de medio siglo después. Digo “otra carta” porque la que el Che escribió al renunciar a todas sus responsabilidades políticas en Cuba y partir en su derrotero internacionalista, fue hecha pública ese mismo año 1965 y leída personalmente por Fidel. Esta “demora” en ser publicada, es el primer hecho que llama poderosamente la atención. Cada quien sacará sus conclusiones. Si la carta-renuncia inmediatamente de conocida fue un documento histórico, esta “otra” también lo es. Con un agregado superlativo, ya que se trata de un análisis pormenorizado de la Cuba revolucionaria de ese momento, y de un análisis sobre lo que el socialismo era hasta ese entonces. O lo que no había llegado a ser, para asumir este legado del Che en su reflexión crítica sobre el itinerario económico-político de la URSS y otros países europeos que se denominaban socialistas y que el Che pone en cuestión.
Escrita en un tono coloquial, de compañero y amigo a compañero y amigo, tiene la profundidad conceptual de quien se sustenta explícitamente en la teoría marxista, revela un conocimiento minucioso de la realidad política y económica de Cuba y admite, con una sencillez elocuente, desconocer algunos temas. Con esa ironía que caracterizan sus escritos – y que nos ratificaron algunos que compartieron algún tramo con él – le dice a Fidel en el final que, si no se cansó de leerlo, tome en cuenta algunas de sus opiniones. Ese tono coloquial no excluye que la carta tenga también el carácter de un clásico informe político propio de un militante. Al empezar, le anuncia los puntos a tratar: “Errores en la política económica. El Sistema de Financiamiento Presupuestario. La Función del Partido. Recomendaciones generales”.
En los temas económicos nacionales, el Che es radicalmente crítico de los planes y medidas adoptadas en esos primeros seis años de Revolución, crítica de la que no se autoexcluye. Difícil seleccionar cual es el mejor tramo. Hay que leerlo y releerlo. Hay que estudiarlo. Su rigurosidad es elocuente. Por ejemplo: “Creo que hemos cometido muchos errores de tipo económico. El primero de ellos, el más importante, es la improvisación con que hemos llevado a cabo nuestras ideas que ha dado por resultado una política de bandazos. Improvisación y subjetivismo, diría yo… Insisto en que aun cuando se haga una división de todos estos errores en más o menos graves, más o menos fatales, lo fundamental está dado por la política de bandazos y la política de bandazos está dada por el tratamiento superficial por un lado y subjetivo por otro, de todos los problemas de la economía. Sin embargo, la economía ha demostrado que tiene una serie de leyes y que violentarlas cuesta muy caro”.
El Che vincula los errores a la carencia de una teoría del período de transición del capitalismo al socialismo, se remonta a Marx rescatando su Crítica al Programa de Gotha y pone en cuestión las medidas de Lenin en lo que se llamó la Nueva Política Económica en la naciente URSS. Al analizar la economía de la URSS no duda en señalar que se está marchando de regreso al capitalismo. ¡Esto fue analizado y escrito en 1965, 35 años antes que se derrumbara la URSS! O para decirlo en la jerga cubana de los ’90, el “desmerengamiento” de la URSS. Si contrastamos el análisis previsor del Che con el “discurso” que en aquella época nos vendían los gobernantes de la URSS y los de sus partidos satélites en todo el mundo, tenemos un dato histórico más, para valorar cuánta confusión y cuánto daño se provocó a la causa del socialismo. Y un elemento más para entender por qué este texto fue tan temido.
Tomemos otro párrafo: “Rusia de aquella época, pero ¿cuál es el defecto fundamental de todo el sistema? Que limita la posibilidad del desarrollo mediante la competencia capitalista pero no liquida sus categorías ni implanta nuevas categorías de un carácter más elevado. El interés material individual era el arma capitalista por excelencia y hoy se pretende elevar a la categoría de palanca de desarrollo, pero está limitado por la existencia de una sociedad donde no se admite la explotación. En estas condiciones, el hombre no desarrolla todas sus fabulosas posibilidades productivas, ni se desarrolla él mismo como constructor consciente de la sociedad nueva”. Y en este otro, veamos cómo, con conocimiento de causa, vincula ese rumbo económico con burocracia política: “Entonces surgen los grandes mariscales con salarios de grandes mariscales, los burócratas, las dachas y las cortinitas en los automóviles de los jerarcas. Esa es la justificación, tal vez, del interés material a los dirigentes, principio de la corrupción, pero de todas maneras, es consecuente con toda la línea del desarrollo adoptada en donde el estímulo individual viene siendo la palanca motora porque es allí, en el individuo, donde, con el interés material directo, se trata de aumentar la producción o la efectividad”.
Volviendo a la actualidad cubana de aquel entonces, dice: “Nosotros tenemos una gran laguna en nuestro sistema; cómo integrar al hombre a su trabajo de tal manera que no sea necesario utilizar eso que nosotros llamamos el desestímulo material, cómo hacer que cada obrero sienta la necesidad vital de apoyar a su revolución y al mismo tiempo que el trabajo es un placer; que sienta lo que todos nosotros sentimos aquí arriba”. Y se interroga con una autocrítica impiadosa: “¿Cómo hacer participar a los obreros? es una interrogante que no he podido responder. Considero esto como mi obstáculo más grande o mi fracaso más grande y es una de las cosas para pensar porque en ello también está implicado el problema del Partido y del Estado, de las relaciones entre el Partido y el Estado”. ¡Un Che en toda su dimensión!
Por aquel entonces, el Partido Unido de la Revolución Socialista, fruto de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (el Movimiento 26 de Julio, el Directorio Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular), estaba en proceso de convertirse en el Partido Comunista de Cuba (el 3 de octubre de 1965, fecha en que Fidel lee la carta de despedida del Che). Involucrado directamente en ese proceso de maduración política, el Che le escribe a Fidel en esta “otra carta”: “Hasta ahora nuestro pobre Partido ha sido un muñeco armado al estilo soviético y que empezó a caminar al estilo soviético: como buen muñeco, empezó a hacer de las suyas en cuanto se topó con la porcelana y hemos resuelto el problema quitándole la cuerda. Ahora está en un rincón pero pretendemos reactivar ese muñeco y empieza a mover una pierna u otra; me atrevo a decir que, en cualquier momento, rompe otra loza más, porque hay problemas de fondo que no han sido correctamente tratados y que impiden su desarrollo… Para cumplir su cometido de motor ideológico, el Partido y cada miembro del Partido, debe ser vanguardia y, para ello, deben de presentar la imagen más cercana a lo que debe ser un comunista. Su nivel de vida, es decir, el nivel de vida de los miembros del Partido, nunca debe de exceder, ni como cuadros profesionales, ni como cuadros dentro de la producción, al que tengan sus iguales. La moral de un comunista es su galardón más preciado, su verdadera arma, por ello, hay que cuidarla, incluso, en los aspectos más íntimos de su vida; la parte práctica de esto, la forma en que el Partido debe conducir el cuidado de la moral individual, es uno de los puntos más difíciles de tratar pero es natural, que ni ladrones, ni oportunistas, ni fariseos…, puedan figurar en el Partido, cualesquiera que hayan sido sus méritos anteriores”.
Cuando re-leemos al Che no puede menos que venirnos a la memoria la prolongada y sistemática campaña de propaganda de todas las variantes del pensamiento político burgués con sus epítetos calumniadores (“terrorista”, “asesino”, “romántico” “Don Quijote”, etc. etc.) y de otras paralelas originadas en fuerzas se-dicentes “de izquierda” (“putchista”, “aventurero”, “foquista”, “pequeño burgués desesperado”, etc. etc.). Y hoy día, contrastamos, por un lado, la realidad de un mundo asolado por la depredación capitalista, las guerras de agresión imperialista, hambre, miseria, precarización, todo esto endiosado por la propaganda de un supuesto “mundo libre” y el “emprendedurismo” individualista. Y por otro lado, las prédicas de progresismos contemporáneos, críticos de las consecuencias del capitalismo, pero persistentes en la inevitabilidad de este sistema al que pretenden darle un “rostro humano”, promoviendo “redistribuir la riqueza” sin alterar las relaciones de propiedad. Entonces ponemos de relieve la vigencia de los conceptos del Che, que supo ser crítico implacable del capitalismo y del imperialismo y un previsor incuestionable de lo que él llamó “caricaturas de revolución”. Cada época histórica, plantea nuevos problemas y desafíos. Las nuevas generaciones que se indignan frente a un estado de cosas cada vez más hastiante y muchas veces no encuentran un camino y un horizonte, para que su rebelión tenga sentido y futuro, pueden nutrir su pensamiento en el ideario cheguevarista. Tienen la oportunidad de conocer y estudiar esta “otra carta” del Che, ya rescatada del ostracismo histórico.
* Ex militante del PRT. Autor de Los Cheguevaristas. La Estrella Roja del Corodobazo a la Revolución Sandinista (Imago Mundi).