(Por Oscar Castelnovo/APL) Un informe de Amnistía Internacional describe la brutalidad de estas prácticas: “Sientan a la niña desnuda, en un taburete bajo, inmovilizada al menos por tres mujeres. Una de ellas le rodea fuertemente el pecho con los brazos; las otras dos la obligan a mantener los muslos separados, para que la vulva quede completamente expuesta. Entonces, la anciana toma la navaja de afeitar y extirpa el clítoris. A continuación viene la infibulación: la anciana practica un corte a lo largo del labio menor y luego elimina, raspando, la carne del interior del labio mayor. La operación se repite al otro lado de la vulva. La niña grita y se retuerce de dolor, pero siguen sujetándola. La anciana enjuga la sangre de la herida y la madre, así como las otras mujeres, “verifica” su trabajo, algunas veces introduciendo los dedos. La cantidad de carne raspada de los labios mayores depende de la habilidad “técnica” de quien opera. La abertura que queda para la orina y el flujo menstrual es minúscula”.
El origen
La mayoría de la investigaciones ubican que la mutilación de los genitales femeninos nació en Egipto hace unos cuatro mil años y se fue extendiendo por las sociedades tribales de los países africanos donde se arraigó como una tradición y existe una clara presión social y la prevalencia de paradigmas morales orientados a mantener el modelo donde la mujer no debe sentir placer.
Contrariamente a lo que se piensa, la ablación del clítoris no está sustentada en ninguna religión. Es una falsa creencia que las religiones exigen la mutilación de los órganos sexuales externos femeninos. El Corán y la Sunna no establecen esta práctica, sólo se lleva a cabo en la mitad de las comunidades musulmanas y en países islámicos que se adhieren firmemente al Islam (por ejemplo Arabia Saudita, Irak, Libia y Marruecos) no se aplica. Es una nefasta tradición NO una cuestión religiosa. Igualmente, la Biblia tampoco se refiere a la ablación, sin embargo, en grupos cristianos coptos de Egipto, Etiopía, Nigeria y Sudán, o la comunidad judía falasha de Etiopía también se realiza.
No sólo en África
Aunque mayor la prevalencia de los casos de mutilación de órganos sexuales femeninos es en África (29 países), la ablación no es exclusiva de este continente. En India, Indonesia, Malasia, Pakistán y Sri Lanka se han sometido a las mujeres a la mutilación genital, también en países de América Latina (Brasil, Colombia, México y Perú), Australia y Oriente Medio (Yemen y Omán). Igualmente hay casos de esta práctica en Europa, Canadá y EE.UU., principalmente entre las poblaciones de inmigrantes procedentes principalmente de África. La ablación femenina se aplicó en Europa hasta finales del siglo XIX como “tratamiento médico” por lo que su práctica fue común en ese continente.
Sin embargo, es absolutamente falso que estos procedimientos aporten algún beneficio a la salud de las mujeres. Por el contrario, pueden producir hemorragias graves y problemas urinarios, y más tarde pueden causar quistes, infecciones, complicaciones del parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido.
Estimaciones de la ONU plantean que 86 millones de niñas en todo el mundo podrían sufrir la ablación de sus órganos genitales externos en 2030 si esta práctica continúa en los países donde está más arraigada.
Cirugía reparadora
En 2002 el médico francés Pierre Foldès en colaboración con el urólogo Jean-Antoine Robein iniciaron la práctica de una cirugía reparadora del clítoris. En 2012 presentó un informe indicando que en 11 años su equipo operó a casi 3.000 mujeres. Unas 866 pacientes (el 29%) participaron en un seguimiento después de un año de someterse a la cirugía. De ellas, 821 informaron tener una mejoría o al menos no un empeoramiento del dolor; 815 dijeron experimentar placer clitoriano y 431 aseguraron tener orgasmos. En Francia desde 2004 la operación está asumida por la Seguridad Social entendiéndose no una operación de cirugía estética sino de cirugía funcional. La cantante franco-maliense Inna Modja activista contra la ablación explicó que ella misma había sido víctima de mutilación y explicó su experiencia al someterse a la reconstrucción del clítoris.
La mutilación genital es una bestial forma de tortura contra la mujer, además de una clara violación a sus derechos humanos. Ni religión, ni tratamiento médico, su única finalidad es el aniquilamiento del placer femenino.
(Fuentes: Telesur y Amnistia Internacional)