Sin desdeñar efectos, pensar las multicausalidades contingentes que propiciaron que el horror nos sorprenda. O sea: buscar los huevos de la serpiente además de combatir a las serpientes. Empoderamiento: neologismo retroprogresista destinado a reemplazar el concepto teórico y político de lucha de clases. Y muy especialmente a repensar cuál es el sentido de lucha y de clase. Lucha no es solamente lucha armada. Clase no es solamente burguesía y proletariado. Pero los populismos radicales y peronistas han logrado erradicar al motor de la historia por una versión tipo Disney del conflicto social y entonces hablan de “consenso”, “comunidad organizada”, “popular”, “ser nacional” “ciudadanía responsable”. La cultura represora (radical, peronista, conservadora, liberal) abomina de la lucha de clases pero facilita la masacre cotidiana.
Luchar no es exterminar. Ninguna pulseada se resuelve cortando el brazo del contrincante. Si no hay lucha de clases, es porque la clase sometida ha dejado de luchar. Entonces abandonemos toda esperanza y aceptemos entregarnos a todos los círculos del infierno.
Pero claro: el Macri Ismo no aparece de la mañana a la noche. Ítalo Argentino Luder dijo en el acto de cierre de la campaña 1983: “Vengo a encabezar un proceso de reconstrucción nacional” (sic) Gracias Herminio que nos salvaste de la continuidad de la dictadura militar por otros medios. Alfonsín, una anomalía que la Matrix Conservadora fue acorralando con prisa y sin pausa. Menem fue la superación dialéctica de la dictadura, porque por el voto popular y nacional continuó aquello que la dictadura genocida había dejado intacto. Vendió las joyas de la abuela y a la abuela. Dejó a la Argentina de rodillas como aceptó Dromi, el privatizador. Y el coro del partido justicialista le entregó el alma y el cuerpo del pueblo.
Todo el kirchnerismo fue cómplice, coparticipe y beneficiario de los 90, otra década infame. Por cierto, el menemato no admite el memento. Pero bien supieron los menemistas de ayer, los kirchneristas de hoy, y los peronistas de siempre, atacar con aquello que supuestamente cuestionan: la discriminación.
Entonces toda crítica es “hacerle el juego a la derecha”, y toda crítica te hace acreedor a la patente de gorila. Enculpamiento de toda izquierda clasista por votar en blanco en el balotaje. Olvidan que Mariano Recalde mandó votar en blanco en el balotaje en la Ciudad de Buenos Aires. No son incorregibles, como diría Borges. Son inimputables políticos, porque dios es peronista y el diablo es rojo. Pero el diablo no sólo sabe por viejo. También sabe por diablo. Y conoce todos los trucos y engaños de dios para ser idealizado por izquierda mientras asesina por derecha.
Escribí VOTAR EN NEGRO como una fuerte crítica a la izquierda que llama a votar en blanco. No era amor a Scioli y tampoco el espanto a Macri. Mucho más simple. La hegemonía K tenía que continuar en el gobierno y en el poder para poder avanzar en lo bueno y tener la última oportunidad de enterrar lo malo. Lo cual hubiera agudizado la lucha de clases dentro del peronismo. Cuanto mejor, mejor. Pero Cristina lo hizo bien. Apostó a perder hoy para intentar arrasar mañana. El pueblo arrasado por la derecha revanchista es para la nueva jefa espiritual del movimiento nacional, apenas daños colaterales. La abogada exitosa gracias a la 1050 de Martínez de Hoz, no va a reparar en los daños que su política de tener siempre vice presidentes de derecha, y herederos de derecha, le iba a ocasionar más temprano que tarde daños irreparables a los “cabecitas negras”, a los “descamisados”, a los pobres de nuestra tierra. Que a la fecha no se conozca ninguna autocrítica profunda es alarmante, por más abierta que esté la Carta. Todo se reduce de formas más o menos rebuscadas a denostar al Macri Ismo. Sin origen, sin pasado, sin la historia que lo trajo, sin el mínimo análisis de las aguas que trajeron estos lodos.
Entiendo que la polémica, la discusión intensa entre los “amigos en la tarea” (denominación que prefiero a compañeros ya que poco pan es compartido) es sólo posible cuando hay una trama afectiva y ética en común. Es lo que siento por Conrado Yasenza. De Alemán tan solo leí algunos trabajos, pero como vi luz, subí.
Aquí un contrapunto con Alemán, a partir de la entrevista que le realizó Conrado Yasenza para este medio:
“En Argentina hay una costumbre de añadir rápidamente un ismo al nombre propio, pero en este caso, la construcción de su bloque cultural, aunque no fuera de mi agrado, me parece estructuralmente fallida, salvo para los radicales que acompañan y deliran con la idea de una “regeneración republicana “, lo que hace tiempo les sirve para justificar casos como éste, donde la pobreza del tejido institucional es evidente.”
Coincido. Por eso el kirchnerismo empieza con Néstor Presidente. No antes. Es un producto del laboratorio del Estado. A eso luego se lo llamó “relato”. Al decir de Chomsky: una ilusión necesaria”.
“… su punto de partida para la articulación hegemónica de una voluntad popular era la “demanda insatisfecha “no institucionalmente””, lo que preparaba las condiciones para que ingresaran en equivalencia con otras demandas populares diferentes y entonces surgía una voluntad popular. Pero, ¿qué ocurre cuándo esa demanda ya fue satisfecha en lo que usted llamó la irrupción igualitaria?”.
Esa demanda tan solo fue satisfecha en el alucinatorio político y social que algunos llamaban INDEC. El relato también incluía la historia del Estado de Bienestar ocultando el hambre, el trabajo precarizado, las asignaciones permanentes, o sea subsidios a la miseria, y la represión policial conocida como “gatillo fácil”.
Bien, que probablemente se desdibuje la frontera antagónica y aparezca una frontera flotante, donde como dice Alemán, el daño ya no se cuenta, entre otras cosas, porque como lo enseña el psicoanálisis, satisfecha la demanda, emerge el “deseo de otra cosa”. Creo que Pichon Riviere lo llamaría espiral dialéctica. Pero la demanda real no fue satisfecha. Sólo la demanda abstracta, o sea, el consumismo imbécil. Invirtiendo el texto, otra cosa es el deseo.
“El aspecto más específico de mi trabajo es decidir, con las referencias a mi alcance, si esta fábrica de subjetividad toca el núcleo mismo de la constitución del sujeto, lo que sería un crimen perfecto y la propia destrucción, a largo plazo, del ser humano que conocimos, o si hay una imposibilidad estructural para realizar el crimen.”
Lo estructural es una imposibilidad pero la subjetividad no es estructural. Al menos, no el sentido más reaccionario del término. No hay determinismo biológico, político, estructural del sujeto. No hay formas de subjetividad infinitas, pero si indefinidas. No hay fin de la historia, si hay historias sin fin. Ni la inquisición pudo, aunque vaya si lo quiso, destruir el núcleo mismo de “constitución del sujeto”.
“-¿Existe un tipo real de diferenciación entre odio y rencor, en el sentido de reposiciones de algún tipo de esperanza?
-El odio y el rencor se mezclan en el psicoanálisis; conjuga la agresividad narcisista, el odio por el goce del otro que se apropió del que se supone que me correspondía, y el trabajo sordo y voraz de la pulsión de muerte.”
Odio y rencor no se mezclan. Odio tiene que ver con la pulsión de vida. Es una forma de defender la propia vida atacada. En este tema, y en otros, Freud y el Che coinciden. El goce del otro que se apropió del que se supone (sic) me correspondía, ¿es una apología de la plusvalía?
“- En un panorama nacional de minorías intensas, ¿cuál cree que es el rol del kirchnerismo? – Para mí el punto de partida, la referencia clave, es el kirchnerismo. Ha sido la posibilidad de vislumbrar otro país. Lo que me preocupa es cómo, cuándo y de qué forma se va a plantear su nueva estructura organizativa. No basta con hablar de “empoderamiento “, o de construir de abajo hacia arriba; hay que definir la forma de la organización, su conducción y el liderazgo que asuma el legado para llevarlo a un nuevo lugar.”
Si el punto de partida es el Kirchner Ismo, entiendo por qué el punto de llegada es el Macri Ismo. Los puntos de partida son muchos. Pero en el país que vivimos y por el cual luchamos, creo que la partida fue la resistencia peronista post revolución fusiladora, el Cordobazo, las heroicas luchas por la Patria Socialista. Acontecimientos en los cuales los actuales gerenciadores del pueblo estuvieron ausentes. Y no sólo por edad. Sino por ideología.
La preocupación por el gerenciamiento del legado del relato parece más importante que el análisis crítico del legado. Pero si el único heredero es el pueblo, al menos para el General, la única heredera del legado es Cristina. Al menos para ella. Al menos reconozcamos que supo empoderarse.