El 25 de noviembre se conmemora el asesinato de las hermanas Mirabal, “Las Mariposas”, y la ONU (con todo lo que un organismo “internacional” burgués de ese tipo puedellegar reivindicar), lo estableció como el el Día Internacional en contra de la Violencia hacia la mujer. Quizá lo que más trasciende en las efemérides es la brutalidad con que fueron asesinadas, a palazos, y desbarrancando su jeep para hacer aparecer al hecho como un accidente. Quizá lo más valorable es haber dado el paso de militar y organizarse, en plena dictadura. Militar para las mujeres fue y es difícil. Hay que pelearse en la casa, con el marido, ver quien se va a ocupar de los hijos, para salir a militar. Por que lo que es “natural” parece “que se hace solo”. Hasta que la mujer lo deja de hacer.
Más allá de la extracción de clase, en el caso de las hermanas Mirabal, siempre es difícil, la participación política, en principio para la misma mujer, y después para su entorno, abandonar el rol tradicional de sostenedoras de lo doméstico. En “lo público” también hay obstáculos, en el partido, en el sindicato, hay que confrontar con hombres, que muchos, por mas camaradas que sean… siguen reproduciendo los valores patriarcales. Confrontar, diferenciarse, tener propia voz, enojarse y varias características personales, necesarias al momento de hacer política, es lo que no es vedado a las mujeres desde niñas. Creo que en este punto hay que reivindicar a las Mirabal y a otras militantes y guerrilleras, mas allá de la “espectacularidad” con que fueron asesinadas.
Las mujeres de la clase trabajadora en la Argentina, con nuestra participación en sindicatos, organizaciones barriales, partidos políticos, y movimientos sociales, logramos poner en la agenda nacional la problemáticapolitica del “Ni una menos”. Va a depender de la claridad que tengan las mujeres mas conscientes y dirigentes del movimiento que destino pueda tener esta “nueva” conciencia con respecto a la problemática en nuestro país. Y que disputas políticas puedan dar hacia adentro del movimiento de mujeres, en que el estado burgués siempre va a querer cooptar a compañeras, quizá con muy buenas intenciones, pero inconsistentes al momento de plantarse en contra del Estado.
Hay mucho dinero y subsidios de organismos internacionales que con “políticas progresistas” y leyes muy bonitas, para financiar ONGs, logran lavar todo el contenido revolucionario y radical que tiene la lucha de las mujeres. El femicidio es el broche final de una cadena de injusticias que de manera silenciosa y sutil, va destruyendo la subjetividad de la mujer violentada, en los “controles” y “celos” que imponen laconcepción del amor en nuestra cultura, hasta que se hace grosera, visible e insostenible esa violencia. Mientras tanto el Estado… sigue ausente… o mejor dicho, bien presente para unas, bien “ausente” y explotador para otras, para las mujeres de la clase trabajadora.
La violencia hacia las mujeres tiene el mismo origen: el lugar subordinado que le dio el patriarcado a la mujer, al servicio de la reproducción del resto de los humanos y del que el capitalismo se sirvió para producir. Entonces, “despatriarcar” merece un análisis fino de todas las formas en las que se expresa este lugar subordinado y por lo tanto violento hacia las mujeres: en la sexualidad, en las relaciones de pareja, en la política, en el trabajo… y en nuestros “sentimientos” mas profundos. Esos que parecen tan íntimos, son tan históricamente determinados, esos sentimientos que a las mujeres si no nos organizamos, nos pueden llevar hasta morir “por amor” o quedarnos silenciadas en las casas, y negar nuestras posibilidades políticas, como sujetas políticas, de nuestro rol histórico: luchar y organizarnos por una sociedad sin clases sociales.