Los repudiables hechos cometidos días atrás en Chaco contra una familia qom, o lo acontecido en Tucumán con la desaparición forzada seguida de muerte de un campesino tienen su reflejo de una punta a otra del continente. De igual manera, la reciente tortura seguida de muerte de George Floyd a manos de la policía en los EE.UU. de Trump no es diferente de la que sufre cualquier joven de los barrios humildes de toda América.
La represión policial, la militarización de villas y barrios, el espionaje y el ciberpatrullaje, los abusos, las violaciones, las torturas, las detenciones arbitrarias, los “suicidios” en comisarías, las causas penales, las razzias, los asesinatos, son habilitados y cometidos desde el poder contra los sectores sociales estigmatizados por la raza o la nacionalidad, la clase, el género u orientación sexual, la lucha social o política.
No son errores ni son excesos: bajo distintos discursos y con sus particularidades, son verdaderas políticas de Estado. Chocobar, los policías de Tucumán, Chaco o San Luis, o los de Minneapolis y Washington, tienen un denominador común estructural que es el amparo y la impunidad otorgados desde el poder político, al servicio del sistema y su clase dominante.
Desde el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia denunciamos, repudiamos y resistimos estas políticas autoritarias y represivas, como lo hemos hecho siempre, mediante la organización y la movilización popular. Basta de represión policial, racismo y asesinatos. El presidente, los gobernadores y el Estado son responsables. Juicio y castigo a los culpables.
EMVJ, 3/6/20