“Un libro donde Afrodita estimula el clítoris de la Virgen María”.

(Por Florencia Martínez/APL) Es una tarde de jueves  soleado y quedamos en encontrarnos con Alejandro Castellani  en un barcito de Floresta  luego de haber leído su libro “La Palabra Encarnada”.  El lector se va a encontrar de inmediato que se trata de una poesía que no acostumbra a leer.  “La Palabra Encarnada” conlleva de ironía lo que goza de arte. Nos presentamos y sentamos en una mesita al lado de una ventana.  En la espera de la moza conversamos sobre lo que iríamos a tomar y los precios. El tipo tenía una resaca que disimulaba muy bien. Pero su estómago no iba a hacerlo si se tomaba un café, así que se pidió una coca para pasar el trago sin problemas. “La reproducción de este libro se encuentra permitida, promovida y alentada por su autor y los editores. Los libros son herramientas que los lectores utilizan a su antojo. Las ideas se protegen compartiéndolas”.  Elegir el copyleft de la editorial de la Secta LTF: «editorial aula 28» es un excelente comienzo. Castellani, un pibe que nació en La Plata un 16 de diciembre de 1989 y que vivió en Saladillo, un pueblo del interior de Buenos Aires. Se recibió de Abogado en la UBA y pasó a ser un poeta maldito, a no querer ejercer la carrera, a ejercer la cerdopoesía, a militar la abolición de la cultura represiva y a publicar un libro donde Afrodita estimula el clítoris de la Virgen María.

RECORRIDO

A los 18 años Alejandro Castellani  vino a Buenos Aires a estudiar leyes, se recibió de abogado en la UBA y se interesó por el derecho penal. Sus primeras lecturas fueron de Juan Gelman, Cortázar, Castillo y Márquez entre otros. Tuvo muchas transformaciones. En un principio se vinculó mucho con la Teología de la Liberación y  el cristianismo revolucionario. Esas ideas lo llevaron al peronismo. Y en la Facultad de Derecho, se empezó a encontrar con otras ideas, donde seguía manteniendo esa visión. “Pero fueron desencantos”, así lo dijo. Tomó un trago de coca y agregó inmediatamente que “El click fue cuando leí un poema de Artaud que me sacó la cabeza, ese que dice «No podemos vivir eternamente rodeados de muertos y de muerte. Y si todavía quedan prejuicios hay que destruirlos. El deber, digo bien EL DEBER del escritor, del poeta, no es ir a encerrarse cobardemente en un texto, un libro, una revista de los que ya nunca más saldrá, sino al contrario salir afuera para sacudir, para atacar al espíritu público, si no ¿para qué sirve? ¿Y para qué nació?»

Castellani escribe y ataca, quiere decir algo, quiere hacer sentir a sus lectores molestos e incómodos. Quiere que se vayan pensando.

 “Si nada te sorprende.

Si todo te resulta predecible, esperado, oportuno.

Si todo te parece obvio.

Probá con la muerte.

Suicidate.

Probá con la muerte. Probá con la nada, con lo desconocido. Probá. Ese es mi consejo…”.   A.C.

Ahí está jugando y pinchando un poco. “Lo que hago es eso un poco. Como sacudir, y bueno loco, matate si no”. El poema razona al final, donde lo que dice en realidad es que es lo mismo. En algún punto ya está muerto. ¿No?

POETAS MALDITOS

“Se identifican a los poetas malditos en el siglo XIX con Baudelaire, se podría decir que fue el primero, el precursor. Después de ahí, el Conde de Lautréamont y Rimbaud, escriben en la segunda mitad del siglo XIX. Siguiendo en esa línea podemos tomar a los decadentistas como Huysmans, después aparecen los surrealistas que toman toda esta impronta y la rescatan”, detalla Castellani.

Eso es lo interesante también, “el movimiento surrealista toma, concretamente, dos frases de Lautréamont: «la poesía debe ser hecha por todos» y «bello como el encuentro fortuito sobre una mesa de disección de un paraguas y una máquina de coser». La primera, para apuntalar que no hay seres iluminados propietarios de verdades absolutas; en otras palabras: basta de construir rebaños, basta de líderes y seguidores. La poesía debe ser hecha por todos, no por uno.

Y la segunda frase, confronta con la manera que tenemos de interpretar el devenir existencial. Con esa manera racional, lineal, lógica y coherente que nos impide establecer conexiones con cosas que al parecer nada tienen que ver entre sí (paraguas, máquina de coser y mesa de disección), porque las juzgamos hasta ridículas; logrando así aislar y encapsular nuestro pensamiento. El desafío está en comprender que, por más insólito que parezca, todo está conectado con todo y es nuestro deber visibilizar esas conexiones para desenmascarar expresiones de la cultura represiva.”

Lo que puede vincular a estos tipos es que confrontan con el statu quo, la normalidad y ‘la moral de su tiempo’. “Si te metes en la poética y en su forma de describir, en sus referencias aparece mucho la relación con el satanismo, lo anticristiano. Quizás Maldito como antónimo de Santo, de bendito. Imposible establecer una diferencia entre el bien y el mal. ¿Podemos decir que hay hombres buenos y hombres malos? O en definitiva ¿el bien y el mal es una definición del poder?” De alguna manera los poetas malditos lo que hacen es apropiarse de eso que el poder define como mal. Lo apropian y lo ponen sobre la mesa y demuestran que esencialmente no hay nada malo.

 “Es interesante el libro ‘Las Flores del Mal’ porque ubica a Baudelaire en un contexto donde odia a la clase burguesa, a pesar de que el tipo venía de un sector acomodado, odia al ser burgués, su idiosincrasia y el sentido común que construye. Fue a Juicio por ese libro. Por lo que decían los textos. Lo loco es que a Flaubert lo perdonan porque el tipo escribió en tercera persona, y Baudelaire escribió en primera persona. Le censuran 6 poemas muy eróticos donde hace alusión a la desnudez femenina y al lesbianismo y según dicen, así se iba a llamar el libro, pero decide cambiarlo. Un dato anecdótico e interesante es que  en su tiempo fue perseguido por la justicia y censurado. Otro de los rasgos característicos que padecieron los poetas malditos.”

Castellani, un tipo que en su recorrido dio cuenta de su inquietud mental, también la tiene para el andar, se mueve, revisa un cuadernito que trajo y puso sobre la mesa desde el comienzo, de precavido, de comunicador, cosa que no se le escape un tema. Toma otro trago, se acomoda el pelo, y me cuenta que el maldito que más le interesa es el Conde de Lautréamont por el misterio en su vida. Nació en Uruguay, vivió ahí hasta los 13 años, hijo de un diplomático nacido en Francia. Se murió a los 24 y dejó una obra que estuvo perdida la cual rescatan después de 20 años. «Mi poesía tendrá por objeto atacar al hombre, esa bestia salvaje, y al creador, que no debería haber engendrado semejante carroña». Castellani dice de Lautréamont: “en verdad su odio se dirige hacia Dios y hacia el hombre creado a imagen y semejanza de este Dios celoso y castrador. El desprecio de Lautréamont es un grito desesperado contra la civilización y el hombre producto de ella. Contra una normalidad que nos atraviesa y que, a pasar que lo intentemos, no podemos escaparle”.

DE CHANCHOS INSUBORDINADOS

Mientras estudiaba derecho, la inquietud primera de Castellani fue la cárcel, la problemática de la cárcel; y después lo sedujo el abolicionismo penal. Eso devino en lo que hace ahora junto a distintos militantes en LTF, una organización política abolicionista de la cultura represiva. En medio de una ruptura académica comienza a  hacer la poesía por esa versatilidad y potencia que tiene. Le permite decir cosas que de otra manera no las podría decir.

Los “Cerdopoetas” surgen en los primeros meses de 2019. El nombre fue una creación de Maxi Postay a partir de lecturas de «Los cantos de Maldoror» de Lautréamont, donde se plantea la necesidad de la metamorfosis, la mutación, la transformación, como vía posible para dejar de ser ese hombre civilizado y despreciable que se encuentra atravesado por el discurso represivo de la normalidad. Y ahí aparecen estos seres maravilloso que son los chanchos. “La única manera es dejar de ser hombre y ser otra cosa, acercarse al chiquero. Acercarme a los chanchos y estar ahí. Los Chanchos son animales muy interesantes”,  expresa Castellani con los codos puestos en la mesa preparando un argumento que sorprende: “porque son demonizados por los tres monoteísmos. El chancho es un animal sucio de chiquero. Debido a su contextura morfológica no puede levantar  la cabeza y mirar al cielo. Siempre anda con la nariz pegada a la tierra oliendo, no se preocupa por los asuntos del cielo. Ahí algo, una línea. Otra línea es que supuestamente, no hay manera de clasificar al chancho, porque tiene 4 patas, pero tiene 2 pezuñas. Tiene orejas pero son del tamaño que le tapan los ojos, y tiene una cola de rabo. Y cuando se empieza a clasificar todo, a estandarizar, el chancho queda afuera, no había manera de encajarlo. Entonces cuando te das cuenta que el monoteísmo se basa en fijar identidades, en rotularse: El chancho es inclasificable, por lo tanto si no te pueden clasificar, no te pueden controlar. No saben bien quién sos, ni para dónde vas a salir.” La “cerdopoesia” nace de leer a Lautréamont, de distinguir al Chancho, al cerdo. Florece así, la poesía del chiquero, la poética de la materialidad, de la sensualidad, del cuerpo.

ATAQUE AL MONOTEISMO

La frase “Dios ha Muerto” es atribuida a Nietzsche. El filósofo alemán quiso expresar que el Dios cristiano no es más la fuente creíble de los principios morales absolutos. Y por esta misma línea, Castellani nos cuenta que los Cerdopoetas confrontan a Dios, que está vivo.

 El mundo en el que vivimos, conforme lo observamos, tiene 2500 años como mucho. La humanidad tiene miles años más, hace unos 1500 años que triunfan los monoteísmos, pasó ayer en la historia de la humanidad. Y ahí se empieza a redefinir una manera de existir que es sobre todo, la verdad única y es la de Dios. Que define y establece cómo debemos vivir, qué es lo que está bien y lo que está mal. “Pasó mucha agua bajo el puente y esos mandatos ya se han naturalizado. Y no entendemos que no hay nada natural, si no que de alguna manera fue naturalizado, por proceso de normalización. Cuerpo, ciudad, educación, amor, familia. Es el deber ser. La norma. Por eso, no es que atacamos a la persona en forma individual, cuando confrontamos con Dios, confrontamos con este discurso de verdad única, absoluta, que es exclusiva y excluyente. Que habla de amar al prójimo, al que se le parece, el semejante. Entonces, amar al prójimo, significa de alguna manera, odiar al diferente. No es un discurso que promueva la diversidad.”

 Les importa interpelar, agitar. El discurso abolicionista de la cultura represiva, tiene mucho de eso, alguien está agitando, está sacudiendo. No es una típica militancia tradicional.

“Atacamos al monoteísmo porque es el modelo que triunfó y se impuso en todo el mundo. Y nos metemos concretamente con Jesucristo porque aquí en occidente triunfó el cristianismo. El monoteísmo es un modelo/proyecto político cultural con pretensiones universales; es decir: los tipos avanzan y van por todo. La parábola de la oveja N° 100. Si te resistís tratarán de convertirte/ incluirte (evangelización); si no lo logran viene la subestimación, la demonización, la censura o el exterminio. En el caso de la colonización se refleja patente”.

EL CAPITALISMO

Es obvia la oposición de Castellani hacia el capitalismo, pero lo representa como un producto más de la represión heredada y por siguiente,  naturalizada: “Claro que estamos en contra del capitalismo. Estamos en contra de la concentración de poder, estamos en contra de la concentración de capital. Y lo interpretamos como una consecuencia más de la cultura represiva que tiene al menos 2000 años de hegemonía; y esos son unos cuantos años más de los 500 que pueda tener el capitalismo. Visualizarlo es elemental para profundizar la discusión, darle más radicalidad y entender que todo eso contra lo que estamos en contra tiene sus orígenes no en el capitalismo, sino en lo que dimos en llamar ‘cultura represiva’. Es como que se agota el feudalismo y ¿qué hacemos para seguir en el poder? Y bueno, damos vuelta una rosca. Revolución francesa, sujetos sosteniendo el poder a lo largo de la historia, vendiendo un discurso que cada vez es más aceptable. Ya no hay esclavitud directa, pero hay esclavitud, está clarísimo. Se abolió la tortura pero la sigue habiendo. Tenemos tratados internacionales de derechos humanos que la prohíben, tenemos constitución, y un montón de sofisticaciones más del discurso de la cultura represiva. Esa es la lectura que hacemos del capitalismo”. 

ALTARES PARA NADIE

En la página 21 de “La Palabra Encarnada” hay una poesía que se llama “Apostasía” y cuenta que es con la que más se identifica. En la misma renuncia a casi todo pero también a los altares, donde pone a esa persona ídolo/a indiscutible, sagrado y respetable. “A mí me gusta mucho quemar altares, bajar del altar para tratarlos como un igual, porque si no, los transformas en Dios. Cuando ya se vuelve santa, cuando pones a alguien en un lugar que ya no lo podes ni tocar, yo desconfío de eso. ¿Cómo puede ser que no puedas hacer una crítica? ¿Qué te pasa que estás todo el día hablando de eso que ‘es todo lo que está bien’? esa cosa tan patética. No los/as trates como a un Dios, si no como a una compañera/o. Y me parece importante hablar de eso, porque si no, nos la pasamos endiosando gente”, dice Castellani a tono de indignación por tan cierta reflexión. 

Apostasía

“Renuncio.

Renuncio a reproducirme para preservar la raza.

Renuncio a toda idea que no termine en escombro, en barro, en ceniza.

Renuncio al centro, al altar.

A reverencias condescendientes.

A los respetos de plástico.

Renuncio a los diplomas.

A los diplomas que condensan en la pared la pobredumbre de tu vida, en vida…”

                 A.C.

“ME COJO A DIOS POR EL CULO”

Junto a compañeros/as de la organización LTF, Castellani volvió a su pueblo en Saladillo para compartir sus escritos. Para sacudir y agitar como cualquier maldito tiene fervor en hacer.

Saladillo es un pueblo típico de provincia, conservador y gobernado por el radicalismo desde la vuelta de la democracia.  A fines del 2017 se presentaron en la Primera Feria del Libro Independiente y Autogestiva (FLIA) que se hizo en la ciudad. “Cuando fuimos a mi pueblo en Saladillo, leímos un poema que escribí donde me cojo a Dios, y no nos cortaron el micrófono ese día. Pero al otro día, al día siguiente en los diarios del pueblo, en revistas digitales, una directora mandó una nota en queja. Pero para nosotros no son problemas, es todo lo contrario, nos fortalece. Yo hice un cuadro en mi casa con esa nota. Es como un trofeo en algún punto. Y ese poema es re interesante porque tiene una metáfora el cogerte a Dios por el culo. Es toda una propuesta erótica de placer a un tipo que odia el placer. Dios odia al placer, en la biblia no habla nunca del placer. Hay que trabajar, hay que sufrir, hay que abnegarse, hay que ganarse el reino de los cielos. Entonces lo que hago es darle placer a un tipo que odia el placer”. 

CASTIGO

 Los poetas malditos insisten con el monoteísmo porque la vida es un castigo para el monoteísmo. Vivir es un castigo. ‘Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido’, Proverbios 3:11-12.

Castellani  pone a reflexionar y  autocriticar al respecto: “Nos echaron del paraíso a sufrir porque pecamos. Entonces, el castigo está tan metido en la cultura, que es muy complicado revertir ese sentido común. Sentido común de que hay que castigar, de que está bien, de que la cárcel está bien. De que necesitamos policía y mano dura. Es un discurso tan internalizado, que es complicado revertir el sentido común del castigo, de que todo se soluciona con el castigo, más aún en casos concretos donde si a un pibe lo mata un policía no se habla de muerte, homicidio o abuso de poder, se habla de justicia. Una idea fundamental para el abolicionismo de la cultura represiva es: «el delito no existe», lo que existe es el conflicto y la autoridad de turno. Entonces la autoridad de turno decide qué es delito y qué no.

Pensemos en matar, por ejemplo, para visualizar que hasta con la posibilidad más terrible se aplica esta idea fuerza de «el delito no existe». ¿Acaso, hoy en Argentina, las fuerzas de seguridad no gozan con el respaldo legal de una normativa vigente que les permite ejecutar a una persona por la espalda y que esa conducta no sea calificada delictiva? ¿Qué era la doctrina Chocobar? Es eso, la mejor manera de explicar que el delito no existe”.

ENTONCES, MATAR A PLATÓN.

En la portada de la página online de LTF. Abolicionismo de la cultura represiva, se lee ‘Matar a Platón’, y Castellani cuenta que la idea de matar a Platón tiene que ver con la alianza genocida entre filosofía y religión: “Platonismo y Cristianismo dicen lo mismo. Cada uno desde su lugar de poder. La filosofía platónica fue rescatada por el cristianismo, que ya era religión oficial del Imperio romano, en el siglo IV d.C. Matar a Platón es matar al tipo que dice que «el cuerpo es la cárcel del alma» para así despreciar todo lo sensorial, material y erótico. Matar a Platón es matar al tipo que creó la academia y con ella el saber elitista reservado para unos pocos. Matar a Platón es matar al tipo que dice que a los niños hay que agarrarlos de chiquitos porque cuantos más pequeños más fáciles son de moldear. Matar a Platón es matar al tipo que echó a los poetas de su república, de su sociedad ideal. Matar a Platón se vuelve deber y obligación de todo aquel que tenga la pretensión abolir la cultura represiva”.