(Por Fernanda Giribone/ APL)La celebración del año nuevo persa se ha convertido en un nuevo símbolo de desobediencia popular. Durante el Festival de Fuego, que se celebra en la noche del último martes al miércoles del fin de año persa, se pidió nuevamente el fin de la República Islámica, se quemaron velos y se gritó una vez más: mujer, vida, libertad.
Reaparecen así nuevas muestras del descontento social contra el régimen, y que habían estallado a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini en septiembre pasado. Hubo protestas en Teherán, Kamyaran, Rasht, Karaj o Gorgan.
En Irán, tras varios meses de protestas y estallidos sociales, las manifestaciones habían prácticamente desaparecido como consecuencia de la brutal represión gubernamental que ya ha causado más de 500 muertos, y por las que han sido ahorcadas cuatro personas (uno de ellos en público). Pese al reflujo en las protestas, la situación no se ha calmado completamente. También se notan cambios: distintos medios de comunicación internacionales afirman que muchas mujeres se sumaron a la lucha con gestos de desobediencia, han abandonado sus pañuelos dejando al descubierto su cabello.
A horas de cumplirse los seis meses del asesinato de Mahsa Amini, las protestas de las celebraciones de la Fiesta del Fuego de esta semana reavivaron el conflicto, con un saldo de dos docenas de personas muertas y un total de 4.300 heridos, según informa la Agencia de Noticias de la República Islámica (IRNA).
La impunidad de las autoridades iraníes para reprimir, las detenciones arbitrarias y el empleo ilegítimo de la fuerza letal sigue siendo total. La ausencia de libertades es prácticamente absoluta. Además de las restricciones a las mujeres en Irán se encuentran prohibidos los partidos políticos, los sindicatos y organizaciones de la sociedad civil. Desde hace meses se denuncia que cientos de niñas han sufrido misteriosos envenenamientos con gas en las escuelas, graves incidentes que parecen destinados a tratar de paralizar la educación de las estudiantes. Para activistas, militantes y periodistas internacionales es extremadamente difícil acceder a información pues el cerco mediático es total y se controlan las redes sociales.
Manejando datos oficiales, las autoridades iraníes han reconocido que el número total de personas detenidas en relación con las protestas es superior a 22.000. Aunque no han facilitado un desglose de cuántas de ellas eran menores de edad. Por su parte Amnistía Internacional denuncia violencia hacia personas menores de edad detenidas y ha comenzado una investigación, mediante la cual ha documentado con detalle los casos de siete menores. Amnistía obtuvo declaraciones de las víctimas y sus familias, así como también otros testimonios sobre torturas generalizadas a decenas de niños y niñas de 19 testigos presenciales (2 abogados y 17 personas adultas que estaban recluidas junto con los menores).
Seis meses después del inicio del levantamiento popular, la impunidad con que la que el régimen iraní hace uso ilegítimo de la fuerza represiva sigue enfrentándose contra la fuerza y valentía de un pueblo que, pese a las graves consecuencias se sigue manifestando, no sólo por la discriminación generalizada
hacia las mujeres, sino también por la falta de libertades, y el uso desproporcionado de la fuerzas represivas.